Por Juan Pablo Garnham Septiembre 5, 2013

Los últimos diez años han tratado bien a Wendell Pierce. Desde que David Simon lo eligió para ser el detective “Bunk” Moreland en The Wire, sus actuaciones han sido sinónimo de buenas críticas. El mismo Simon lo llevó a la serie Treme y próximamente aparecerá en la nueva comedia de Michael J. Fox, quien vuelve a la televisión. Pero lo que está haciendo ahora no tiene nada que ver con las cámaras y todo que ver con sus orígenes: abrió una cadena de supermercados en el estado de Louisiana.

La idea de Pierce era atacar los llamados “desiertos de comida”. “Para mí, que crecí en Nueva Orleans, donde tanto de la cultura gira en torno a la comida, es inaceptable que existan”, dijo el actor a la radio pública de Estados Unidos (NPR). El problema, en todo caso, es innegable y es una piedra de tope para la campaña de Michelle Obama “Let’s Move!”, que busca promover la vida sana. De acuerdo al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), los desiertos de comida son espacios urbanos y rurales sin acceso directo a comida fresca, saludable y a buen precio. Se trata de lugares, en general pobres, donde no existen  supermercados en al menos una milla de distancia y la población sólo tiene acceso a restaurantes de comida rápida y minimarkets. Las cifras del USDA dicen que 23,5 millones de estadounidenses viven en desiertos de comida y más de la mitad de ellos son de bajos ingresos.

Pierce sabe lo que ha sufrido su ciudad desde que en 2005 Katrina arrasó con todo, incluida la casa donde él se crió. Impulsada por el turismo, la ciudad ha recuperado sus restaurantes -hay más de 1.200, cifra superior a la que existía antes del huracán-, pero son los supermercados los que no han retornado. Los desiertos de comida, que son una realidad especialmente presente en los estados sureños, se han instalado con fuerza en una de las ciudades más culinarias del país. Hay muchos barrios en los que es imposible encontrar una lechuga o un tomate. Por todo esto, Pierce decidió crear una compañía que intente resolver el problema: Sterling Farms Fresh Food.

El actor se asoció con dos amigos y decidieron invertir su dinero en una cadena de supermercados que tuviera comida sana y a buen precio, pero con la diferencia de que las locaciones de las sucursales serían escogidas de acuerdo a la presencia de estos desiertos de comida. La iniciativa llevó a Pierce a ser nombrado por la revista Fast Company entre las cien personas de negocios más creativas en 2013.

En marzo de este año abrieron el primer local, en el barrio de Marrero, cerca de Nueva Orleans. En la inauguración, Pierce llevó a la prensa y a los nuevos clientes la sección que, para él, es la más importante, el pasillo Nº 1, el de las frutas y verduras. “Es la principal razón por la que abrimos esta tienda. El acceso a estos productos es algo que creemos obvio, como cepillarse los dientes en la mañana”, dijo Pierce, “pero la falta de acceso a productos frescos ha llevado a la gente a tomar malas decisiones, como la comida rápida o la comida procesada. Lo que nosotros hemos observado es que si das la opción, el impulso de los consumidores es a comprar una manzana o un plátano en vez de una barra de chocolate”.

Pierce y sus socios han pensado también en los que no tienen automóvil.  El supermercado cuenta con servicio de transporte gratuito para todos los clientes que gasten cincuenta dólares o más. 

La iniciativa ha dejado contentos a clientes y a las autoridades, sin embargo, el crecimiento de la cadena ha avanzado con lentitud. El principal problema ha sido el financiamiento de nuevas sucursales. Sterling Farms ha obtenido fondos de la Iniciativa de Financiamiento de Comida Sana, del gobierno de Barack Obama, pero eso ha demostrado no ser suficiente. “Lo más difícil ha sido asegurarse que todos estén a bordo de este proyecto cuando llegamos a las instituciones bancarias”, dijo Pierce a NPR. Le ha costado convencer a los bancos de que estos supermercados pueden ser viables en comunidades pobres. 

Sin embargo, Pierce insiste en que esto no es caridad, sino que los números funcionan, que las comunidades pobres no sólo están dispuestas, sino que quieren comida sana. Que esto no es tan innovador o raro como el otro proyecto social en el que está involucrado, donde está construyendo casas con energía solar o geotérmica para familias desplazadas por Katrina. “Lo que le digo a todos es que no estamos reinventando la rueda”, explicó Pierce en una entrevista al Times Picayune, el diario local de Nueva Orleans. “Esto es simplemente un buen negocio. Es entender que la demanda y los valores son el esqueleto de la comunidad”.

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