Por Francisco Sagredo Diciembre 11, 2014

De la crisis total y la décimosegunda posición de la tabla, al éxito rotundo y el título en apenas siete meses. Así podría resumirse el bipolar año de Universidad de Chile, el flamante campeón del torneo que recién finaliza.

Durante el 2014 la U cambió de presidente -Carlos Heller relevó a José Yurazseck-, tuvo tres técnicos -Marco Antonio Figueroa, Cristián Romero y Martín Lasarte-, reestructuró su plantel -se fueron veinte jugadores y llegaron doce- y en lo que a mi juicio constituye la base del radical giro que dio el club, reordenó su plana gerencial apostando por la profesionalización de la gestión futbolística.

Heller, tras asumir la testera de Azul Azul, anunció que su primera contratación no sería ni un técnico ni un futbolista y apostó por el regreso de Sabino Aguad a la gerencia deportiva del club.

El ingeniero civil había participado protagónicamente en la era dorada de Jorge Sampaoli desde su rol gerencial. Por ese entonces, revista Qué Pasa publicó “Sabino sabe”, un texto sobre los éxitos de Aguad en su paso por  Colo Colo y, entonces, Universidad de Chile. Pero luego de tres temporadas de éxitos, Yuraszeck le quitó el piso y permitió su salida. Lo que vino para la U inmediatamente después es conocido: cero celebraciones, rotación de técnicos y errores recurrentes en la estructuración del plantel.

Tal como le ocurrió cuando salió del mismo cargo en Colo Colo el 2009, Aguad vio cómo la institución donde había triunfado entraba en sequía de títulos. Pero en un medio donde aquellos que no provengan del mundo del fútbol son mirados con recelo, el palmarés de este funcionario era relativizado. Para muchos, Aguad había tenido la suerte de coincidir con Claudio Borghi en el Cacique y con Sampaoli en los Azules.

¿La explicación de sus críticos al dato de que ambas instituciones entraron en crisis cuando el gerente se marchó? Decían los escépticos: “Mera coincidencia”.

Claramente el nuevo presidente de Azul Azul no pensaba lo mismo. Aguad se reinstaló en el cargo de gerente deportivo y de inmediato comenzó a trabajar coordinadamente con el gerente general Cristián Aubert.

Su primera jugada fue proponer a Martín Lasarte como nuevo entrenador azul en momentos que la directiva manejaba las opciones de Eduardo Berizzo o Ricardo Gareca. Firmado Lasarte, Aguad generó rápidamente un lazo cercano con el DT, quien también confió y acogió las recomendaciones que le hizo el gerente al momento de elegir las doce contrataciones. Sabino le devolvió la mano consiguiendo en el directorio los recursos para desvincular a la veintena de jugadores con los que el charrúa no quería contar.

Estructurada la base con que se afrontó el campeonato, Aguad sirvió de nexo en la fluida relación entre el cuerpo técnico y la dirigencia azul. En paralelo, en la cancha, el equipo desarrollaba una campaña de récord y conseguía la décimo séptima estrella tras dos años de espera y con varios de los refuerzos recomendados como titulares y figuras protagónicas.

Aguad lo hizo de nuevo. Con él en la gerencia otra vez llegaron las celebraciones.

¿Sigue siendo sólo coincidencia? Los números y las experiencias recientes demuestran que no.

Parece que es verdad que “Sabino sabe”.

Relacionados