Por Estela López García // Fotos: José Miguel Méndez Enero 19, 2018

En abril de 2017, el Ministerio de Economía se enteró de la compleja situación financiera de la cooperativa Financoop. Ahí se estimó que el daño patrimonial era de $5.000 millones, pero ese monto fue escalando y hoy alcanza los $13.000 millones. Durante el segundo semestre el Ministerio de Economía presentó una serie de medidas prejudiciales, entre ellas una precautoria que prohibía el funcionamiento de la cooperativa, mientras que en paralelo la cooperativa, que cuenta con 49.000 socios, inició una pelea en tribunales apelando a su reorganización.

Hace dos semanas, el CEO de SIDI, Dominique Lesaffre, socio internacional de Financoop, viajó a Chile para reunirse con el consejo de administración de la cooperativa de ahorro y crédito, que está en pleno proceso de rearme. SIDI es parte de CCFD-Terre Solidaire, una ONG sin fines de lucro vinculada a la Iglesia Católica francesa, que en noviembre de 2016 decidió comprar la participación de Norte Sur —sociedad de inversiones del empresario Vicente Caruz— en Financoop para generar un modelo de financiamiento que permitiera llegar a comunidades que no tienen acceso a crédito.

"No fuimos capaces de generar confianzas con el gobierno, y el gobierno no logró convencerse de que nuestra propuesta era confiable"

Una vez que SIDI dimensionó la gravedad de la crisis financiera que se había desatado al interior de la cooperativa, contactaron al economista Carlos Mladinic, ex secretario de Estado del ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle y militante DC para que asumiera como vicepresidente del consejo de administración de la cooperativa.

En la reunión encabezada por Lesaffre, el CEO informó que SIDI se está buscando una solución jurídica respecto a la transacción que llevó a cabo con Norte Sur, ya que, a su juicio, lo que compraron en 2016 no se condice con lo que realmente recibieron. Esto en paralelo con las gestiones que se están llevando a cabo para buscar una solución que permita devolver los dineros de los ahorrantes.

—¿Cuál ha sido el rol de SIDI y cuál es su impresión de lo que ocurrió con Financoop?

—SIDI compró una participación en noviembre de 2016 y en abril 2017 la administración les comunicó que, a su juicio, había una parte de la cartera que tenía una fuerte debilidad en su cobranza. SIDI dijo que lo más conveniente es poner en conocimiento de esto a las autoridades, y así se hizo. Se buscaron fórmulas para tratar de llegar a la mejor solución. Se presentó una propuesta y se le informó a SIDI que había sido aceptada por el Ministerio de Economía. SIDI, mucho más que victimario, es absolutamente víctima, en cuanto es un accionista que compra su participación en noviembre y que además tiene un depósito que ha estado todo este tiempo congelado y que va a sufrir la suerte que sufran los depositantes. La disolución de la cooperativa era la peor solución para todos. Estoy convencido de que aquí alguien se pasó varias películas de cowboy, de que esto era una operación de un grupo de democratacristianos que se estaban beneficiando con una cartera, que había alguna maquinación DC profunda. Pero cualquiera que vaya y revise todos los depositantes de la cooperativa y socios, va a ver que esta película de que alguien podría estar sacando plata de un lado a otro no existe.

—¿Es usted un convencido de que esa idea de platas políticas no es real?

—Los números dicen que no. ¿Dónde está la plata que “falta” de Financoop? ¿Dónde está el deterioro patrimonial? En gente que pidió créditos y no los ha pagado. La mayoría de los deudores de estas cooperativas son personas que tienen descuento por planilla, y en 2010 salió un dictamen que limitaba seriamente los montos descontados por planilla, del 40% los bajó a un 15%, y este tipo de créditos empezaron a quedar pendientes y a prorrogarse eternamente. La gente tiende a decir, cuando pasan estas cosas, que es La Polar. Pero hay dos diferencias fundamentales: La Polar cotizaba en Bolsa y los créditos daban intereses. En la cooperativa hace mucho tiempo que los créditos dejaron de devengar intereses,

—¿Ha hecho el ejercicio de mirar los depositantes y descartar que exista un tema político?

—Sí, lo hicimos, y no había nada. Desde el punto de vista de SIDI aún creemos que podemos rescatar este proyecto. SIDI quiere tratar de replicar en Chile lo que ha hecho en otras partes del mundo y llegar a comunidades indígenas, cooperativas de campesinos, etc., que no tienen acceso al crédito.

—¿Las reprogramaciones eran consensuadas?

—No eran reprogramaciones, a la gente se le transformaron las deudas en una especie de línea de crédito a la que ellos iban abonando en la medida que podían. Por eso es probable que, con una buena política de cobranza, parte de esa cartera se pueda recuperar. Hay gente que se ha querellado porque no se le ha pagado, pero no es porque la cooperativa no tenga plata, es porque se aplicó una precautoria. La cooperativa debe tener hoy unos $6.000 millones en caja.

—¿Por qué el Ministerio de Economía acusa que la cooperativa no ha querido transparentar los estados financieros reales y no da cuenta de la deuda total?

—En la junta de la cooperativa, a fin de mes, se van a entregar los estados financieros. Nuestra diferencia permanente con el ministerio era si estas líneas de crédito tienen que ser provisionadas, porque las normas de Decoop dicen que no correspondía que fueran provisionadas. Hoy el Decoop se comprometió a ordenar una cantidad de provisiones, pero ocho meses después.

—¿Cómo pretenden pagar a la gente que perdió dinero?

—Tiene que llegarse a un acuerdo y ese es el trabajo de la reorganización. Ya salió el acuerdo de la corte, tiene que producirse primero la junta de la cooperativa (29 de enero) y después  se llama a los acreedores para ver cómo se van a recuperar sus dineros. Lo más probable es que esto requiera tiempo, pero la esperanza es que puedan recuperar todos sus dineros si a la cooperativa le va bien.

—¿Cree que faltó voluntad entre las partes para llegar a un acuerdo?

—Claro, no fuimos capaces de generar confianzas con el gobierno, y el gobierno no logró convencerse de que nuestra propuesta era confiable. Tengo la impresión de que la película influyó.

—¿Tuvo la Iglesia Católica algún rol en la negociación con Financoop?

—No, ninguno, cero.

—¿Y usted intercedió?

—Nada. Soy amigo de Jorge Rodríguez hace 40 años, y soy muy cuidadoso con las amistades. Lo he visto varias veces, pero de este tema conversamos una vez, en sus últimos días de Banco Estado o los primeros días que llegó a Economía, y me preguntó qué pasaba con SIDI, fue una conversación de no más de 10 minutos.

 

“En la centroizquierda en algún  momento la economía pasó a segundo plano”

—Como economista ¿cuál es su mirada de lo que pasó con el Banco Mundial?

—Yo no creo que uno puede decir que esto influyó en el resultado de la elección determinantemente, no es el tema. El tema es la credibilidad que un órgano como el Banco Mundial tiene al momento de utilizar indicadores que produce para hacer políticas públicas. El indicador Doing Business es uno de los varios que usan quienes miran un país, como una primera idea, pero cuando ya toman la decisión de invertir no sería por un indicador.

—Aun así surge la idea de que esto puede haber influido en la percepción económica y por ende en la elección.

La fraternidad de los democratacristianos está quebrada, pero que la gente no se equivoque: si alguna vez los que se llaman sectores progresistas vuelven a ganar, será porque lograron incluir desde Jorge Arrate a Mariana Aylwin

—Todo suma, pero esta no es una situación de un indicador. En el trabajo sistemático de la oposición a este gobierno se creó un escenario de que la situación económica estaba muy mala y muy perjudicada, ese es el trabajo de la oposición, y lo que uno esperaría es un mejor trabajo de la contraparte. En Chile hace muchos años que eso está patas arriba, las más ácidas críticas a políticas del gobierno vienen de partidarios de gobierno y de partidos miembros del gobierno.

—¿Cuándo se desordenó esto?

—Con la derrota de Eduardo Frei como candidato de la Concertación. Los partidos no hicieron la pega de reordenarse y hasta hoy uno ve una crítica tremendamente dura a los gobiernos de Lagos, Frei y de Bachelet 1. Y si has gobernado 24 años y los partidarios de ese gobierno dicen que 20 lo has hecho pésimo ¿por qué te van a votar de nuevo?.

—¿Por dónde debería ir el camino del presidente electo para empujar el crecimiento y la inversión?

—Parte le va a venir desde afuera. El mundo va a tener una tasa de crecimiento mucho más atractiva,  del 4% o sobre el 4%. Y eso va a arrastrar el crecimiento de Chile. Donde tenemos que poner el acento es en cómo mejorar la productividad, eso pasa por capacitación, educación, modernización del Estado y mejorar las certezas en la aprobación de proyectos.

—¿Para el gobierno fue difícil poner el acento en ese último punto?

—No lo diría sólo en el gobierno de Bachelet. Tengo la impresión de que en la centroizquierda en algún momento la economía pasó a segundo plano, tal vez porque, y en eso debemos hacer una autocrítica los economistas, durante mucho tiempo la economía estuvo en un primerísimo plano. Las cosas se cortaban todas por el lado económico y eso generó algunos resquemores.

 

“Al frente amplio lo encontré bastante descarado”

—¿Cual debería ser la postura de la DC como oposición hoy ?

—Lo primero es saber quién es y definirse. La DC tiene que poner la pelota en el piso y ver qué quiere hacer, cuál es su espacio. Este partido fue formado por jóvenes católicos progresistas y desde esa posición construyeron. Hoy tienes un mundo más singularizado y hay que ver dónde nos ubicamos.

—¿Qué tanto comparte de lo que plantea el progresismo con progreso?

—Muchas de esas personas son amigos míos y por lo tanto sentí mucho que se alejaran del partido. La fraternidad de los democratacristianos está quebrada, pero que la gente no se equivoque: si alguna vez los que se llaman sectores progresistas vuelven a ganar será porque lograron incluir desde Jorge Arrate a Mariana Aylwin. Algunos de los planteamientos que hacen me parecen interesantes. Sin embargo creo que ellos también tienen que entender que no se hace política en grupos chicos. Ellos tienen todo el sentido al decir que la DC no puede renunciar a cosas para darle el gusto al Frente Amplio, al PC, a parte del PS, pero tenemos que entender que hay cosas que no podemos llevarlas a cabo si queremos tener una alianza con ellos. Si todos queremos llevar todo va a fracasar.

—¿Y en esa línea, cómo visualiza una alianza con el Frente Amplio?

—Lo que tiene que hacer, antes de hacer alianzas, es saber qué es y qué quiere la DC y después tratar de entender a qué quiere llegar el Frente Amplio. Al Frente Amplio lo encontré bastante descarado, porque durante la segunda vuelta ellos nunca quisieron decir “yo apoyo  a Guillier”, y ahora, a raíz de la mesa de la Cámara, en que potencialmente el candidato será Giorgio Jackson, exigen definir si apoyan o no. O sea cuando el candidato es de ellos uno tiene que definirse, pero cuando el candidato es otro hablan de la libertad de las personas, los votos, etc.

Relacionados