Por Francisco Sagredo Marzo 28, 2013

 

Exactamente hace dos años, en marzo de 2011, Jorge Sampaoli cumplía su tercer mes como entrenador de Universidad de Chile. Bautizado como el “Bielsa Chino” o el “Bielsa de Patronato” debido a su admiración por el técnico rosarino y su menor categoría en términos de currículum y salario, Sampaoli intentaba afirmarse en la banca azul tras irregulares resultados en el inicio de su gestión.

Ese marzo de 2011 Claudio Borghi recién se hacía cargo de la selección chilena, asumiendo la pesada mochila del fantasma de Marcelo Bielsa y preparando su debut para los amistosos en Europa.

En medio de ese contexto Sabino Aguad, gerente del Fútbol de la U, recibió a Sampaoli en su oficina tras una práctica del equipo. Diariamente el técnico pasaba a verlo para explicarle sus necesidades, planificar los movimientos del plantel o, simplemente, hablar de fútbol. 

Sin embargo, una de esas charlas escapó a la rutina y quedó archivada en la memoria del gerente. Sampaoli, de la nada y sin que Aguad le pusiera el tema sobre la mesa, confesó que soñaba con hacerse cargo de la selección chilena porque, a su modo de ver, la Roja contaba con una generación privilegiada de futbolistas que tenían personalidad, eran jóvenes y rendían a gran nivel bajo el esquema y método de trabajo “bielsista”. Aguad, sorprendido, sólo atinó a decirle al entrenador que primero se afirmara en la U y que después soñara con el buzo rojo, en especial cuando Borghi recién comenzaba su proceso en Juan Pinto Durán. Sampaoli sonrió y le afirmó a Sabino que, con él a cargo, esta selección chilena “volaría”.

Después de esa conversación en el centro de entrenamiento azul muchas cosas pasaron en el fútbol chileno. Sampaoli se graduó de técnico prestigioso en la banca universitaria tras ganarlo todo en Chile, quedarse con la Copa Sudamericana y alcanzar las semifinales de la Libertadores. En la selección en cambio, Borghi fracasó en un proceso que no sólo fue de más a menos en lo futbolístico, sino que también terminó colmando la paciencia del hincha y el medio debido a las permanentes faltas de disciplina que protagonizaron los jugadores dentro y fuera de la cancha.

Paralelo a los triunfos azules y las derrotas rojas, Borghi se enfrascó en una serie de inútiles polémicas con Sampaoli a quien, literalmente, el ex entrenador de la selección “no tragaba”, según confesó a varios de sus colaboradores más cercanos.

Así se llegó al desenlace conocido: el Bichi fue despedido tras un segundo semestre del 2012 desastroso y el admirador de Bielsa dejó Universidad de Chile para agarrar el fierro caliente de la Roja. En el CDA era un secreto a voces que Sampaoli dejaría el club a fines del 2012. El técnico recibió ofertas millonarias desde Brasil y el fútbol árabe, pero privilegió hacer realidad su sueño: dirigir a la selección chilena y clasificarla al Mundial de Brasil.

¿Cumplirá Sampaoli su objetivo? Aún restan cinco partidos, tres en casa (Bolivia, Venezuela, Ecuador) y dos de visita (Paraguay y Colombia). Las matemáticas son simples y Chile, sumando diez unidades más, clasificará en forma directa y por primera vez en la historia a su segunda Copa del Mundo consecutiva.Lo mostrado el primer tiempo ante Perú en Lima y en la victoria sobre Uruguay en Santiago permiten ilusionarse con el técnico que, con su metodología de trabajo y estilo “bielsista”, comenzó a devolverle a Chile el orden y la actitud que se había extraviado en la cancha y en los pasillos de Juan Pinto Durán.

Exactamente hace dos años Sampaoli le confesó a Sabino Aguad cuál era su deseo más íntimo. Hoy, el destino lo tiene al frente del equipo que él quiere “hacer volar”. De aquí a octubre de este año, veremos si el entrenador es capaz de hacer realidad su propia profecía.

 

Relacionados