Por Francisco Sagredo Agosto 6, 2014

El año 2011 Jorge Sampaoli tenía contrato vigente con Universidad de Chile y sus condiciones salariales estaban establecidas. Sin embargo, ese año el técnico encabezó la extraordinaria campaña de los azules y tras el bicampeonato nacional y el título de la Copa Sudamericana del 2011 movió sus piezas.

Pública y reiteradamente el entrenador señaló que tenía diversas y millonarias ofertas del fútbol brasileño, reconociendo que las estudiaría con el fin de dar el salto a un medio más competitivo.

No hubo pudor en el DT a la hora de presionar ante las cámaras a la dirigencia azul, acorralada entre los éxitos deportivos y la impopularidad de una partida de Sampaoli. El resultado fue óptimo para el casildense: obtuvo tres mejoras salariales en seis meses, doblando su remuneración anual (pasó de US$ 550 mil a US$ 1,2 millones entre agosto y enero).

Tres años después la historia se repite, esta vez con el buzo de la selección chilena. En el papel, un contrato vigente, emolumentos definidos y positiva evaluación pública. Fuera del campo de juego, declaraciones sobre “el sueño de asumir otros desafíos”, supuestas ofertas desde el extranjero y la jugada táctica del “compromiso moral”.

Es la estrategia de Sampaoli nuevamente en escena, consiguiendo sus objetivos con el anuncio de que respetará su contrato hasta el año 2018. Pero nada es gratis y a pesar de los compromisos monetarios vigentes, a la ANFP no le quedó otra que complacer las nuevas ambiciones del técnico, aumentando en un 40% sus ingresos (subió de US$ 2,2 a US$ 3 millones anuales) e incrementando exponencialmente los premios por logros deportivos.

La reciente renovación no sólo implicó las negociaciones con Sergio Jadue; Sampaoli también dibujó flechas en la pizarra de su relación con la prensa.

Reacio al contacto fluido con los medios de comunicación, marca registrada de los seguidores de la “filosofía bielsista”, el adiestrador nacional tomó la iniciativa recibiendo en su hogar de Casilda a ESPN. Otra vez, tal como hizo antes del Mundial con Tutto Sport de Italia, el diario Marca de España y Fox Sports, el entrenador le otorgó una entrevista mano a mano a un medio extranjero, privilegio vetado para la prensa del país donde trabaja.

El DT, como cualquier personaje público, tiene total derecho a hablar con quien estime conveniente, pero llama la atención su flexibilidad y entusiasmo cuando el interlocutor periodístico tiene acento argentino o habla otro idioma. Ahí a Sampaoli se le acaba la timidez, olvida el manual de estilo comunicacional de Marcelo Bielsa y  se deja llevar por el diálogo locuaz.

En esa discriminación positiva con la prensa extranjera se aprecian también los movimientos tácticos del técnico. Sampaoli sabe que cuando juega de local tiene la popularidad asegurada, no requiere de publicidad en el frente interno.

Afuera de la comarca local, en cambio, el entrenador parece instalarse en la vitrina internacional con descaro. En todas sus actuaciones públicas cruzando policía internacional, se mostró indiferente a su compromiso contractual con la ANFP, afirmando su disposición a escuchar ofertas después de la Copa América de Chile en junio del próximo año, y relativizando la extensión de su compromiso. El objetivo: diseminar sus ideas por el mundo, autoinstalándose en la palestra del planeta fútbol ante la atenta mirada de dirigentes y representantes.

La entrevista a ESPN generó ruido en la prensa local “¿Hasta cuándo Sampaoli se pasea ante las cámaras internacionales ignorando a los medios del país que le paga el sueldo?” fue el tenor de la queja que llegó hasta la Gerencia de Comunicaciones de la ANFP.

Ante la molestia mediática y en pleno proceso de negociación para asegurar su continuidad y mejorar su contrato, el DT otra vez jugó sus cartas y aceptó reunirse con un grupo de periodistas entre los que estábamos editores y comentaristas de los medios de comunicación de mayor masividad del país (ese fue el filtro de la convocatoria, según se explicó).

En la inédita reunión se habló de fútbol, el técnico mostró en detalle sus métodos de entrenamiento y aceptó todo tipo de preguntas, sin exclusión alguna.

Más allá de las anecdóticas pero intrascendentes luchas de egos entre algunos comunicadores que asistieron a Juan Pinto Durán y otros que declinaron la invitación, la charla de cuatro horas sirvió para que Sampaoli desplegara su estilo obsesivo de trabajo.

Ese tipo de encuentros en off se da en todos los frentes noticiosos y con los más diversos protagonistas de la noticia. La novedad es que ahora el anfitrión fue Jorge Sampaoli, justo 24 horas antes de confirmar que respetará su vínculo con un par de ceros extras en el contrato.

¿Coincidencia? Para nada. Sampaoli ha demostrado que cada uno de sus movimientos, tal como ocurre con sus jugadores, están minuciosamente estudiados.

Cuando al técnico se le ocurre algo no para; es persistente a la máxima potencia. Y es que como él mismo recomienda en la publicidad bancaria que protagoniza “elige una idea y dale”.

Y Sampaoli siempre le da, hasta conseguir lo que quiere.

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