Por Francisco Sagredo Mayo 8, 2014

En junio de 2004, el portugués José Mourinho firmó como técnico del Chelsea de Inglaterra. “Mou” había ganado la Champions League con el Porto, el año anterior, y en su presentación ante la prensa británica afirmó, con su estilo característico, que “no era un entrenador cualquiera, sino uno especial”. Desde ese día fue bautizado como Special One por los medios. Esa misma temporada el Chelsea terminó con una sequía de 30 años y se tituló campeón de la liga. El luso se transformó en el primer técnico extranjero en obtener el campeonato inglés en su temporada debut.

Una década después, Manuel Pellegrini está a las puertas de igualar el hito de Mourinho y convertirse en el tercer extranjero (también lo logró el italiano Carlo Ancelotti el 2010 con el Chelsea) en gritar campeón en su primer año en Inglaterra. Si al menos empata ante el West Ham en la última fecha, el chileno será además el primer entrenador sudamericano en ganar la Premier League.

Sería el principal hito en su extraordinaria carrera en Europa. 25 años después del doloroso descenso con Universidad de Chile, Pellegrini está a punto de demostrar que lo suyo no es sólo el orden, la seriedad y la garantía de buen juego que regaló en sus pasos por el Villarreal, el Real Madrid y el Málaga. Con el Villarreal y el Málaga se dio el gusto de competir de igual a igual con los grandes, metiendo en la élite del fútbol internacional a dos instituciones acostumbradas a luchar por no descender. Ahí no consiguió ningún título, pero nadie lo cuestionó. El 2009 le llegó la gran oportunidad y firmó por el todopoderoso Real Madrid. La chequera de Florentino Pérez le trajo a Cristiano Ronaldo, Kaká y Karim Benzemá para engrosar la plantilla galáctica. Pellegrini cuajó una temporada estadísticamente de ensueño, anotándose una serie de registros históricos para el club. Pero esos números de poco le sirvieron. Esa temporada no ganó nada, fue despedido y pareció que su método no calzaba en instituciones con la presión de ser siempre campeón.

Hoy, a sus 60 años, Pellegrini está a punto de demostrar que lo suyo también es la competitividad en situaciones de extrema exigencia. Sería una gran revancha en el más alto nivel. De seguro él se mantendrá tranquilo, no hablará de vueltas de mano y menos apuntará a sus críticos. Es el sello del ingeniero: la silenciosa convicción en su método.

Sólo resta saltar la valla del West Ham para demostrarles a todos que, a su manera, también es un técnico especial.

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