Por Patricio Jara Julio 21, 2011

Acaba de llegar a librerías chilenas el ensayo con que el filólogo español Jorge Fernández Gonzalo resultó finalista del Premio Anagrama 2011. Su título es cuando menos inquietante, pero también, en vista de algunas señales de nuestra contingencia, bastante oportuno y necesario: Filosofía zombi.

Enganchado fuertemente del cine (en especial a la media docena de películas de George Romero y unas cuantas subsidiarias), Fernández Gonzalo ofrece una lectura profunda de ciertos aspectos representativos de la conducta humana enfrentada a los medios de comunicación, la publicidad, la política y, en especial, la economía.

Con un lenguaje fresco y un orden de la documentación en beneficio del lector, éste es un trabajo de alcance mayor.

¿Por qué un personaje tan utilizado y siempre envuelto en tramas predecibles o rudimentarias no termina jamás de agotarse?

Nos gustan los zombis porque nos reconocemos en ellos. Ese ejército de cuerpos putrefactos es capaz de presentarse como un espejo, como una polaroid que retrata nuestros propios instintos. Los zombis son lo que somos y también lo que tememos; aquello en lo que a veces nos transformamos sin darnos cuenta.Todos tenemos nuestro momento zombi.

La médula de este ensayo está en cómo el poder exhibe y se apropia de aquello que no figuraba en los planes y, de pronto, está ahí, en frente. Los estafados de La Polar, los estudiantes que marchan semanalmente por la Alameda (lo de Thriller no fue un chiste), los mineros de Copiapó (antes y después de la demanda al Estado), los peruanos que habitan la Plaza de Armas de Santiago, los colombianos que llegaron en masa a las ciudades del Norte y, por supuesto, la marea roja (que se comió y bebió todo en Argentina durante la Copa América) podrían ser representaciones de aquello.

"El zombi como concepto" se advierte en las primeras páginas "como metáfora desde donde entender el entorno mediatizado que nos rodea: desequilibrios financieros, pasiones reducidas al pastiche de su expresión hiperreal, modelos de pensamiento afianzados en el poder y consolidados en la puesta en práctica de la máquina capitalista".

Filosofía zombi lee bien el contexto y éste termina dándole la razón.Además del éxito de series de TV como The Walking Dead, pronta a estrenar su segunda temporada, o el remake de The Evil Dead, a cargo del uruguayo Federico Álvarez, hoy se suman otros trabajos que hacen foco en el zombi como vehículo para nuevas metáforas. Tal es el caso de Juan de los Muertos, de Alejandro Brugués, ambientada en La Habana actual: de pronto la capital de Cuba se llena de muertos caminando y el gobierno, sorprendido, sólo atina a acusarlos de "disidentes pagados por Estados Unidos", pero luego las cosas comienzan a cambiar.

"El miedo es siempre una alegoría política en el género zombi", precisa Fernández Gonzalo. "Una fiebre porcina por aquí, un enemigo árabe allá, una crisis macroeconómica o nuevos datos sobre el efecto invernadero. El falso estado de alarma constante ha convertido el alarmismo en una mera pantomima, en parte de la ficción televisiva".

En Filosofía zombi prima el intento por comprender el fenómeno desde una perspectiva cultural más amplia, entendido éste como un artefacto cargado de significaciones, como una síntesis que se proyecta en una sola idea: el hombre hecho amenaza para sí mismo.

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