Por Estela López y Andrea Lagos A. // Foto: Mabel Maldonado Agosto 11, 2017

Como todos los jueves, a eso de la 13.30 horas del 3 de agosto, los siete miembros del directorio de TVN comenzaron a llegar al edificio de Bellavista 0990. Apenas se sentaron, cada cual recibió una carta. La leyeron en silencio. Era la respuesta de la Presidenta Michelle Bachelet a la misiva que le había enviado en mayo de este año el directorio de TVN, en la cual se transparentaba que al canal estatal se le había agotado el tiempo y que sin inyección de capital el escenario es devastador.

En poco más de una carilla la mandataria expresó su compromiso con la televisión pública, su apoyo al proyecto de ley de TVN—que implica una capitalización cercana a los US$65 millones para, primero, responder a las exigencias que demanda la televisión digital terrestre y, segundo, para adaptar competitivamente al canal— y transmite que ha instruido a sus secretarios de Estado la necesidad de que el proyecto se apruebe en los tiempos que TVN requiere dada su compleja situación.

Las lecturas que le siguieron a la carta de la presidenta Bachelet fueron diversas. Mientras algunos echaron de menos que la mandataria se comprometiera con darle urgencia al proyecto una vez que este salga de la discusión del Senado, los más optimistas recibieron estas palabras como una reacción oportuna a la urgencia que el directorio elevó a La Moneda y una señal de disposición de no dejar caer a TVN.

Más allá del espaldarazo del Ejecutivo, al interior del canal público existe consenso en que hoy están al borde del precipicio y desde esa perspectiva el directorio, organismo que por ley preside un designado por la Presidenta, el PS Ricardo Solari, ya dio la orden a la administración de evaluar el plan para enfrentar el peor escenario. Esto es: ¿Cuánto cuesta cerrar TVN?

 

Sobrevivir

La idea venía desde principios de este año, pero no fue hasta julio reciente que el directorio acordó solicitar al director ejecutivo del canal que elaborara un plan de contingencia ante la eventualidad de que las platas se atrasen o que no lleguen. Este plan, que se ha manejado bajo estricta reserva al interior del canal, considera traducir la crisis a números. ¿Cuánto se adeuda a los proveedores?, ¿cuánto es lo que se debería desembolsar en indemnizaciones? y ¿a cuánto asciende la deuda que TVN ha generado en los últimos tres años a través de leaseback?

De acuerdo a las proyecciones de la administración, si la situación sigue tal como está hoy, en junio del próximo año a TVN se le acabará el dinero. Esto significa que el canal para esa fecha se quedaría sin la fuente de financiamiento para su capital de trabajo y sin posibilidad de seguir endeudándose. “Las sedes están hipotecadas, los leasing están pactados, ya se les sacó el jugo a los fierros”, asegura una alta fuente ligada a TVN, considerando que el canal tiene prohibido por ley endeudarse con privados.

Durante este último mes en el directorio se han iniciado conversaciones que nunca antes quisieron verbalizarse, pero que ya no pueden esperar. Aunque la administración no ha entregado el marco de acción en detalle, si el proyecto se estanca ya se tiene una dimensión financiera de cuánto cuesta cerrar el canal: unos US$70 millones. Los montos que se están solicitando en la capitalización son similares a lo que costaría que TVN dejara de existir.

Esta situación se conversó en la comisión reservada del Senado el lunes 31 de julio, en Santiago. Si los dineros no llegan este año, TVN pierde un tiempo invaluable. Los canales planifican su oferta programática con, al menos, seis meses de antelación. Si en diciembre no reciben la inyección de capital, su capacidad para mejorar el contenido de la parrilla se vería seriamente afectada.

Y esto es determinante en un escenario de derrota. El ex Canal 7 hoy es el cuarto, el menos visto, detrás de Mega, Canal 13 y Chilevisión. Los dos últimos se turnan el segundo y el tercer lugar. Entre enero y julio de este año, el rating general promedio de la señal del grupo Bethia —la ganadora— fue de 10,1 puntos, mientras que el de TVN, de 5 puntos.

Los montos que se están solicitando en la capitalización son similares a lo que costaría que TVN dejara de existir.

 

La pantalla de TVN se enfrió. Esto significa que el canal no triunfa en ningún bloque horario de importancia. Ni a la hora de la teleserie de las 20 horas, dominada por el éxito de Mega (Tranquilo Papá); ni en el noticiero central. En las noticias, el líder Mega promedia 16 puntos entre enero y julio de 2017 y TVN es cuarto con un promedio de 8.9. En el matinal, también son terceros o cuartos.

Jaime de Aguirre, director ejecutivo de la estatal desde hace ocho meses, llegó después de $6.593 millones de pérdidas en 2014, $25.992 millones en 2015, y $14.683 millones en 2016.

Los tres primeros meses de su administración este 2017 ya exhiben saldo en contra por $3.604 millones.

De Aguirre estuvo en TVN en su época de oro como canal público. Fue su director de Programación entre 1991 y 2002. De ese tiempo no queda mucho. Aunque es capaz de reconocer “brotes verdes”, como él los llama. El lunes, por ejemplo, TVN lideró la audiencia durante una hora, en su matinal, Muy Buenos Días, y fue celebrado puertas adentro. De Aguirre hoy se enorgullece de algunos de sus contenidos, como la teleserie La Colombiana, que es tercera en rating en su horario, pero que coloca el tema de la inmigración en pantalla. Lo mismo con el docurreality La Vega, producción externa de gran aceptación popular.

Dentro del canal existe la convicción de que se ha hecho lo que se ha podido para hacer eficiente la operación con una reducción de costos en los últimos dos años de cerca de $20 mil millones, alivianando la estructura del canal con el despido —en similar periodo— de más de 400 personas. En suma, tres directores ejecutivos en cuatro años –Carmen Gloria López, Alicia Hidalgo y hoy Jaime de Aguirre— han intentado sacar adelante a TVN.

A esto se agregan los drásticos cambios que ha vivido la industria de la televisión en la última década con la entrada de empresarios como Andrónico Luksic tras la compra del 67% de Canal 13 en 2010, y de Carlos Heller, que tomó el control de Mega en 2012. La arremetida empresarial generó mayor competencia entre los canales. Mega, además, se llevó de TVN el equipo del área dramática que en 2014 logró destronar del histórico liderazgo que había tenido el canal estatal en términos de audiencia. Las teleseries suben la audiencia de las noticias y, éstas, de la programación del prime time.

Fuentes de la industria aseguran que los cambios en la propiedad de los canales impulsaron un aumento desmesurado de los costos de la producción y una baja en los ingresos para todos. Si se consideran los últimos resultados financieros de la industria a marzo de este año, todos los canales tuvieron pérdidas, incluso el de Heller, número uno en rating.

Este análisis le permitió al canal plantearle al ejecutivo con más fuerza que TVN no puede competir en igualdad de condiciones, menos aún cuando sus pares cuentan con espaldas financieras tan poderosas.

“TVN nunca ha tenido la capitalización de otros canales. Nos afecta que la competencia pueda desembolsar millones de dólares para comprar el fútbol, por ejemplo, y que no tengamos esa posibilidad. Nos perjudicó mucho en el 2010 el éxodo de ejecutivos que se llevó Canal 13 y la pérdida de gran parte de nuestra área dramática por Mega”, dice el director ejecutivo.

 

Escenario político

Los US$65 millones que está solicitando el Ejecutivo se dividen así: US$18 millones para la señal dos o también conocida como señal cultural y US$ 47 millones para implementar la Televisión Digital Terrestre (TDT) y adecuar competitivamente al canal. Esto implica hacer una reingeniería interna, con capacitación de equipos, adquisición de tecnología, desarrollo de nuevos negocios e inversión en la parrilla programática que logre diferenciar a TVN en términos de contenido y que considere su misión de canal público.

Se requiere además digitalizar 238 estaciones a lo largo del país y pagar el satélite que tiene un costo cercano a los US$500.000 anuales.

Los plazos se acortan. A fines de 2018 ya deberían estar encendidas las capitales regionales y, para el 2021, toda la red digitalizada. De no cumplir con los plazos, los canales arriesgan la pérdida de su concesión.

“No sé cómo sería el país si la TV abierta estuviera sólo en manos de banqueros, del poder de la empresa privada. TVN, con sus debilidades, es un buen garante de los temas que interesan a la población”, dice Jaime de Aguirre, director ejecutivo.

Jaime de Aguirre insiste en la urgencia de esta capitalización: “TVN funciona como una garantía de prácticas y estándares buenos para la industria. No sé cómo sería el país si la TV abierta estuviera sólo en manos de banqueros, del poder de la empresa privada. TVN, con sus debilidades, es un buen garante de los temas que interesan a la población. Tenemos que tener el apoyo del dueño. Si no, se reducen las posibilidades de TVN de ser un canal competitivo. Los canales de la competencia han sido apoyados, no es una buena idea dejar sólo a TVN”.

A esto se suma Paula Narváez, la ministra de la Secretaría General de Gobierno, que está a cargo de empujar el proyecto en el Congreso. “TVN requiere de una nueva institucionalidad y también de recursos frescos —aunque propusimos una rebaja de la capitalización que se había propuesto originalmente— para que el canal pueda cumplir con la obligación legal de digitalizar todas sus señales”, dice.

Pese a que los dineros que se piden no son muchos si se los dimensiona con el presupuesto del fisco, existe un escenario de estrechez fiscal que le juega en contra a TVN. Además, está el ambiente político capturado por la campaña presidencial y parlamentaria que cambia las lógicas del debate en el Congreso.

La discusión de la capitalización se da cuando hay cambio de gobierno, lo que nubla aún más el futuro de la empresa estatal, asegura un integrante del directorio de TVN.

Cercanos a la oposición adelantan que los parlamentarios del sector están alineados en que TVN debe recibir los recursos, pero no existe voluntad de entregar financiamiento a la señal cultural. Lo que genera un punto de desacuerdo ya que el Ejecutivo y la Presidenta Bachelet han hecho hincapié en la necesidad de contar con un espacio televisivo de estas características.

Desde Chile Vamos se está impulsando para que los recursos salgan cuanto antes, con el objetivo de que no sea un eventual gobierno de Piñera el que tenga que lidiar con una situación del canal sin un peso. “La estrategia de la oposición es empujar la capitalización ahora para que no sea tema durante el próximo gobierno. Si no se aprueban los recursos, será un campo de alto riesgo donde tienes un canal a punto de quebrar y, si le metes plata el próximo año, es posible que ya sea tarde”, explica una alta fuente de la industria.

Hoy el futuro de TVN descansa en manos de los parlamentarios. La discusión financiera pasa a segundo plano cuando se plantea que cerrar el canal cuesta más que capitalizarlo. Ahora toca responder ¿qué pierde Chile sin un canal público? y ¿existe algún gobierno dispuesto a asumir que su gestión es la que dejó caer a TVN?.

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