Por José Manuel Simián Febrero 9, 2012

Cuando el país ya parecía haberse olvidado de la polémica sobre el matrimonio homosexual -permitido en seis estados y prohibido en más de 30-,este martes una corte de apelaciones federal declaró inconstitucional la llamada "Proposición 8" de California. La disposición, aprobada en 2008 por el 52% de los votantes tras una amarga campaña por lado y lado, había incorporado a la Constitución de ese estado un pequeño artículo: "Sólo el matrimonio entre un hombre y una mujer es válido o reconocido en California".

El texto de Perry v. Brown, fallo de esta semana, se lee como una exhaustiva revisión de los argumentos a favor y en contra del matrimonio homosexual -además de una excelente redacción, tiene secciones particularmente inspiradas, como cuando cita a Groucho Marx, Shakespeare y Sinatra para ilustrar el valor social de la expresión "matrimonio"-, pero al final se concentra en un solo punto: indicar que, al usar su poder de impulsar legislación para atacar a un grupo minoritario y quitarle un derecho sin tener una razón legítima para hacerlo, los californianos violaron la disposición de la Constitución de Estados Unidos que asegura la igualdad ante la ley.

Ahora el conflicto podría pasar a la Corte Suprema, la que zanjaría la constitucionalidad de prohibiciones similares para todos los estados. Para que ello suceda, eso sí,  tienen que ocurrir todavía muchas cosas, incluyendo que la corte decida pronunciarse sobre el caso, cosa que cada año hace con apenas unas 100 causas, de 10.000. Contra esta posibilidad juega un factor que podría hacer el caso poco meritorio del tiempo del máximo tribunal: a pesar de la amplitud de los argumentos evaluados y de que la corte tiene jurisdicción sobre 9 estados, los magistrados  limitaron su decisión exclusivamente a California.

En caso de que la Corte Suprema acceda a revisar el caso, tendría una buena razón para inclinarse por los derechos de los homosexuales: Perry v. Brown se apoya fuertemente en Romer v. Evans, fallo de la Suprema redactado por el juez Anthony Kennedy, quien es considerado el voto de desequilibrio en una corte dividida entre liberales y conservadores.

Más allá de lo que pase con la Corte Suprema, el fallo de esta semana promete reavivar las llamas de la guerra cultural durante la campaña presidencial. Ayer los tres candidatos republicanos con posibilidades de enfrentar a Obama en noviembre -Romney, Gingrich y Santorum- hicieron todo lo posible por ser el que rechazara con más fuerza el fallo californiano: uno lo calificó de antidemocrático y otro afirmó que los jueces les habían quitado derechos a los matrimonios entre un hombre y una mujer.

Por su parte, el presidente Obama, que nunca ha logrado resolver el conflicto entre su fe y sus creencias liberales, aprovechó la oportunidad para no decir nada de nada.

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