Por Sebastián Soto Velasco, desde Boston Noviembre 13, 2014

El triunfo republicano en las recientes elecciones de Estados Unidos fue simplemente abrumador. Y en la búsqueda de responsables, en la autopsia al cadáver demócrata en la mesa de los forenses electorales,  todos apuntan a la baja popularidad del presidente Barack Obama. Pero eso es mirar una sola cara de la moneda. La otra, la que ayuda a entender todo el panorama, muestra a una derecha republicana trabajando activamente desde hace décadas justamente para eso: ganar elecciones. Y de ahí la derecha chilena podría sacar lecciones útiles.

La primera es que los republicanos han aprendido a moverse en un escenario donde el voto es voluntario. El mejor ejemplo de ello lo muestra la campaña del senador por Kentucky Mitch McConell. Según reporta Politico.com, la preparación para su reelección comenzó hace cuatro años cuando empezaron a reunir una enorme cantidad de información de los votantes de ese Estado. Al cabo de un tiempo, tenían datos de más de 1,7 millones de ellos y por eso sabían con precisión qué los movía y qué les interesaba. Los demócratas, en cambio, no lograron llevar a las urnas ni siquiera a sus electores tradicionales -afroamericanos, hispanos y jóvenes-. Y sus últimas victorias el 2008 y el 2012 se debieron a que es Obama, y no los demócratas, quien fue capaz de motivarlos a concurrir a las urnas el día de la elección. Cuando el voto es voluntario, la campaña se dirige especialmente a “movilizar” votantes y no a “recordar” candidatos. Y para movilizar, la información de sus intereses es clave.

Pero no basta con información. También es necesario que el votante perciba una diferencia llegado el momento de elegir. En este caso, el mejor ejemplo es la estrategia que desplegaron los republicanos en contra del Obamacare, la emblemática reforma a la salud impulsada por el gobierno.Desde el principio,fueron intensamente contrarios y, una vez aprobado, no detuvieron su oposición, destacando cada error de la puesta en marcha. Y ahora que son mayoría en ambas cámaras, sus dos líderes anunciaron que “renovaban su compromiso de rechazar Obamacare, que está dañando nuestro mercado del trabajo y el sistema de salud”. Con ello no sólo lograron golpear duramente el corazón del programa de Obama, sino que también demostraron al votante que hay diferencias al momento de elegir. Y eso se repite en otros temas donde los republicanos han podido levantar banderas propias que logran tanto motivar a su electorado como difundir un relato político coherente.

Una tercera estrategia exitosa fue llevar en la elección rostros nuevos e inspiradores, mostrando renovación. Varios reúnen esas características en esta elección. Tal vez el mejor caso es el de Mia Love (39). Es la primera mujer republicana de raza negra en llegar a la cámara de representantes. De religión mormona, sus padres -cuenta la biografía- llegaron desde Haití con sólo 10 dólares. Su historia de esfuerzo la ha transformado en un ícono de los republicanos y, con toda seguridad, su carrera política va en ascenso.

A la planificación atenta de las campañas, por último, se suma el trabajo de un amplio grupo de intelectuales conservadores que han ido construyendo un relato de largo plazo. Esa mezcla entre intelectuales involucrados en construir una masa crítica de ideas atractivas y políticos hábiles en las estrategias de campaña, hallevado al Partido Republicano a uno de sus triunfos más importantes de los últimos cincuenta años.

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