Por Enrique Mujica, Director Agosto 22, 2009

Patricio Contesse, el gerente general de Soquimich, reconoce en el reportaje de portada de esta edición que décadas atrás no tenían idea para qué podía servir el litio. Absolutamente plausible. Es más: hace diez años -una milésima de segundo en la historia- pocos podían presumir que el planeta se desenchufaría, que vendría la fiebre de lo portátil, que nacerían autos híbridos y que las placas solares dejarían de ser una excentricidad sospechosa para convertirse en un imperativo casi ético.

La experiencia de Soquimich -compañía globalizada pero con gestión local, que puede convertirse en un actor central de la nueva economía mundial- es reveladora acerca de las benditas incertidumbres que hoy vive el planeta.

Pocos saben que Apple, Honda, Sony o Samsung -entre muchas firmas high tech- hoy dependen del Salar de Atacama, en cuyas entrañas residen importantes reservas de litio, insumo vital para las baterías.

El desarrollo acelerado de la tecnología supera con creces los planeamientos. Habrá que revisar con ojo meticuloso y cierta suspicacia los vaticinios acerca de hacia dónde debemos enfocar nuestros esfuerzos como país. Mirar hacia fuera con voracidad. Tocar las puertas de las universidades norteamericanas, chinas, europeas e indias. Confiar en los esfuerzos privados y en la sabiduría de los mercados. Y aprovechar, sin  apanicarse, que todo está cambiando.

Relacionados