Por Felipe Hurtado H. Mayo 14, 2015

Doscientas cuarenta y tres páginas tiene un informe sobre balones desinflados. Sí, 243. Y sí, también: es sobre balones desinflados. Parece mucho. La NFL, la Liga de Fútbol Americano, difiere. No un asunto cualquiera. Involucra nada menos que a los campeones del último Super Bowl, los New England Patriots. Pero, más que eso, a Tom Brady, su mariscal de campo, el niño bonito de este deporte, su símbolo y el esposo de la modelo brasileña Gisele Bündchen. Idilio puro. Ahora le llaman tramposo y mentiroso.

La liga acaba de suspenderlo por cuatro partidos y a su equipo lo multó con un millón de dólares, además de imponerle perjuicios en próximas elecciones en el Draft, el procedimiento de selección de jugadores de la competencia. Todo por su supuesta participación en el denominado DeflateGate (algo así como el Escándalo del Desinflado). Supuesta, claro. Porque pese a su magnitud, el legajo no contiene pruebas concluyentes en su contra. Sí una suposición.

“Es más probable que Brady estuviera, al menos, al tanto de las actividades de (Jim) McNally y (John) Jastremski”, los encargados del camarín y el equipamiento de la escuadra de Massachusetts, cuyos mensajes de texto fueron parte clave de la investigación.

Cómo se metió Brady en todo esto. Por un balón con menos aire del reglamentario (12,5 libras por pulgada cuadrado). Más bien, por 11 de los 12 que se ocupan en cada juego y que fueron inspeccionadas por Ted Wells, el hombre a cargo del reporte que se inició luego de que los Patriots vencieran por 45-7 a los Indianapolis Colts en la final de la Conferencia Americana y aseguraran su paso a la definición del título nacional.

En la NFL cada equipo ataca con sus propias pelotas y tienen cierto margen para tratarlas. Por ejemplo, a algunos quarterbackers les gusta lijarlas, a otros meterlas en agua o ponerlas en el horno. Los árbitros las revisan dos horas y 15 minutos antes del encuentro, pero después quedan a disposición de cada club. Fue en ese lapso que McNally y Jastremski le metieron mano y les sacaron presión. ¿Por qué? Un balón desinflado permite un mejor agarre, sobre todo en condiciones frías o húmedas.

Es una situación de la cual es difícil percatarse, porque las defensivas están muy poco en contacto con el ovoide. Sin embargo, en el entretiempo del duelo de ese 18 de enero, los Colts acusaron la irregularidad. En principio, se creyó que D’Qwell Jackson, el jugador de los Colts que interceptó un balón en la primera mitad del partido, fue quien echó a correr la bola de nieve. Este rápidamente alegó inocencia. “Sería incapaz de notar la diferencia”, dijo.

Brady no es el único en tela de juicio. A los Patriots les pasa lo mismo. Es que no se trata de su primer embrollo. En 2007 ya fueron multados por 750 mil dólares por grabar las señales defensivas de los técnicos de los Jets, en lo que se llamó SpyGate. La suma de escándalos es una de las razones principales que explican la dureza de los actuales castigos y también para cuestionar la dinastía de la franquicia, de las más ganadoras de todos los tiempos, dueña de cuatro títulos, todos en este siglo.

El equipo y su dueño, el millonario Robert Kraft, salieron a apoyar de inmediato a su figura, cuyo legado está manchado, de acuerdo a varios medios influyentes. Él agradece los gestos, pero no le bastan. Quiere limpiar su nombre, sus cuatro coronas, sus tres premios al Jugador Más Valioso del Súper Bowl y también los dos que tienen como MVP de la liga, que lo ubican entre los grandes de la historia. A través de su agente, Don Yee, ya anunció que apelará. De no prosperar ese intento, ya tiene programado un retorno lleno de morbo. Será el 18 de octubre, justamente, contra los Colts.

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