Por Emilio Maldonado Julio 30, 2015

© H. Kirsten

Se pedirá que la Comisión Nacional Encargada de Investigar la Existencia de Distorsiones en el Precio de las Mercaderías Importadas inicie una investigación contra el acero chino. La antesala de un proceso que determine si hay o no dumping en las importaciones chinas. 

Cuando el vicepresidente del Colegio de Ingenieros de Chile, Sergio Contreras, acudió a la comisión de Obras Públicas del Senado, no imaginó que su declaración serviría para una estrategia que, en silencio, está armando la Compañía de Acero del Pacífico (CAP). Contreras, invitado hace dos semanas a exponer ante los senadores en calidad de experto independiente, habló sobre lo que lo convocaba ese día: los errores que llevaron a que el puente basculante sobre el río Cau Cau, en Valdivia, quedara inutilizado antes de ser inaugurado. El primer puente levadizo de Sudamérica quedó reducido –por el momento– a un elefante blanco que decora el sureño paisaje.

En su exposición, el profesional precisó que una de las causas en la cadena de errores que tuvo la operación del viaducto fue la mala calidad del acero empleado. “Es un hierro fundido cualquiera que no cumple con ninguna especificación”, dijo Contreras ante los parlamentarios. Luego de hacerse públicas sus palabras, de inmediato comenzó a indagarse el origen del metal y los ojos apuntaron a China, el mayor productor mundial de este commodity.

La declaración de Contreras no sólo tendrá efecto en las pesquisas para destrabar el simbólico proyecto en la Región de los Ríos. Además, sus palabras serán alimento para una cruzada contra el acero chino que ingresa al país: desde 2010 hasta ahora, las importaciones del metal provenientes de China se han multiplicado por dos en Latinoamérica, sacudiendo, con ello, el contexto de productores regionales, quienes han visto caer los precios del valioso elemento, indispensable en la mayoría de los procesos industriales. 

Ante la inundación de acero chino, los empresarios latinoamericanos no pretenden quedarse de brazos cruzados y ya han declarado la guerra al nuevo actor dominante en la industria. En Chile, el escenario no es distinto y la principal acerera del país, la CAP, secretamente trabaja en un proyecto que pretende darle la pelea a este competidor: hace unos meses los ejecutivos del grupo decidieron iniciar un trabajo interno, asesorados por consultores contratados para este fin, con el objetivo de demostrar que el acero que llega al país viene subsidiado por el gobierno de Beijing. Una cruzada que no sólo enfrentará a la siderúrgica nacional contra sus rivales asiáticos, también abrirá una disputa comercial y diplomática entre ambos gobiernos, ya que el objetivo es declarar que el acero chino ingresa al país con acciones de dumping –o venta por debajo del valor comercial–, para lo cual pedirán que el Estado chileno aplique aranceles especiales a los productos de China, el principal socio de la economía local.

TALCAHUANO VS. BEIJING

En los últimos años, pese a la desaceleración económica de los mercados emergentes, China decidió mantener su producción anual de acero, que alcanza los 823 millones de toneladas, exactamente el 50% de todo el metal que se produce en el mundo. Como consecuencia, los mercados mundiales comenzaron a verse con sobrestock del commodity y América Latina pasó de recibir 3,7 millones de toneladas en 2010, a más de 8 millones de acero chino en 2014. Como era de esperarse, la participación del gigante asiático en las ventas de toda la región pasó de representar el 6% del mercado al 12% en cinco años. China duplicó su presencia en el período y los precios, fenómeno que alertó a los productores regionales, comenzaron una curva descendente, desde los US$ 944 por tonelada en 2011, a US$ 658 la tonelada en 2014.

Resintiendo el impacto, 2013 fue un punto de inflexión en Talcahuano, ciudad sede de CAP, al extremo de que no sólo la compañía inició un proceso de reestructuración, sino que hasta el club deportivo Huachipato –apoyado económicamente por la firma– vivió importantes recortes: ese año se desvinculó personal de la rama futbolística, se cerró la rama aérea y se vendió un terreno de 10 hectáreas, cuyo uso era recreacional. 

Pero en la misma compañía las cosas serían peor. CAP Acero, filial del holindg CAP, se vio obligada a paralizar su línea de producción de aceros laminados planos, precisamente el ítem en el cual más han penetrado los productos chinos: hoy ya concentran el 75% del mercado local. Esa decisión empujó al grupo CAP –que para este año, según estimaciones de corredoras bursátiles, tendría una utilidad de apenas US$ 8 millones sostenidas por su negocio minero y no por su filial de acero– a detener la mitad de sus hornos, reduciendo su capacidad instalada en 45%, readecuando puestos de trabajo y desvinculando a otros. Sin embargo, estas medidas de contingencia no han dado los resultados esperados y la situación se mantiene crítica. De hecho, hoy algunas corredoras de Bolsa recomiendan vender las acciones de la empresa. Ante este escenario, los directivos de la compañía decidieron tomar medidas más drásticas: iniciar un proceso de investigación por dumping contra el acero chino.

Al revisar los precios de su competencia, los ejecutivos de CAP Acero comenzaron a observar que las importaciones provenientes de China tenían la particularidad de llegar a precios muy por debajo de los ofrecidos por otros competidores. De inmediato, y con investigación en otros países de la región, notaron que los principales mercados industrializados en producción de acero del continente –como Brasil, México, Colombia y Estados Unidos– tenían un patrón común: todos habían iniciado investigaciones contra China por “competencia desleal”. En Chile decidieron actuar.

En los últimos meses, los ejecutivos del grupo no sólo contrataron asesores para analizar este escenario. Además, comenzaron a investigar el precio de venta que tiene el acero alambrón, un subproducto del commodity y muy utilizado en la construcción, y notaron que en China el mismo producto se vende a un precio superior en comparación al cual es internado en el país. Fue ahí que comenzó a recopilarse información y ya estarían en condiciones de entregarla a las autoridades del gobierno, con quienes ya han tenido reuniones para plantear su postura. De acuerdo a lo comentado en la misma acerera, se pedirá –mediante una acción de oficio– que la Comisión Nacional Encargada de Investigar la Existencia de Distorsiones en el Precio de las Mercaderías Importadas, presidida por el fiscal nacional económico, Felipe Irarrázabal, inicie una investigación contra el acero chino. La antesala de un proceso que determine si hay o no dumping en las importaciones chinas. Y, de paso, la previa de nuevos aranceles compensatorios para el material proveniente de ese país.

HASTA LA OMC

El miércoles de esta semana, y durante varias horas, el gerente general de CAP Acero, Ernesto Escobar, recibió en la planta de Talcahuano a las autoridades locales. Desde el intendente hasta el alcalde de Talcahuano –pasando por parlamentarios y funcionarios del gobierno regional–, Escobar les mostró las instalaciones de la siderúrgica. Todos los presentes manifestaron su preocupación por el futuro de la compañía y quedaron de acuerdo en buscar soluciones para asegurar la subsistencia de la misma.

De acuerdo a los análisis de la propia firma, la competencia con los importadores chinos ha traído serias consecuencias en el desempeño de la acerera. Será ese impacto, en la producción, ventas y empleo, lo que adosará la empresa al legajo que entregue ante el organismo presidido por el fiscal Irarrázabal. De acuerdo a la normativa vigente, además de comparar los precios comerciales entre el acero vendido en China y el mismo internado en el mercado local, CAP deberá probar que esa estrategia comercial de los chinos ha causado daños en los últimos tres años. Según un ejecutivo de la compañía, no hay una doble lectura: el impacto de las importaciones chinas los ha golpeado fuerte.

El accionar de CAP no es aislado; de acuerdo al director general de Alacero –entidad gremial que reúne a las principales siderúrgicas del continente–, lo que hará CAP es lo mismo que ya se hizo en México y Estados Unidos, países que lograron demostrar la existencia de dumping y fijaron aranceles compensatorios de hasta un 193% para el caso estadounidense, cuyas autoridades acusaron que el producto alambrón, el mismo en el cual ha puesto sus ojos la CAP, estaba ingresando a ese país a un precio muy menor al evidenciado en China.

Según las cifras de Alacero, en América Latina ya se registran 19 acciones antidumping contra acereras chinas, 10 de las cuales están radicadas en México. Chile, de seguir el mismo camino, tendrá que decidir si aplica medidas arancelarias especiales contra las importaciones chinas, abriendo la puerta a que el gigante asiático lleve al país ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para buscar revertir los pasos que den las autoridades nacionales, generando un impasse político y comercial entre ambas economías. Por lo pronto, una pelea que CAP pretende dar para asegurar su permanencia en el mercado.

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