Por quepasa_admin Marzo 27, 2010

Si hasta el 2003, como gerente general y socio de Inverlink, Enzo Bertinelli (44) tuvo un lujoso Audi TT, hoy maneja una sencilla camioneta sportwagon Fiorino en la cual reparte pedidos a domicilio de mariscos. Se dedica a ello tras formar una pequeña empresa familiar, que además exporta merluza austral e importa camarones.  Por su parte, Eduardo Monasterio (en la foto), quien fue presidente del mismo holding y llegó a tener un patrimonio líquido de US$ 35 millones -correspondiente al 33% del grupo-, actualmente vive de allegado en la casa de una hija y su pensión de $450 mil mensuales apenas le alcanza para pagar los gastos médicos de las varias enfermedades que padece a sus 68 años.

La época de lujos de ambos ex ejecutivos terminó de golpe cuando hace siete años estalló uno de los mayores escándalos financieros de la última década, que se desató cuando el ex presidente del Banco Central, Carlos Massad, descubrió que su secretaria Pamela Andrada enviaba e-mails a Bertinelli con información clave que situó a Inverlink como una de las corredoras de bolsa más exitosas del mercado.

El ministro Patricio Villarroel acaba de dictar la primera sentencia por cohecho en contra de siete implicados en el caso. La más perjudicada es Pamela Andrada, condenada en primera instancia a cuatro años de cárcel, por lo que su abogado apelará. Monasterio fue sentenciado a 300 días, los que ya cumplió cuando estuvo preso en 2003. Y Enzo Bertinelli, a 800 días. De ellos, ya pasó un año y un mes privado de libertad en Capuchinos. Hoy está a la espera de que el juez cierre el sumario de la arista "Corfo-Inverlink", una de las más complicadas del proceso.

Desde que estalló el caso, ninguno de los tres protagonistas ha logrado rehacer su vida laboral. Tres meses después de quedar libre, cercanos a Pamela Andrada -quien estuvo en Capuchinos entre febrero y septiembre de 2003- cuentan que se instaló con un puesto de regalos en una feria de Navidad en el barrio Bellavista, frente al puente Pío Nono. Hoy, tiene 46 años y hace dos meses consiguió entrar a un plan piloto para pacientes de Fonasa a través del cual habría logrado un tratamiento gratuito para su esclerosis múltiple. Durante los últimos años ha trabajado activamente en la Agrupación de Enfermos con Esclerosis Múltiple, entidad que logró que el tratamiento, que cuesta un millón al mes, esté cubierto por el Plan AUGE a mediados de 2010. Aunque su enfermedad está controlada, Andradra no siempre está bien, ya que además padece artritis reumatoide. Sólo ha hecho pequeños trabajos como asistente en oficinas.

Enzo Bertinelli tampoco ha podido rearmarse del todo. Antes de montar su empresa de reparto de mariscos, en 2006, estuvo a punto de armar un negocio maderero, pero cuando los socios se enteraron de su pasado echaron pie atrás. De los bienes que tenía, entre ellos el Audi y un departamento en  Santa María de Manquehue, no le queda nada: vive en Casablanca junto a su esposa y sus dos hijos.

En el caso de Monasterio, su único empleo (por $300 mil mensuales) lo tuvo en 2004, cuando montó una oficina de asesorías junto a su yerno. Pero nadie podía saber que él estaba tras los informes, pues su nombre -tal como le ocurre a Bertinelli- aún genera desconfianza. Hoy se distrae con la reunión que una vez al mes sostiene con una veintena de oficiales jubilados de la Armada -institución a la que perteneció de joven- en el restaurante El Caleuche. También lee bastante -dicen que tres libros al mismo tiempo- y escribe una novela que trata de un ejecutivo financiero latinoamericano que vivió un tiempo en Estados Unidos y vuelve a su país a trabajar. Una historia muy parecida a la suya: en los años 80 él fue un exitoso ejecutivo del Chase Manhattan Bank y cuando volvió a Chile montó Inverlink.

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