Por Zigor Aldama / El País Mayo 8, 2014

Cuarenta ladrones se perderían en la actual cueva de Alibaba. Porque la del siglo XXI tiene poco que ver con la que se describía en el clásico cuento de Las mil y una noches. No está ubicada en Oriente Próximo, sino en la ciudad china de Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang, y no esconde los tesoros de unos cuatreros, sino algo acaso más valioso: el centro neurálgico de Alibaba, la mayor empresa de comercio electrónico del país más poblado del mundo. Es un impresionante complejo de edificios cuyos secretos no se desvelan al grito de “¡Ábrete, sésamo!”.

No. Los visitantes tienen que conformarse con echar un rápido vistazo al horizonte de miradas fijas en monitores de computador y asombrarse con las pantallas gigantes en las que se reflejan, en tiempo real, los millones de transacciones internacionales que lleva a cabo la única compañía capaz de hacer sombra a Amazon. No en vano, un detallado estudio de Euromonitor International concluye que el principal portal de Alibaba, Tmall, superará en ingresos a la multinacional estadounidense el año que viene para convertirse en el mayor mercado virtual del mundo. En su conjunto, el grupo ya cuenta con casi 25.000 empleados y un catálogo cercano a los 800 millones de productos que le proporciona ingresos similares a los de Facebook, pero con unos beneficios que duplican los de la red social.

El jefe de todo eso es Lu Zhaoxi, un hombre de 44 años que se olvidó de rellenar una página en su solicitud de entrada a la escuela de arquitectura y terminó estudiando Administración de Hoteles. Lu se estrenó en el mundo laboral como recepcionista de un Holiday Inn en su ciudad natal, el centro fabril de Guangzhou. Ésa es una anécdota que le gusta recalcar para mostrar su valía en las pocas entrevistas que da. Quiere dejar claro que es un hombre hecho a sí mismo.

Su carácter decidido es lo que llamó la atención de un huésped extranjero que, cuando Lu llevaba ya seis años en el hotel, le ofreció trabajo en una empresa de internet que quebró al poco tiempo. “Ahí descubrí el potencial de la red, así que decidí abrir con unos amigos mi propia compañía de telecomunicación online para aprender más del sector”, recordó Lu en el Shanghai Business Daily. Esa decisión cambió su vida, porque Ma Yun, el visionario emprendedor que en 1999 fundó Alibaba desde el salón de su casa, se fijó en él y decidió comprarle la empresa pocos meses después. Así, Lu se convirtió en el empleado número 129 de Ma.

Poco a poco, la relación laboral que comenzaron en el año 2000 penetró en el terreno personal, y Lu fue ascendiendo en el creciente imperio chino del comercio electrónico: primero se encargó de las ventas en la zona sur del país; luego, en 2004, puso en marcha Alipay, un exitoso sistema de pago que se ha extendido ya por toda China; cuatro años más tarde comenzó su andadura en Taobao, la rama cliente a cliente (C2C) que ha cambiado los hábitos de consumo de la juventud china y cuyas ventas se han multiplicado por ocho desde que él tomó las riendas, en 2010; finalmente, en 2012 se encargó del diseño de Aliyun, el sistema operativo del grupo, y el año pasado ideó Wetao, un servicio de microblogs para vendedores y clientes. Así, Lu ha sido el incansable obrero que ha hecho realidad el sueño de Ma: convertir Alibaba en la suma de eBay -Taobao-, Amazon -Tmall- y PayPal -Alipay.

Eso sí, quienes los conocen a ambos dicen que son como el día y la noche. Ma hace gala de un carácter extrovertido y polémico; Lu prefiere trabajar sin llamar la atención, algo que sus detractores interpretan como consecuencia de un carácter gris. “Nos compenetramos a la perfección, porque él se centra en el diseño de la estrategia para el futuro mientras que yo me encargo del presente”, apostilla el directivo, que culminó su carrera en mayo del año pasado cuando Ma le entregó el control de Alibaba en una de las decisiones más controvertidas de la empresa.

El 56,3% de quienes respondieron a una encuesta realizada entonces por el portal de noticias Ifeng consideraron que su nombramiento era equivocado, y la gran mayoría reconoció no haber oído hablar de Lu. También hubo quienes señalaron sus fracasos para criticar su ascenso al puesto de consejero delegado, por el que ahora percibe unos 5,6 millones de euros anuales. El ejemplo más repetido fue el de Laiwang, una aplicación móvil que pretendía competir con el líder WeChat, equivalente chino de WhatsApp, y que nadie utiliza. “Los errores me gustan porque estimulan mi potencial”, aseguró Lu en una conversación con Bloomberg. “La presión es muy elevada, porque hay mucho que hacer para ganar la batalla del comercio electrónico, que nunca da tregua porque es un pastel muy grande”.

Y más grandes son todavía las expectativas de Lu para Alibaba. Pretende triplicar su actual volumen de transacciones para superar en 2016 al gigante estadounidense WalMart como la mayor red de comercios al por menor del planeta. Y se prevé que al año siguiente la rama Tmall logre ya ingresos por valor de 120.000 millones de dólares, 20.000 millones más que Amazon. Además, todo apunta a que será él quien tendrá que preparar la empresa para su estreno en Bolsa antes de que acabe 2015, un paso necesario para hacer una ampliación de capital de unos 13.000 millones de euros y convertir a Alibaba en la segunda mayor compañía de internet, sólo superada ya por Google.

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