Por quepasa_admin Octubre 8, 2010

Después de la inauguración de su centro de entrenamiento en La Cisterna, la próxima meta para Azul Azul era obvia: un estadio propio. Si bien los deseos del club de tener una cancha donde jugar de local siempre son conocidos, hay una parte de esa historia que no lo es tanto.

Hace un tiempo,  "la U" era dueña de terrenos en el Parque Araucano, lugar donde en algún minuto, construirían su primer estadio. Todo sucedió en 1971, cuando el entonces presidente del club deportivo, Emilio Torrealba, consiguió que la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu), le permutara unos terrenos que tenía la casa de estudios en el aeródromo La Castrina, en La Granja, por seis hectáreas del fundo San Luis, en Las Condes, lugar que hoy es conocido como Parque Araucano.

Justamente en ese paño se pensó un estadio para 15.000 personas, que nunca alcanzó a concretarse. Aquí es donde la historia se complica: mientras unos dicen que no se hizo porque, después del golpe militar de 1973, la Universidad de Chile fue intervenida y todos los planes cambiaron, otros como Ambrosio Rodríguez, ex presidente de la Corfuch, dice que el proyecto nunca recibió la aprobación de la municipalidad por malos accesos y motivos de vialidad.

Esos terrenos siguieron perteneciendo a la Universidad hasta 1985, año en que la casa de estudios los vendió a la Municipalidad de Las Condes para pagar la reconstrucción de varias de sus facultades afectadas por el terremoto. Por esas mismas razones, Roberto Soto, el rector en esos años, también tuvo que vender la piscina de Carlos Antúnez con Los Leones, en Providencia.

Algunos años antes, eso sí, la opción de un estadio para el club había reflotado. Fue durante los primeros años de la década de los 80, cuando dirigentes de la Corfuch compraron un estadio mecano en Brasil, que habría costado US$ 2 millones. En un principio lo ubicarían en Américo Vespucio, en Macul, aunque también se especuló con hacerlo en Quinta Normal. El problema fue que la "U" nunca pudo costear los derechos de internación. El estadio llegó hasta Iquique y nunca salió de aduanas. El club intentó realizar rifas, como la tristemente célebre "Gananga", pero no logró juntar el dinero suficiente. El estadio terminó acumulando óxido y finalmente fue rematado. Desde entonces que los azules alternan la localidad en distintos estadios del país.

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