Por Ricardo Bosshard, dir. de WWF Chile Marzo 6, 2014

El pasado 26 de febrero el Presidente Sebastián Piñera viajó al límite de las regiones de Los Lagos y Aysén para firmar los decretos de creación de tres nuevas áreas protegidas marinas e inaugurar el nuevo Parque Marino Tic-Toc, que con sus 87.500 hectáreas es el más grande de Chile continental. La zona se caracteriza por la presencia de la mayor población de ballenas azules del hemisferio sur.  Además de especies únicas de delfines, como el delfín austral y el delfín chileno; también nutrias, actualmente en peligro de extinción, y una gran diversidad de aves, colonias de lobos y una extraordinaria variedad de especies de invertebrados, como corales de agua fría.

Pero el trabajo para llegar a la creación de este parque marino no fue tarea fácil. Esta iniciativa de conservación comenzó a gestarse hace 15 años, impulsada por la Fundación Melimoyu. Luego, con el descubrimiento de que el área era una zona privilegiada para la alimentación y crianza de las ballenas, el proyecto tuvo un cruce natural con la labor desarrollada en la zona por WWF Chile, el Centro Ballena Azul (CBA) y la Universidad Austral, que ofrecieron sus capacidades científicas, técnicas y de gestión. 

Durante el  anterior gobierno de Michelle Bachelet se intentó crear una enorme área de protección marina en la zona, sin embargo, la iniciativa fracasó por la falta de apoyo de los diferentes actores del área.  Por esto en la actual administración se decidió redefinir el proyecto acotando a ciertos lugares las áreas de protección restringidas -en las que sólo se permite el trabajo científico y se prohíben las actividades productivas y extractivas- y creando otras áreas de múltiples usos, donde la autoridad y la comunidad pueden concordar la labor responsable de la acuicultura y la pesca.

Así, durante los últimos cinco años y con una inversión principalmente para generar información científica de entre US $ 200 mil y US $ 400 mil dólares anuales, se logró estudiar las áreas de desplazamiento de las ballenas a través de registros de videos y, con la instalación de un sistema GPS en una de ellas, se logró determinar que las ballenas azules incluso entran a la zona de los fiordos. Adicionalmente, ahora sabemos que unos 250-300 ejemplares llegan cada año a esta zona de Chile, lo que equivale al 10% de la población mundial que vive en las aguas australes del mundo.  No hay que olvidar que, pese a ser el animal más grande del planeta, es uno de los menos estudiados por la ciencia. Todo este trabajo de investigadores, más el esfuerzo de otros actores clave como la Fundación Melimoyu, se condensó en una propuesta de áreas marinas y costeras relevantes para conservar, que se entregó en octubre de 2013 al gobierno.

Este parque es una pieza clave más dentro de un plan de conservación mayor de lo que los científicos llaman la Ecorregión Chiloense, área ubicada entre la desembocadura del río Maullín y la península de Taitao. Este plan abarca una gran red de Áreas Marinas Protegidas, pero también un trabajo para disminuir el impacto de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos, lo que se podría lograr si es que las actividades productivas realizadas en la zona se ciñen a certificaciones como ASC, en acuicultura, y MSC, en pesquerías.  Solo así se puede lograr la verdadera sustentabilidad de una de las 35 áreas del mundo identificadas por WWF como prioritarias para ser conservadas.

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