Por Enrique Mujica, Director Octubre 10, 2009

Si no se han fijado, en la fotografía de la portada de esta edición, la mano izquierda de Lula tiene un dedo menos. Es el meñique. Lo perdió en 1964, cuando trabajaba como obrero en una empresa metalúrgica. Tenía 19 años. Con el paso del tiempo el meñique perdido se convirtió en imaginería política: era reflejo de lo que a los pobres les faltaba. Biografía y poder: la fórmula Lula.

"Será el presidente más importante de la historia de Brasil", me dice Cristián Bofill, director de La Tercera, un brasileñófilo por esencia: vivió largo tiempo en São Paulo. El mandatario encabeza el despegue definitivo del país -planeta, para muchos- más grande de Sudamérica. Debería ser una historia previsible, pero no lo es y ahí está la gracia. Argentina es otra historia previsible, truncada por la tozudez de la clase política que no escatima en evitar llegar a puerto. Al contrario, Brasil parece por fin encaminarse. Es cierto: carga con los males del continente -corrupción, narcotráfico y violencia- y una deuda social superlativa, pero las articulaciones  del gigante se mueven, aceitadas ahora por los elogios y el reconocimiento. Se llevaron el Mundial de Fútbol y las Olimpiadas. Dentro de las economías emergentes, es una de las estrellas. Sus reformas clasifican dentro de los manuales del buen gobierno.

En esta edición, abordamos el presente de Brasil: los aciertos de Lula, la idiosincrasia, cómo han logrado vender imagen-país, el estilo que impera a la hora de hacer negocios. Y de vivir. Brasil está de moda.

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