Por María José Tapia Abril 15, 2016

—Alberto anunció que se va a quitar la vida.

Verónica Rajii se los dijo así, la tarde del miércoles 6 de abril. Había citado a todos los ejecutivos a una de las oficinas de Grupo Arcano. La madre del controvertido y hasta ahora inubicable Alberto Chang Rajii había recibido un correo electrónico de su hijo, quien hasta hacía apenas semanas era una estrella del emprendimiento financiero que sedujo a los propietarios de grandes fortunas en Chile con la promesa de altos intereses, máxima discreción y el aval de haber sido —en su propio relato— uno de los primeros visionarios en invertir en Google, cuyo supuesto 1% de propiedad le habría valido gran parte de su aparente fortuna.

Los ejecutivos de Onix Capital, sociedad a través de la cual se captaban los recursos y se invertían, no sólo estaban sorprendidos. Las escenas que sucedieron al seco anuncio de Rajii, según cuentan varios testigos, fueron de desesperación y, en algunos casos, histeria. Una de las captadoras —ejecutivas cuyo trabajo era atraer a los inversionistas— se abalanzó sobre la mesa de centro y tiró al suelo todos los vasos, agregando al cuadro una banda sonora de locura. El sonido de los vidrios quebrados desparramándose sobre el piso acompañó el de los sollozos de otras personas. Hubo quienes golpearon su cabeza contra la pared, y quienes parecían al borde del desmayo.

La desesperación no radicaba sólo en el inminente derrumbe de un negocio multimillonario de inversiones. Lo que se derrumbaba para ese grupo de personas era un líder al que habían creído incondicionalmente, incluso cuando las gruesas inconsistencias en su mito fundacional comenzaron a discutirse públicamente en la prensa. Que Alberto Chang renunciara a todo al punto de matarse era, para gran parte de ese grupo, cuya gran mayoría había invertido su capital en la empresa, el final abrupto y trágico de una fe colectiva.

Algún escéptico comentaría más tarde, a modo de chiste, que Chang parecía un pastor.

En total, se calcula que con la debacle del Grupo Arcano los clientes afectados —financieramente— van desde las 700 a las 800 personas. Los montos bordean los US$ 100 millones.

EL ÚLTIMO SERMÓN

El anuncio de suicidio resultó ser una falsa alarma. Fue un mail posterior el que se convertiría en la última comunicación de Chang con sus colaboradores más cercanos. Los ex ejecutivos de Onix Capital Niccole Soumastre, David Senerman(matrimonio entre ambos), Paulo Brignardello y Mauricio Páez recibieron el mensaje el lunes 11 de abril, a las 05.00 horas.

En el correo —en el que también estaba copiada su madre, Verónica Rajii (socia de Onix Capital)— les aseguraba que estaba vivo, que su computador había sido hackeado, lo que explicaba su supuesta carta suicida. Les agradecía el trabajo prestado y que entendía que renunciaran a sus funciones. “Mauricio y Verónica quedan a cargo de la oficina”, mandataba.

Ese fue el último contacto que los ejecutivos tuvieron con el fundador de Grupo Arcano y Onix Capital. Ese día se materializó también su primera aparición pública tras el estallido del caso, con entrevistas —vía mail y WhatsApp— en Diario Financiero y La Tercera. Su reaparición virtual sirvió para devolver la fe a algunos; no en Chang, sino en la posibilidad de recuperar sus millones.

Hoy, a la luz de los antecedentes, esas expectativas parecen requerir más que un milagro.

Todos los pagares eran firmados por Chang y respaldados por Grupo Arcano y Alberto Chang. De hecho, a los clientes se les decía que ante cualquier problema, Chang respondería con su patrimonio personal. Nadie tenía acceso a lo que el empresario hacía con la plata y tampoco ningún ejecutivo le consultaba respecto al destino de los recursos.

El caso había estallado 15 días antes, luego que El Mercurio diera a conocer las inconsistencias del currículo de Alberto Chang, fundador de Grupo Arcano, que mediante recursos que captaba de un amplio abanico de clientes, invertía en una serie de empresas en Chile y el extranjero, garantizando rentabilidades cercanas a 1,5%, cuando la banca ofrecía tasas bastante menores. El reportaje dejaba en claro que el empresario no había estudiado en la Universidad de Stanford, y tampoco tenía el 1% de Google.

La revelación sembró el pánico entre los inversionistas y puso en alerta a las autoridades, que desde el caso de AC Inversions han puesto un renovado celo en los negocios de inversión con suculentas promesas. Hoy, varios inversionistas se preparan para presentar las primeras acciones legales por estafa.

El paradero de Chang es desconocido.

Los últimos 15 días han estado marcados por la frustración, desesperación y preocupación de quienes se han paseado ante la Fiscalía aportando antecedentes. Ante la ausencia de Chang, las miradas se han volcado a Niccole Soumastre, mano derecha del empresario, a quien hoy clientes y algunos ejecutivos sindican como una de las responsables. La primera acción judicial que se presentó está dirigida precisamente contra ella.

BENDITO ENTRE LAS MUJERES

Alberto Chang Rajii se veía poco por las oficinas de Grupo Arcano en Las Condes con San Damián. Viajaba gran parte del tiempo y, cuando estaba en las oficinas, no se codeaba con los empleados. Captadoras que trabajaron en la empresa, aseguran que participaba muy de vez en cuando —cada dos o tres meses— en reuniones de planificación con la alta administración. Su trayectoria, sin embargo, generaba una admiración exacerbada. Su aparente cercanía con el dueño del imperio Virgin, Richard Branson, su participación en Endeavor Miami y su supuesto porcentaje en Google eran el tipo de relatos que lo transformaban en un referente para sus empleados, gran parte de los cuales invirtieron también en Onix Capital.

Chang se rodeó de mujeres en los cargos de máxima confianza. Si bien en el directorio y en la administración había hombres, su mano derecha y gerente general de Onix, era Niccole Soumastre. Su socia era su mamá, Verónica Rajii. La mayoría de las captadoras eran mujeres, bordeaban las 13. El perfil: mujeres de estrato socioeconómico alto, con estudios universitarios y con una amplia red de contactos. Las trabajadores se veían seducidas por Onix Capital dados los altos sueldos y el ofrecimiento que se les hacía: plata fácil, trabajando hasta las 13.00 horas. Soumastre ganaba en el último tiempo en torno a $ 40 millones mensuales, mientras que las captadoras podían superar los $ 5 millones al mes.

Chang se rodeó de mujeres en los cargos de máxima confianza. Si bien en el directorio y en la administración había hombres, su mano derecha era Niccole Soumastre. Su socia era su mamá, Verónica Rajii. La mayoría de las captadoras eran mujeres de estrato socioeconómico alto.

Una de las ex ejecutivas relata que los inversionistas llegaban básicamente por cercanía con las mismas captadoras y la administración. De hecho, gran parte de las ejecutivas invirtió en la firma y sus familiares hicieron lo mismo. A los clientes se les contactaba y se les invitaba a una reunión con Niccole Soumastre, ya que ella era quien manejaba el negocio a la perfección, precisan. Soumastre conoce a Chang desde niño, ya que ambas mamás son amigas desde el colegio. Quienes trabajaron con la ejecutiva la catalogan como una persona exigente, intensa y con una relación conflictiva con las trabajadoras. Pese a ello, mostraba cercanía con varias captadores, llegando incluso a regalarles carteras o botas de alto valor, además de mostrar una preocupación permanente, lo que también la hacía objeto de admiración por parte de las ejecutivas que trabajaban atrayendo clientes. Hoy, todavía existen varias que aseguran que es absolutamente inocente.

El negocio consistía en que los clientes aportaban dinero que Chang utilizaba para comprar participaciones en empresas que estaban partiendo. El foco era hacer crecer estas compañías para luego venderlas, generando altos retornos. Los montos entregados eran respaldados por pagarés que tenían vencimientos anuales o mensuales. Las tasas ofrecidas partieron en 2% y terminaron rondando el 1,5%. Todos los pagarés eran firmados por Chang y respaldados por Grupo Arcano y Alberto Chang. De hecho, a los clientes se les decía que, ante cualquier problema, Chang respondería con su patrimonio personal. Nadie tenía acceso a lo que el empresario hacía con la plata y tampoco ningún ejecutivo le consultaba respecto al destino de los recursos. Hoy, se sabe que parte de las compañías en las que aseguraba invertir están inactivas. En Chile sólo tres de las ocho en las que supuestamente invertía existen: Highlander, IceSwan y Pronto Pago. A las captadoras se les exigía recaudar $ 350 millones al mes. Su comisión era el 1% de eso.

Hasta la publicación de El Mercurio a fines de marzo, los intereses se pagaban de manera regular, de hecho dos días antes de los vencimientos desde una cuenta del Banco Santander, a la que inicialmente sólo podía acceder Chang. Hace un año, esta se abrió a Niccole Soumastre y al ex gerente general, Jorge Hurtado.

Con ese prestigio, Chang logró cautivar a un amplio grupo de clientes, respaldado también en que el estudio de abogados Carey era el que los asesoraba. De hecho, en la primera acción judicial que se presentó en el caso —el 8 de abril—, la demandante asegura que Soumastre le mostró a su abogada “sendos informes en derecho suscritos por abogados de Carey” como respaldo de que el negocio era legal. Una de las captadoras que la asesoró, en tanto, le dijo que “ponía sus manos al fuego por el Sr. Chang”.

Él sólo recibía, previa solicitud de audiencia, a los clientes de alto patrimonio. Qué Pasa accedió a una lista de inversionistas que a lo menos habrían invertido en Onix hasta 2013. Eran 182 personas. En ella aparecen, mayoritariamente, miembros de la colonia judía, una familia de renombre radicada en La Serena, empresarios vinculados a firmas de corretaje de propiedades, miembros de las familias Ergas Ventura y Said Cares, abogados, etc. Además, cercanos a la compañía, aseguran que uno de los empresario que más recursos tiene invertidos es Hernán Briones.

Chang salió de Chile el 12 de marzo. El martes 29 de marzo, David Senerman y Paulo Brignardello lo fueron a buscar a Europa. Partieron en Londres, pasaron por Suiza y llegaron hasta Malta. No dieron con él. Volvieron el 3 de abril. Las conversaciones entre los altos ejecutivos de Arcano y el empresario comenzaron a adquirir carácter de urgente ese mismo día en la noche. Dos días antes, el viernes 1 de abril, Chang cerró sus oficinas fuera de Chile, según revelan fuentes vinculadas al caso. Ese mismo día, renunció el gerente general, Jorge Hurtado, quien acto seguido contrató al abogado Carlos Cortés para su defensa.

UN VALE VISTA QUE NO VALE

Alberto ChangEl domingo 3 de abril, a las 12.00 de la noche, Senerman, Soumastre y Brignardello se contactaron con Chang vía telefónica. Lo instaron a mandar dinero para hacer frente a los compromisos y que necesitaban, a las 9.00 horas del día siguiente, un documento que acreditara que tenía recursos afuera. Justo a esa hora, el empresario mandó un certificado que supuestamente acreditaba que había US$ 800 millones en el Chase Manhattan Bank y que, según Chang, no podían liberarse aún por ser objeto de un compliance internacional. Hoy ese documento es puesto en duda por los abogados de la causa y por los fiscales a cargo del caso, Carlos Gajardo y Pablo Norambuena. Quienes han visto el certificado aseguran que el documento no está dirigido directamente a Alberto Chang, sino que aparece genéricamente Mr. (señor) y que está firmado por el Chase Manhattan Bank, pero sin individualizar a ningún representante del banco. Todo indicativo de que el documento sería falso.

Pese a ello, los ejecutivos recobraron las esperanzas y sólo eso les bastó para creer que la plata realmente existía. Con ese antecedente, Senerman y Brignardello hablaron con Chang el martes 5 de abril y le dijeron que debía mandar US$ 1 millón diario para poder pagar todo.

En el intertanto, la mamá de Chang, Verónica Rajii, había vuelto a Chile después de estar con su hijo en Europa, con un poder para liquidar todos los bienes.

El miércoles 6 de abril en la mañana, el empresario mandó US$ 225 mil, y les pidió a sus ejecutivos que contactaran a una persona experta en medios, ya que era consciente de que su mamá estaba apareciendo en la prensa vinculada al caso y quería dejarla fuera de esto. Se llamó al ex intendente de Santiago y dueño de la agencia de comunicaciones Factor Estratégico, Marcelo Trivelli, para que se hiciera cargo del tema. Trivelli no alcanzó a hacer nada. Pasadas las 17.00 horas, llegó la carta donde Chang afirmaba “estar jubilado de esta vida”. El pánico se apoderó de Grupo Arcano.

“ME PIDIÓ QUE BORRARA EL COMPUTADOR”

6 de abril. Oficinas del Grupo Arcano. Luego de desatar la histeria con el anuncio del suicidio inminente de su hijo, Verónica Rajii dijo que partiría a verlo antes de que dejara este mundo. “Me voy a Malta a ver a mi hijo”, dijo, según el relato de testigos de la reunión.

Pero algunos abogados presentes en el lugar le aseguraron que era mejor que no se fuera, que debía quedarse e intentar resolver el tema. Rajii se calmó. A la luz de los acontecimientos —revelan varias fuentes del caso— hoy predomina la teoría de que el polémico mail había sido sólo una estrategia de Chang para que dejaran salir a su madre del país. No le resultó.

Minutos después, Soumastre junto a sus abogados, Leonardo Battaglia y Cristián Muga —que también representan a su marido, David Senerman—, dio la orden de que los trabajadores se fueran para su casa. La oficina se cerró y las estrategias de las captadoras y los altos ejecutivos para hacer frente a esta situación comenzaron a configurarse.

El jueves 7 de abril, en un departamento en La Dehesa, se reunieron cerca de 12 captadoras. Prácticamente todas habían invertido dinero en Onix y habían llevado a sus familias a hacer lo mismo. Confiaban ciegamente en Soumastre. Vía un amigo de una de las ejecutivas, llegaron al abogado Mario Zumelzu, quien llegó al departamento para asesorarlas. Varios participantes del encuentro cuentan que hubo dos reuniones: a las 9.00 horas y a las 15.30 horas. En la instancia le explicaron al abogado la forma de operar.

Qué Pasa accedió a una lista de inversionistas que a lo menos habrían invertido en Onix hasta 2013. Eran 182 personas. En ella aparecen miembros de la colonia judía, una familia de renombre radicada en La Serena, empresarios vinculados a firmas de corretaje y abogados.

Fue ahí cuando, en uno de esos momentos en que el humor da un alivio fugaz a una situación tensa, surgió el apodo de Pastor Chang.

Según asistentes a esa reunión, Ana González, quien estaba a cargo de solicitarle al empresario y a Soumastre los recursos que se necesitaban para hacer frente a los compromisos, contó que hasta octubre todo funcionaba correctamente. En noviembre, las captaciones comenzaron a bajar y Chang empezó a mandar plata de otras cuentas para ir respondiendo a los intereses. El 30 de marzo, y sin previo aviso, el empresario le mandó una carta donde se plasmaba su renuncia. Ella no la firmó.

Mientras avanzaba la conversación, se repetía el nombre de Niccole Soumastre: que ella era la más cercana a Chang, que viajaba con él, que confiaban en ella, que no tenía buen trato, repetían. Ana González sacó nuevamente la voz, revelando una información que dejó a todos atónitos.

“Hace dos semanas, Niccole me pidió que borrara la información contenida en mi computador”, dijo. El escándalo fue inmediato. “¿Y qué hiciste?”, preguntó Zumelzu y los asistentes. “Guardé la información en un pendrive”, respondió. “¿Y dónde está ese pendrive?”, replicaron. “En mi casa”, aseveró González.

Al instante, saltó otra de las captadoras. “A mí también me pidió que dejara de ocupar mi computador, me dio a entender como que lo eliminara, y que me daría uno nuevo”, contó, según varias fuentes que fueron testigos de la escena. También dijo que lo tenía en su casa.

En la oportunidad, Soumastre comenzó a llamar a una de las captadoras asistentes. Ya no usaba su teléfono de siempre, sino uno de prepago. El mensaje hacia su interlocutora fue: renuncia ahora. La misma instrucción transmitió a otras captadoras: hasta la fecha, nadie le ha hecho caso.

Las dudas en torno a Soumastre comenzaron a crecer. Qué Pasa se contactó con Ana González, quien sólo aseguró haber declarado ya voluntariamente ante la Fiscalía. El pendrive y el computador también están en manos del Ministerio Público, aunque fueron entregados por la misma Soumastre, cuentan cercanos a la ejecutiva.

¿CÓMPLICE O VÍCTIMA?

“Para resguardar la confidencialidad de los clientes”. Fuentes cercanas a Niccole Soumastre aseguran, a modo de defensa, que la petición de borrar computadores tenía por finalidad proteger la identidad de los inversionistas. Relatan que en instancias de la publicación de El Mercurio llegó un periodista del diario a las oficinas de Arcano portando un mail interno de difícil filtración, lo que causó pánico en Soumastre.

Tras este hecho, mandató a Ana González a que sacara toda la información de su computador vinculada a los clientes y que la guardara en un pendrive. Por el mismo motivo —explican— le solicitó a una captadora que se llevara el servidor que tenía. Todo en defensa de los clientes, cuenta.

El lunes, Soumastre les entregó el pendrive y el servidor al fiscal Gajardo y Norambuena, tras explicarles el porqué de la inoportuna petición.

La primera acción civil presentada en la causa se interpuso contra Niccole Soumastre. El pasado 8 de abril, Bernardita Ovalle, una mujer de 74 años, solicitó, ante el 26 Juzgado Civil de Santiago, que se decreten medidas prejudiciales contra la ejecutiva, tras haber invertido $ 50 millones.

Conocedores de la ex mano derecha de Chang precisan que ella también invirtió plata en Onix y que no tenía ningún poder de firma que la haga responsable. Aún más, explican que desde el jueves pasado —tras el mail de Chang— comenzó a colaborar con la investigación. Ya entregó todas las direcciones del empresario, sus cuentas, las conversaciones que han tenido con Chang, etc. Además, las mismas fuentes aseveran que si hubiese tenido participación, podría haberse fugado perfectamente cuando su marido, David Senerman, partió a buscar a Chang en compañía de Paulo Brignardello, pero evidentemente no lo hizo. Ella es una víctima más, dicen.

Más allá de eso, la primera acción civil presentada en la causa se interpuso contra Niccole Soumastre. El pasado 8 de abril, Bernardita Ovalle, una mujer de 74 años, solicitó, ante el 26 Juzgado Civil de Santiago, que se decreten medidas prejudiciales contra la ejecutiva. Según consta en la acción judicial, Ovalle invirtió en octubre de 2015, $ 50 millones por un plazo de 12 meses. Se le garantizó un interés mensual de 1,3%. Tras el estallido del caso, sus abogados se reunieron con Soumastre, quien les aseveró que el dinero estaba garantizado.

Ante la desaparición de Chang, Ovalle solicitó al tribunal que se decrete la prohibición de que la ejecutiva celebre cualquier acto o contrato sobre sus bienes.

Hasta el miércoles, el juzgado aún no resolvía. Ese mismo día se pidieron también medidas prejudiciales contra Chang ante el 15 Juzgado Civil de Santiago.

RAJII DA LA CARA

El martes a las 15.30 horas y tras declarar por más de cinco horas ante el Ministerio Público, Verónica Rajii llegó a las oficinas de Onix Capital. Había llamado a reunión a los empleados que aún no renunciaban. El motivo: “dar la cara”, cuenta un asistente.
Según participantes del encuentro, Rajii les insistió en que Chang devolvería todo el dinero. Incluso les aseguró que su abogado, Carlos Castro, partiría a Malta a juntarse con él.

En el intertanto, el fiscal Gajardo avanza en la investigación con ciertas presunciones. Ya le pidió a Interpol que rastree al empresario y fuentes de la causa precisan que el persecutor ya visualiza atisbos de que la estructura de Grupo Arcano y Onix Capital sí es piramidal, puesto que hay empresas en las cuales supuestamente se invertía que no existen o están inactivas, por lo que la firma sólo se sustentaría con el ingreso de nuevos aportantes.

La arista tributaria, en tanto, ha ido cobrando cada vez más fuerza. El Servicio de Impuestos Internos ha profundizado el análisis sobre Grupo Arcano y Onix, y Gajardo le remitiría todos los antecedentes. Es que la evasión tributaria a la que estaría expuesto el holding aparece cada vez más latente. De hecho, en la misma pauta que se utilizaba para captar clientes se asegura que una de las cosas a decir para atraer inversionistas se leía textualmente: “manejamos con más privacidad nuestros fondos”. Y agregaba: “esto es súper importante para la gente que no quiere declarar la existencia de platas (…) No te olvides que los fondos mutuos de los bancos sí se deben declarar en el Global Complementario, los nuestros, no. Más aún, las inversiones, todas pagan impuestos en sus utilidades, las nuestras, no”. La arista tributaria ya cobra fuerza.

A casi 20 días de estallado el escándalo, los clientes contrataron abogados para intentar recuperar sus inversiones. Los altos ejecutivos, en tanto, se arman para hacer frente a la gran cantidad de demandas y querellas que se presume aparecerán, y Niccole Soumastre intenta desmarcarse de Chang, mientras Verónica Rajii aparece como el único anzuelo para atraer al esquivo fundador de Grupo Arcano. La lógica, la esperanza, es que en estos casos es difícil que un ejecutivo vuelva para entregarse, o que un pastor vuelva para enfrentar a quienes creyeron en él. Pero un hijo… Un hijo siempre vuelve.

Relacionados