Por quepasa_admin Diciembre 5, 2013

En la provincia de Santa Fe, Argentina, existe una máxima: “Un agricultor sin un molino de viento no es un agricultor”. Desde hace años esa región trasandina se abastece del recurso hídrico por medio de esta tecnología. En Chile, esta fórmula desapareció hace cincuenta años, cuando se masificó el uso de la electricidad.

Gonzalo Montenegro decidió revivir estas torres. Hace tres meses importó los primeros 10 molinos de viento, aprovechando sobre todo la compleja situación eléctrica que vive el país. “En vez de bombas que usan electricidad, la idea es que los chilenos se reencanten con este sistema, que es mucho más barato”, explica el emprendedor dueño de Movento. Ya hay siete torres instaladas en Aculeo y Peralillo. Una de ellas la adquirió un grupo de 10 personas que hace un tiempo compraron una de las dos islas que existen en Aculeo.

Los molinos de viento -que cuestan entre 2 y 3,5 millones de pesos- sirven no sólo para el regadío, también para llevar agua potable a las casas ubicadas en zonas rurales. Por eso, Montenegro ya comenzó gestiones con  Indap para lograr subsidios que beneficien a pequeños agricultores interesados en adquirir esta tecnología.

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