Por quepasa_admin Noviembre 7, 2009

La noticia estalló  en todo el mundo. El 11 de diciembre de 1991, en medio de la incógnita sobre su destino, el jerarca de la ex RDA, Erich Honecker, y su esposa Margot ingresaron a la sede diplomática de Chile en Moscú en búsqueda de refugio político. Su amistad con el entonces embajador en Rusia, Clodomiro Almeyda (PS), les abrió las puertas de la misión. En esta entrevista, el ex diplomático James Holger se refiere a la negociación que él llevó por  solicitud de Patricio Aylwin para lograr la salida de Honecker y revela el ocaso del máximo líder de la Alemania socialista, quien murió en Chile en 1994.

-¿Considera este episodio como uno de los más graves en la historia de la diplomacia chilena?

-Sí. Por una razón muy sencilla: afectaba la relación entre el presidente DC y el PS, en cuyas filas muchos de sus miembros estuvieron exiliados en la RDA.

-¿Por qué  se le dio refugio al ex gobernante en circunstancias de que Alemania Federal lo requería por una responsabilidad criminal?

-Por razones humanitarias. Un primer examen dio cuenta de que el cáncer que padecía se había expandido.

-¿Cómo fue su primer encuentro con Honecker en la embajada de Chile ?

-Fue una reunión muy cordial. Aunque, al mismo tiempo, tomé conciencia de lo dura que era su posición. Decía que en Alemania Federal, un Estado al que consideraba fascista, no lo iban a someter a un juicio imparcial y que lo iban a secar en la cárcel. Lo difícil era persuadirlo de que en ese país existía el Estado de derecho. Finalmente se logró.

-¿Por qué usted se enfrentó al subsecretario de Justicia de Alemania Federal?

- Esto tiene que ver con el acuerdo político al que llegó Helmut Kohl y Boris Yeltsin, en cuanto a que la situación de Honecker se trataba de una operación policial, lo que contradecía nuestra búsqueda de una salida jurídica. El subsecretario de Justicia me dijo: "Ustedes lo colocan en la puerta de la embajada. Ahí, la KGB lo recibe y nosotros mandamos un avión militar". Yo aduje entonces que si Honecker enfrentaba acusaciones criminales, les correspondía actuar a los tribunales y no al gobierno de ese país.

-¿Por qué  Honecker accedió a salir de la embajada?

-Mi impresión es que fue difícil el encierro en que se encontraba, porque era muy humillante para alguien que se enorgullecía de su condición de ex jefe de Estado. Ahora bien, él vivía en una jaula de oro. Estaba hospedado en la mejor pieza, una especie de suite con  baño, donde escuchaba la Deutsche Welle y recibía todos los días los ejemplares de los cuatro mejores diarios de Alemania Federal.

-¿Temían que él pudiese suicidarse?

-Algunos pensaban que Honecker se suicidaría. Cuando llegó la hora de partir, Honecker subió al segundo piso de la embajada para arreglar todas sus cosas. Entonces, hubo un pedido de parte de las autoridades de ir con nosotros, argumentando que él podía quitarse la vida. Yo les dije que no. Tenía la convicción de que no lo haría, porque era un hombre demasiado orgulloso y quería defenderse.

-¿Cómo explicaban la caída del Muro de Berlín?

-Mencionaban las presiones externas de las que fueron objeto y, por supuesto, a Gorbachov, a quien adjudicaban ser el gran traidor de la causa del  socialismo. No. Idealizaban el sistema.

-¿Cuál es su último recuerdo de Honecker?

-Cuando se despidió me dijo: "Ud. siempre respetó mi condición de ex jefe de Estado y me respetó como persona. Le estoy profundamente agradecido".

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