Por Milena Vodanovic, directora de revista Paula Mayo 29, 2014

Desde hace cuatro años, por estas fechas, revista Paula escenifica ante el público una de sus fortalezas: la moda. Por cuatro días instala una feria, Ropero Paula, en que reúne en un mismo lugar, una selección de los mejores productos de moda disponibles en distintos puntos de la ciudad y del país. Hay stands, pasarelas, champán, bellas modelos, djs, ofertas. Es un vitrineo cuidadosamente curatoriado y una oportunidad única para tomarle el pulso a lo que viene. Y se trata de ideas fuerza que dan luces más allá del clóset, pues si algo hace la moda con finura clínica es recoger aquellas tendencias sociales, económicas y culturales cuyo reflejo estético comienza a resultar insoslayable. ¿O qué, si no, fue Vivienne Westwood con el movimiento punk; Mary Quant y su minifalda precuela del hippismo sesentero o Nelly Alarcón, aquí mismo, con sus diseños autóctonos en esos años post reforma agraria?

La clave para entender qué puede estar reflejando Ropero Paula, está en sus invitados internacionales. La estrella es Elliott Sailors, modelo estadounidense que se cansó de ser una más entre tantas. Se rapó el pelo y comenzó a desfilar como hombre y como mujer. Hoy se la conoce como “la modelo andrógina del momento”, y su éxito no hace más que crecer.

¿Significa esto que Sailors, que parece hombre y se mueve como tal, es homosexual? Pues no. Elliott Sailors está casada y proviene de una familia mormona. Su look andrógino no dice relación con sexualidad, sino con diferenciación. La industria de la moda hoy, en tiempos en que Facebook en EE.UU. ofrece 56 categorías diferentes para definirse sexualmente, parece ya no estar tan ocupada de “lo femenino” o “lo masculino”. Lo que le  importa es que tenga personalidad propia.

La invitada sudamericana es la diseñadora Meche Correa, embajadora de la “marca país” Perú, alabada por el New York Times, que ha llevando la artesanía tradicional de su país a diseños brutalmente contemporáneos. Todo lo que sale de su prodigiosa creatividad es hecho a mano, por indígenas, presos y artesanos.

¿El que sean hechos a mano, implica que los diseños de Meche Correa son simples, económicos, “típicos”?

Pues no. Sus joyas y accesorios son extremadamente elaborados. Y esta tendencia, el hand made, crece en la moda contemporánea como respuesta al agotamiento del consumidor frente a la estandarización impersonal de la masividad, y a la atroz bambalina que la producción serial oculta en cuanto a protección del medio ambiente y de los derechos laborales. Lo hecho a mano cobra hoy cada vez más valor, pues en ello se condensa la necesidad de identificarse: “quiero algo mío,  especial, hecho con amor, cuyo origen puedo trazar”. Una pieza confiable, como un calcetín tejido por la abuela, un chocolate caliente junto a la estufa.

Por último, Ropero trae a Chile a tres diseñadores nacionales -Octavio Pizarro, Pola Thomson y Gabriel Vielma- que triunfan en el exterior. El primero en París, la segunda en Nueva York y el último en Londres, han ganado la fama y el apoyo que aquí no encontraron.

¿Quiere decir esto que ellos llevan “lo chileno” al mundo? ¿Que su éxito se debe a su “rareza”, porque usan telas, iconografías y materias primas nacionales? Tampoco. Sus colecciones interpretan un sentir estético que bien podría surgir en Santiago, Tokio o Milán. Su éxito no es local, es global.

Así pues: andrógino, que no es lo mismo que homosexual; hecho a mano, que no es lo mismo que básico; chileno, que no es lo mismo que local. Tres tendencias de moda, que rompen estereotipos y revelan nuevas pulsiones de consumo y construcción social, pueden descubrirse este año en el mismo evento. Y todavía hay quienes piensan que la moda es frívola.

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