Por Patricio Jara Marzo 26, 2015

Eduardo Santa Cruz ha investigado por más de veinte años las luces y sombras que marcan el desarrollo histórico de la prensa nacional. A partir de la descripción y el análisis del contexto en que a muchos medios (o bien formas de hacer periodismo) les correspondió nacer y luego renovarse o morir, su trabajo hace un aporte que sobrepasa al mecanizado registro de datos y, por suerte, también al microclima de los solemnes pabellones académicos.

La gracia de los libros de Santa Cruz está justamente allí, en que sin necesidad de escribir mamotretos, logra abarcar largos periodos valiéndose de asociaciones, categorizaciones y cruces reveladores. Por suerte, lo suyo no es contar la Gran Historia del Periodismo Chileno, sino entregar aquellos hitos que permitan sacar conclusiones en distintos planos. Así como los alumnos más jóvenes de esta carrera podrán advertir que la profesión no empezó el día en que ellos nacieron (y que para ejercerla se necesita bastante más que “las ganas de comunicar”), a los más viejos les recuerda que siempre hubo tiempos peores, y que no fue sólo a punta de nuevas tecnologías que la prensa salió a flote, también gracias al ingenio, esfuerzo y determinación de editores y reporteros.

En 2011 Santa Cruz publicó La prensa chilena en el siglo XIX. Patricios, letrados, burgueses y plebeyos, el cual sistematizaba una serie de artículos de su autoría motivados a entender el lugar y el papel jugado por la prensa local “en la conformación del espacio público y su relación con el contexto socio-cultural y los imaginarios colectivos”. Ahora el académico de la Universidad de Chile mantiene la línea cronológica con Prensa y sociedad en Chile, Siglo XX, por lo tanto, su nueva investigación cubre también la génesis y crecimiento del periodismo radial y televisivo, todo lo cual configura una idea que va más allá del repaso de fechas: cada vez que el periodismo ha cambiado en algo, aquello ha sido porque los lectores (y en cierto modo el país) ya no son los mismos de ayer.

“Pero, ¿qué es realmente lo que ofrece la prensa nacional y qué es realmente lo que busca el consumidor de noticias?”, se pregunta el autor, y aquella duda, aparentemente simple, abre un abismo donde todo cabe; un hoyo negro que absorbe desde agujas hipodérmicas en desuso, los modelos ultra esquemáticos de los sabios de los mass media del siglo pasado, el sentido de empresa que sustenta a cada uno y hasta los formatos de escritura y su evolución.

“Revisando la historia de la prensa chilena desde sus orígenes republicanos, es posible afirmar que gran parte de su trayectoria estuvo marcada por la promesa, nunca plenamente cumplida, de su capacidad de entregar representaciones de la realidad, que en su disputa ofrecieran los insumos necesarios para la formación del ciudadano, de sujetos y actores sociales y con ello de la vida pública. El propio liberalismo hegemónico actual ha decretado el fracaso de su propio sueño y el sin sentido de su promesa”.

Con más o menos razón, es innegable que el trabajo de Santa Cruz cumple a cabalidad aquella máxima que asegura que cada vez que hablamos del pasado, irremediablemente terminamos haciéndolo sobre el presente, aunque éste muchas veces sea inasible y, como ocurre en la redacción de las noticias del diario, cuando escribimos la palabra hoy, en realidad tendríamos que decir ayer.

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