Por Álvaro Donoso, economista Diciembre 12, 2013

Patricia Arancibia ha reeditado su libro de conversaciones con Roberto Kelly, Chile, un milagro. Leerlo es acercarse al Roberto modesto, entusiasta, y comprometido. El marino enamorado de su país; con una memoria prodigiosa, conocedor de cada rincón del territorio y de cada lugar donde puede atracar una embarcación a lo largo de las costas chilenas. Es acercarse al hombre bueno, de bajo perfil, pero tremendamente efectivo,  clave en el diseño de la gran reforma económica y social de Chile, concebida hace cuarenta años, y en su posterior aplicación, que orquestó en forma magistral desde Odeplán. Roberto Kelly, el gran formador de equipos, fue quien abrió las mentes militares a esas ideas que cambiarían Chile.

Él fue un marino distinguido que comandó naves de superficie y submarinos. Seguramente fue su comprensión profunda de los requisitos para que una gestión basada en metas, instrucciones y control centralizado, logre resultados, lo que lo llevó a postular otra forma de organización para la economía del país. Fue el más convincente impulsor de una economía de mercado, competitiva, donde la propiedad privada tiene un rol central, con libertad para contratar y contratarse, abierta al comercio con el mundo. Y trabajó intensamente para que sobre la base de una economía pujante, generadora de mejores empleos y remuneraciones, con empresas sólidas y exitosas,  el Estado definiera cómo recaudar impuestos para financiar sus labores permanentes y atender las necesidades de los más vulnerables, impulsando una revisión profunda de las políticas sociales.

Roberto Kelly estaba en actividades privadas cuando se agudizó la crisis en Chile. Abandonó todo para sumarse a la reconstrucción. No se cansaba de indicar a quienes trabajamos con él que era un momento de entrega, que el gobierno militar era una última posibilidad de evitar confrontaciones mayores, y que no había margen para fracasar. No aceptaba razones para volver a actividades privadas cuando estaba pendiente la tarea de desarrollar una nueva institucionalidad. Su compromiso con el país era contagioso y sumó a muchos jóvenes a esta labor.

Desde entonces, cuando Chile tenía un ingreso per cápita bajo el 80% del promedio en América Latina, nuestro país progresó enormemente hasta encabezar el ranking en la región. Disminuyó drásticamente su pobreza y evolucionó desde un país de pobres a un país de clase media, con más posibilidades y nuevas aspiraciones.

Basta dar una mirada a la región -Cuba, Bolivia y Venezuela- para apreciar la grandeza de la visión de quienes, como él, impulsaron las reformas en Chile. Nuestros hijos se han librado de ese destino gracias a personas que entregaron años a la patria como Roberto Kelly. Somos muy afortunados de volver a tener la oportunidad de revisar la vida y obra de Don Roberto en este libro de Patricia Arancibia.

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