Por Diego Zúñiga Contreras, desde Bonn Febrero 19, 2015

La imagen del arquero Roman Weidenfeller, referente ineludible del Borussia Dortmund, ofreciendo disculpas a los enfurecidos hinchas que presenciaron la enésima derrota de la temporada, esta vez ante Augsburgo por 0-1, habla de la particular relación que existe entre los fanáticos y el equipo amarillo. Las bufandas que uno puede comprar en la tienda del Dortmund llevan el lema que representa a quienes siguen a los dirigidos por Jürgen Klopp: “Echte Liebe”  (“amor verdadero”) que se hace carne en situaciones como la actual e inexplicable crisis que padecen los ex finalistas de la Champions League.

La historia es más o menos sencilla. Borussia Dortmund estaba llamado a ser el gran rival del Bayern Múnich esta temporada. No por nada, Klopp consiguió salir campeón el 2011 y el 2012 con un plantel con jugadores por sobre la media, pero no repleto de estrellas. La final de la Champions del 2013 contra los bávaros, más que una excepción, marcaba el camino que se había trazado el plantel del estado de Renania del Norte-Westfalia: luchar palmo a palmo la supremacía de la Bundesliga con los millonarios del sur alemán.

Para decirlo en fácil: Borussia representa un modelo de negocios donde el centro no está en el éxito inmediato, sino en las divisiones inferiores y en una relación donde el hincha es más que un mero pagador de entradas. Se generó una simbiosis donde los socios son también accionistas que ganan o pierden dinero según los vaivenes del equipo, reforzando una relación que  va más allá de los temblores del bolsillo. Los hinchas compran acciones no porque desean ser accionistas; los hinchas compran acciones porque son hinchas.

Pilar 1, entonces: el fanático leal. Pilar 2, Jürgen Klopp. El histriónico entrenador es, desde 2008, figura central del proyecto del Borussia. Sin él, nada de lo conseguido en los últimos años se habría podido construir. La afición lo adora. Pilar 3: un plantel lleno de muchachos con ambiciones deportivas y que cree en su director técnico.

Con ese escenario, Borussia debía plantarles cara a las estrellas de Pep Guardiola. Pero algo salió mal y Dortmund empezó a hundirse hasta llegar a las profundidades de la tabla. Pese a los recientes 3-0 sobre Freiburg y 4-2 ante Mainz, la crisis sigue ahí y la prueba es que el presidente de la institución, Hans Joachim Watzke, nuevamente debió desmentir un eventual despido de Klopp.

La meta actual del entrenador es no descender. Atrás quedaron la ambición de destronar al Bayern y de marcar el ritmo del torneo. En esa tesitura, Borussia copa páginas de una prensa que intenta encontrar una respuesta a algo que no debería estar sucediendo. Según Der Spiegel, la razón de la caída del equipo es que Klopp conformó un plantel de gente “buena onda” donde no hay un líder. Además, los grandes jugadores o ya están viejos, como Weidenfeller, o vienen de ganar un Mundial y pasan por una fase donde carecen de hambre deportiva. Eso, sin contar que Bayern les compró a sus dos mayores estrellas: Mario Götze y Robert Lewandowski. Otros apuntan que las tácticas de Klopp son ya demasiado conocidas y los rivales le tomaron el pulso al equipo.

Como sea, el 24 de febrero, Borussia debe volver a las grandes ligas. Enfrentará en Turín a la Juventus, por los octavos de final de la Champions. Seguramente una eliminación volverá a poner los ojos sobre Klopp. Él todavía cuenta con el apoyo de la gente, pero no existe la paciencia eterna. Ni siquiera cuando hay amor verdadero.

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