Por José Manuel Simián Octubre 6, 2011

Bob Dylan viene pintando de manera amateur desde hace cuatro décadas. Su afición no es ningún secreto (pinturas suyas decoran las carátulas de algunos de sus discos), y tampoco sorprende si se considera que en su medio siglo de carrera también ha incursionado en la literatura y el cine.

Pero la pintura parece haber sido su mayor obsesión después de la música. Tras comenzar a pintar regularmente  a fines de los sesenta, en los setenta tomó lecciones con el pintor ucraniano Norman Raeben. Con todo, Dylan esperó hasta 2007 para hacer su primera exposición, luego de que lo contactara la curadora del Museo Kunstsammlungen de Chemnitz, Alemania. La Drawn Blank Series recibió críticas dispares: mientras algunos lo consideraron apenas un pintor amateur, otros vieron mérito propio en sus creaciones y llegaron a ponerlas-por técnica o temática- en el contexto de autores como Matisse, Hopper y Munch.

Tras el éxito inicial, vinieron exposiciones en Copenhague y Londres y, finalmente, hace un par de semanas, en Manhattan. Las 18 pinturas que conforman The Asian Series fueron descritas por la galería Gagosian como "una reflexión visual" de los viajes de Dylan por Japón, China, Vietnam y Corea. El catálogo traía una entrevista a John Elderfield, curador en jefe de Pintura y Escultura del MoMA, quien hablaba en términos elogiosos y eruditos de las creaciones.

Pero a pocos días de la apertura, alguien descubrió similitudes entre las pinturas de Dylan y fotografías de Asia tomadas por los célebres Cartier-Bresson, Kessel y Busy, y un coleccionista aseguró que otras pinturas estaban inspiradas en antiguas imágenes que él había subido a internet. Las acusaciones de plagio y fraude volaron.

Mas Dylan no ha "plagiado" a nadie. Evidentemente, es mucho menos interesante la idea de Dylan navegando en internet para encontrar inspiración para su próxima pintura que el imaginarlo con un atril y boina en un canal de Shanghái o una favela de Río (que pintó en base a otra foto en su Brazil Series). Pero lo que Dylan hizo fue adaptar un medio a otro  (y que ha hecho con poesía, libros y citas a otras canciones desde el comienzo), algo que muchos llaman "el proceso folk".

Lo verdaderamente importante son dos preguntas. La primera es si Bob Dylan es un buen pintor, y aquí el jurado sigue dividido. La segunda, la que abre caminos insospechados, es ésta: ¿Qué llevó a Dylan a mentir sobre el origen de sus pinturas, o al menos a no reconocerlo? (En rigor no mintió: en la entrevista con Elderfield dijo pintar "principalmente de la vida real", para más adelante nombrar una lista de fuentes que incluían fotografías).

Y las respuestas en forma de preguntas: ¿Realmente pensó que nadie se daría cuenta? ¿Está con este juego de espejos queriendo decirnos algo sobre su vida o su obra musical? ¿O es posible que se trate de una broma que sólo Dylan entiende, un chiste adolescente sobre el mundo del arte? Lo interesante es que probablemente nunca lo sepamos. Ésa es la marca de un gran artista, aun si no es un gran pintor.

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