Por Emilio Maldonado Mayo 28, 2015

© Hernán Kirsten

Alertado por la contratación del banco de inversión JP Morgan para buscar compradores para Cruz Verde, el titular de la FNE decidió instruir una investigación sobre el proceso de venta, el cual podría dilatar los interés de los compradores.

El 8 de junio es una fecha que el controlador de Cruz Verde, Guillermo Harding espera con especial atención. En poco más de una semana, la Comisión para Promover la Competencia, organismo antimonopolios de Costa Rica, se pronunciará sobre la aprobación o rechazo de una transacción avaluada en US$ 300 millones, la cual significará -de obtener el visto bueno- la salida de Harding del mercado centroamericano, al cual ingresó en abril de 2011.

Fue a fines de 2014 que Socofar, la matriz de Cruz Verde y de varios laboratorios que distribuyen medicamentos en Chile y en otros países de América Latina, decidió que era tiempo de desprenderse de los activos en Costa Rica. Tres años antes habían aterrizado en San José tras la compra del 50% de la Corporación Cefa, la mayor distribuidora de fármacos en Centroamérica, gracias a sus operaciones en ese país y en Nicaragua. En poco tiempo, el enclave centroamericano logró apoderarse del 38% de ese mercado, gracias a una red de 160 puntos de venta.

Los números eran prometedores, pero Harding recibió una oferta que no pudo dejar pasar. A fines de año, el grupo costarricense Cuestamoras Salud comenzó a mirar los activos de la Corporación Cefa y, gracias a la intermediación del banco de inversiones estadounidense JP Morgan, puso sobre la mesa US$ 300 millones. Luego de analizarlo, el directorio en Santiago, y tras considerar la difícil relación que mantenían con sus socios locales, dueños del otro 50% de Cefa y quienes incluso acusaron judicialmente a los chilenos de extorsión y administración fraudulenta, decidieron aceptar la propuesta.

Pero la venta de sus activos allá es sólo una parte de un ambicioso plan que tiene Guillermo Harding en mente: deshacerse de la operación en Chile. Esto, luego de que en los últimos meses recibiera cuatro ofertas concretas por las farmacias Cruz Verde. El intermediario ha sido, nuevamente, JP Morgan, el cual ha canalizado el interés de varios actores internacionales que pretenden quedarse con todo el conglomerado farmacéutico.

Aunque los montos se mantienen en estricta reserva, conocedores del proceso cifran las propuestas entre US$ 1.000 y US$ 1.200 millones por los activos de Socofar y, en especial, por el control de Cruz Verde, el mayor actor en el competitivo rubro de las farmacias en Chile.

LOS INTERESADOS EN ACCIÓN

Tomar la decisión de vender su “joyita”, como él mismo la llama, no ha sido fácil para Harding. De hecho, quienes tienen contacto con él aseguran que aún no ha dado el sí definitivo, porque no quiere desprenderse de una compañía que le ha costado 31 años construir y que ha puesto en un sitial de privilegio, al concentrar el 40% del mercado chileno. Pero hay otros cercanos al empresario, ingeniero civil mecánico de profesión, que aseguran que la negativa a desprenderse de Cruz Verde radica simplemente en el precio. “Hasta ahora no se convence con las ofertas que le han llegado”, afirma un ejecutivo del grupo. Por ello, estaría dilatando la decisión, a la espera de un aumento en el monto ofrecido.

Los interesados en la operación son conglomerados con grandes espaldas financieras para abordar esta cruzada. Uno de ellos es CVS Health, uno de los mayores operadores de farmacias de Estados Unidos y que al año vende US$ 127 mil millones; más de cien veces el tamaño de Cruz Verde. Con casi 8.000 locales en el mercado norteamericano, CVS apuesta a poner sus fichas en Latinoamérica, tal como lo hizo Alliance Boots-Walgreens, competencia de CVS en Estados Unidos y que desde agosto pasado controla a la chilena Farmacias Ahumada (FASA).

A esta oferta se suma la hecha por el grupo mexicano Femsa, conocido por ser uno de los mayores productores de Coca-Cola en el mundo, pero también por tener el control de las farmacias Moderna e YZA, ambas distribuidas por México. Tras la oferta de los aztecas, llegaron -según quienes han tenido acceso a estas ofertas- otras dos, provenientes de fondos de inversión: la presentada por Carlyle Group, entidad que maneja activos por casi US$ 200 mil millones, y la realizada últimamente por el fondo KKR, que dentro de sus activos de inversión posee una participación en la cadena estadounidense Walgreens, ligada hoy a la propiedad de FASA.

A la fecha, han sido estos operadores los únicos interesados en quedarse con Cruz Verde. Cada uno está en pleno proceso de due diligence -o revisión contable-. Una vez terminada esta fase, comenta una persona ligada a la eventual transacción, vendrá la presentación de propuestas definitivas. Cercanos a Harding aseguran que el controlador de Cruz Verde apuesta a que sea en esta etapa en la cual los extranjeros suban su apuesta por su operación, cuestión que incentivaría al empresario a vender su compañía.

Consultada sobre los detalles de la venta, JP Morgan prefiere no hacer comentarios. Pero lo cierto es que la operación incluiría, además de Cruz Verde, la compra de Socofar, entidad distribuidora de medicamentos, y del laboratorio Mintlab. Eso podría alzar los precios. De todas formas, asegura un ejecutivo de la compañía, también podría llegarse a acuerdo por vender solamente una unidad de negocios o un porcentaje controlador, dejando a Harding en la propiedad por unos años.

De vender su empresa, Cruz Verde será la segunda cadena en pasar a manos extranjeras, luego de Farmacias Ahumada, la cual se vendió en US$ 800 millones en 2014. A esta transacción podría sumarse el tercer actor del rubro: Salcobrand, hoy en manos de la familia Yarur, operación sobre la cual ha trascendido en el mercado que también está en el radar de inversionistas extranjeros, aunque en Salcobrand descartan que estén en un proceso de venta.

LA PRIMERA CRUZ
Cuando en 1978 Guillermo Harding Alvarado paseaba por España, notó que las farmacias tenían una cruz pintada de verde en todas sus fachadas. Se había titulado de ingeniero civil mecánico -y además de ingeniero comercial-, y había viajado a Europa con la idea de armar un negocio en Chile. Seis años más tarde, y al constatar que nadie había registrado la marca “Cruz Verde”, decidió abrir una primera farmacia en el centro de Viña del Mar, su ciudad de origen.

El negocio no le era ajeno: su padre, también de nombre Guillermo, fue dueño de la farmacia Munich, ubicada donde hoy está el actual Congreso Nacional. Como en la década de los 50 los químicos farmacéuticos -profesión que tenía el patriarca- sólo podían tener una farmacia y los precios estaban controlados por el Estado, el profesional decidió fundar Socofar, junto a otros colegas, para centralizar las compras de medicamentos y así abaratar costos. En 1965, los Harding tomaron el control de esa empresa.

Con esa carga empresarial, Harding Alvarado comenzó a armar su cadena de farmacias en la Quinta Región y siempre quiso ser el número uno. En 1992, cuando ya lideraba las ventas en su región, el aterrizaje en Viña del Mar de Farmacias Ahumada, Salco y Brand (por ese entonces competidoras) lo llevó a declarar la primera guerra de las farmacias, competencia que se extiende hasta hoy. Ante lo que consideró una invasión en su territorio, decidió abrir 16 locales en Santiago e inició una política de precios agresiva para ganar terreno en la Región Metropolitana, para luego, una vez que dominó las ventas en Santiago, relegando al segundo puesto a FASA, continuar abriendo sucursales por todo Chile. Hoy, con casi 600 locales, es la red más extensa del país.

Si bien su crecimiento ha sido orgánico, hace una década Harding evaluó distanciarse definitivamente de Farmacias Ahumada y solicitó al banco ABN AMRO el prospecto para adquirir Salcobrand, que más tarde compraría la familia Yarur.

Pese a su apetito por crecer, Harding siempre ha transmitido que nunca abriría su empresa en Bolsa. Tampoco concertaría aumentos de capital con socios externos. Todo el crecimiento logrado a la fecha ha sido con sus propios recursos y el de sus socios minoritarios, su ex compañero de universidad Jorge Brenner y el ex gerente general de Socofar Cristián Steffens.

EL CLIENTE INCÓMODO
Mientras Guillermo Harding evalúa las propuestas que están sobre su mesa para quedarse con su compañía, una piedra aparece en su camino: la Fiscalía Nacional Económica (FNE).

Alertado por la contratación del banco de inversión JP Morgan para buscar compradores para Cruz Verde, el titular del organismo fiscalizador, el abogado Felipe Irarrázabal, decidió instruir una investigación sobre la venta, lo cual podría dilatar el proceso para los extranjeros que quieran quedarse con la empresa.

De acuerdo a la visión de la FNE, el mercado de los medicamentos en Chile es altamente sensible, y por eso oficiaron una revisión de la operación. “Esta fiscalía desconoce la identidad de los compradores interesados en la potencial operación, sus actividades en el mercado nacional, sus vínculos con otras compañías chilenas e incluso las compañías relacionadas a Cruz Verde que estarían siendo consideradas en la venta”, expresaron en el organismo.

Ante esta acción de Irarrázabal, en la farmacéutica comentan que están extrañados por la iniciativa del fiscal, ya que no se ha decidido la venta aún y, además, de enajenarse sería a un actor que no está presente en el mercado chileno.

De todas formas, sí reconocen que uno de los compradores podría tener el foco de atención del organismo público: el fondo KKR, que mantiene un porcentaje en la propiedad de Alliance Boots-Walgreens, holding que en Chile es dueño de Farmacias Ahumada.

Al igual que en Costa Rica, donde Harding espera la aprobación del ente antimonopolios para desprenderse de la Corporación Cefa, en Chile también debería someterse a una revisión por parte del organismo competente, el mismo que en 2008 inició la peor cruzada contra Cruz Verde y sus dos competidoras, por el sistema coordinado de alza de precios que las tres llevaron a cabo.

Relacionados