Por Enrique Mujica, Director Noviembre 7, 2009

Sobre los indecisos se cierne la especulación. Que son ciudadanos timadores, que saben pero no quieren decir. Que esconden su voto. Que no tienen claro hasta último momento qué elegirán. Que juegan a ganador. Que se dejan llevar por la sensación-térmica.

En comicios estrechos, los indecisos son el caviar electoral. Para ellos son los últimos cien metros de las campañas. Ellos pueden cargar la balanza.

En esta edición, quisimos ponerles rostro a los indecisos. La casta de los que no saben/no responden. Llaman la atención las mil teorías para catalogarlos y las dos mil para seducirlos. Algunos politólogos incluso esbozan la tesis de que son una raza hipócrita, porque todos tienen su decisión ya tomada y otra cosa es que no la confiesen.

Hace algunas semanas, José Hurtado -PhD en Neurociencias y socio fundador de tendenciaspoliticas.cl- escribió en esta revista un posteo muy sugerente. Grosso modo, sostenía que "parte del misterio de los indecisos, y de otros misterios de las encuestas, reside en la naturaleza de lo que éstas recolectan: declaraciones explícitas de los encuestados; lo que declaran querer o declaran creer". Sin embargo, existe una vasta zona: la de los prejuicios sociales. Ahí borbotea la honestidad. Contaba Hurtado que en Harvard crearon un test para medir ese inconsciente del votante indeciso. Luego de unas pruebas en terreno llegaron a la conclusión de que una semana antes de la elección se puede predecir la preferencia del dubitativo.

Relacionados