Por Octubre 9, 2014

La fascinación que despierta un gigantesco volcán es única. El Teide, en Tenerife, tiene unos 7.500 metros desde la base hasta la cima, si bien la mitad inferior se oculta bajo las aguas del Atlántico. Los guanches, pueblo originario de ese rincón irreal del planeta, tenían buenas razones para creer que ese gigante de piedra basáltica constituía el eje del mundo. Y habrían corroborado esa creencia hace unos días, cuando las faldas del volcán albergaron el festival Starmus, una inigualable constelación de estrellas del mundo de la ciencia, de la exploración espacial y de la música.

Personajes de la talla de Stephen Hawking y Richard Dawkins, junto a los premios Nobel Robert Wilson (Física 1978), Harry Kroto (Química 1996) y John Mather (Física 2006), intercambiando experiencias con el guitarrista de Queen y doctor en Astrofísica Brian May o el tecladista de Yes y devoto de la astronomía Rick Wakeman. Exploradores del espacio como los astronautas Walter Cunningham del Apolo 7 y Charles Duke del Apolo 16 -al mando de las comunicaciones en la misión del Apolo 11-, el más joven de los 12 hombres que han tenido el privilegio de caminar en suelo lunar, junto al cosmonauta Alekséi Leónov, el primer hombre en realizar una caminata espacial, hace casi 50 años.

Entre otros, porque Starmus sumaba también a una antropóloga, un físico de partículas, un experto en meteoritos, reconocidos divulgadores científicos y un largo etcétera. Conferenciantes de lujo, reunidos para compartir su pasión por el cosmos. En la sucesión de momentos estelares de Starmus, dos ejemplos.

Con la frondosa y ondulada cabellera de los tiempos en los que acompañaba a Freddie Mercury -sólo que ahora en tonos blancos y grises que le confieren un aire a Isaac Newton-, Brian May embarcó al público en un viaje espacial a través de espectaculares imágenes en 3D de cometas, asteroides, lunas de Júpiter, Saturno y nuestra propia Luna. Explicó la técnica estereoscópica utilizada, dos fotografías sacadas desde puntos cercanos remedando el paralaje de nuestros ojos, y comentó que algunas de las fotos son hechas pensando en el efecto 3D, pero otras se obtienen buscando pacientemente, entre las miles de fotos de archivo de la NASA y la ESA, pares que satisfagan los requisitos para producir una imagen nítida y clara. Entre estas últimas, la imagen de la huella que dejó la bota de Neil Armstrong en la Luna resultó conmovedora. May dejó en claro que a eso dedica gozosamente una buena parte de su tiempo libre.

Dawkins se preguntó por la taxonomía que habríamos de esperar en caso de encontrar vida extraterrestre. ¿Sería vida basada en carbono? ¿Habría evolucionado siguiendo un proceso darwiniano? Sí, concluyó, ya que sólo así podría tener una complejidad organizada con la ilusión de haber sido diseñada. ¿Tendrían proteínas, ADN? No necesariamente este último: el ARN podría ser suficiente para tener un mecanismo de réplica celular de gran precisión y alta fidelidad. Lo que no aclaró, tratándose de uno de los ateos más prominentes del planeta, es si los extraterrestres serían religiosos o no.

Los agujeros negros eran seguidos, sin solución de continuidad, por los hombres de Neandertal o el bosón de Higgs. Los peligrosos asteroides que podrían acabar con nosotros, por las confesiones de Leónov acerca de la derrota soviética en la carrera espacial, y su panegírico de Neil Armstrong como héroe de la humanidad. La última noche fue el turno de Rick Wakeman, con May como invitado. Los épicos acordes de “Viaje al centro de la Tierra”, majestuosos, dejaron perfecta constancia de que hubo una semana de septiembre en la que el eje de la Tierra pasó por Tenerife.

Relacionados