Por Paula Comandari Marzo 12, 2015

Carrasco trabajaba de la mano de Carlos Kubick, gerente general de Banmédica. Con él fue socio en varios proyectos inmobiliarios, en algunos de los cuales también invirtieron el director, Héctor Concha, el ex ministro Felipe Larraín y Laurence Golborne.

-Llegó a declarar escondido en la maleta de un jeep-, dice un funcionario de la Fiscalía Oriente, quien vio cuando Tomás Roberto Carrasco Burgos, empresario, dueño de Siglo Outsourcing, acudió a Los Militares 5550, el 11 de febrero pasado, a prestar declaración como imputado en el caso Penta.

VSA, filial de Siglo, era la empresa que había firmado los cuatro contratos de forwards antedatados -e irregulares- con Penta, los mismos que fueron denunciados en la fiscalía por Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín. Ese día, Carrasco explicó ante los fiscales Pablo Norambuena y José Antonio Villalobos los detalles de esas operaciones, además de indicar cómo funcionaba su grupo económico, que factura anualmente cerca de US$ 50 millones, posee más de 1.500 clientes, 1.600 empleados y operaciones en Chile y otros cinco países. Hoy la fiscalía indaga a Siglo y VSA por eventuales operaciones fuera de la ley, y evalúa citar al empresario a declarar por segunda vez, entre algunas temas, por las  facturas emitidas por Siglo a Inca de Oro, legalmente representada por Carrasco.

Este hombre de 57 años, para muchos el ideólogo de los forwards como instrumento artificial para reducir el pago de impuestos, no sólo salió a la luz pública tras la denuncia de los dueños de Penta. Hugo Bravo, en su declaración del 30 de enero, afirma que Carrasco realizó un contrato irregular de forwards a Héctor Concha, director de Banmédica, a cambio de una comisión. “El 2014, Siglo nos informó que no iban a operar más con forwards, sino que podían operar a través de contratos de asesorías financieras y administrativas que no se realizaban, truchas, y la comisión de Siglo subió de 9,4% a 15%”, declaró Hugo Bravo a fines de enero, respecto de las operaciones que realizaría en el futuro Carrasco con Empresas Penta.

Pero el dueño de Siglo Outsourcing, firma que hasta 2003 se llamó Siglo XXI, tiene una estrecha y larga relación con Banmédica, pese a que apenas conoce a Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, quienes junto al empresario Eduardo Fernández León controlan Banmédica, conglomerado que maneja dos isapres y varias clínicas, entre ella la Santa María, Dávila y Américo Vespucio, además de Help, y el cual hoy es una de las principales compañías de salud de Latinoamérica, con más de 17 mil empleados.

Roberto Carrasco ingresó a mediados de los 80 a la empresa cuando ésta aún era la Caja Bancaria de Pensiones, firma que nació a comienzos de esa época para pagar las pensiones de los funcionarios de los bancos. Empezó como contador, luego de trabajar para Pricewaterhouse, y fue parte del proceso de transformación que la Caja le dio a su isapre, que el 88 se convirtió en Banmédica S.A. A mediados del 90, y con el apoyo del gerente general de la empresa, Carlos Kubick, quien mantiene su puesto hasta hoy, se convirtió en contralor del grupo. En ese cargo estuvo Carrasco hasta 2009. Su función: velar porque cada una de las operaciones de las 35 filiales de Banmédica se efectuara correctamente y dentro de la ley.

EL HOMBRE INVISIBLE
Que llegara a la fiscalía escondido no llama la atención a quienes conocen de cerca a Roberto Carrasco. Es un hombre de bajísimo perfil, que odia la exposición, y que no estaba dispuesto a que lo fotografiaran -en un contexto como éste-, como ocurrió en el caso de los controladores de Penta.

Si bien posee múltiples sociedades -que facturan altos montos-, en varias de ellas no aparece vinculado a su propiedad: Carrasco establece como dueño de ellas a alguno de sus más cercanos. Él, en cambio, prefiere operar en las sombras.

Aunque es la cabeza de Siglo, y de MultiServicios OK (MOK) -esta última, una empresa que factura alrededor de US$ 40 millones, con áreas de negocios tan disímiles como proyectos inmobiliarios, asistencia en viajes, seguros, servicios y call center, y donde trabajan 1.000 personas- es un personaje de escasa connotación pública. Sin embargo, es conocido en el mundo político, pues mantiene relaciones con varios personeros de la UDI.

Es amigo de Laurence Golborne desde hace 20 años: a él le lleva la contabilidad y es su asesor en materias contables. Por ejemplo, fue el que lo ayudó en el due diligence del negocio que estuvo a punto de cerrar con Iván Zamorano para asociarse en la Ciudad Deportiva, y que quedó en suspenso. Al ex subsecretario Julio Dittborn también lo conoce bien: tomaron contacto cuando éste último era director de Banmédica. Ambos formaron una sociedad llamada CDM, para invertir en negocios de telecomunicaciones a fines de los 90, pero finalmente Ditborn vendió su participación. No sólo a ellos les lleva la contabilidad. También asesora en esas materias a Joaquín Lavín, Juan Antonio Guzmán, Carlos Kubick y al director de Banmédica Héctor Concha. A Pablo Wagner lo asesoró contablemente por mucho tiempo, pero desde que estalló el caso legal del ex subsecretario dio instrucciones a los empleados de Siglo para que dejaran de contestarle los llamados, según cuenta uno de ellos.

Un abogado que trabajó desde los 90 con Carrasco afirma que mientras era contralor de Banmédica comenzó a crear su propia empresa de servicios contables, que bautizó como Siglo XXI: en los inicios, en el 2000, su centro de operaciones fue en el zócalo de un edificio en Roger de Flor, con uno que otro cliente. Quienes lo apoyaron en ese entonces son dos personajes de su extrema confianza: Julio Cea, quien trabajó 19 años para él, a cargo de VSA y de todas las personas naturales que requerían servicios contables de Siglo. La otra, Andrea Leiva, es quien preside una de las siete áreas de negocio que maneja actualmente la compañía: la de contabilidad e información de gestión, una de las más grandes de Chile. En su círculo de hierro también se encuentra su hermano, Miguel Carrasco, el segundo con mayor poder en las empresas Siglo Outsourcing.

Pero la historia de Roberto Carrasco comenzó lejos de Santiago: en Inca de Oro, un pequeño pueblo ubicado a 100 kilómetros de Copiapó. Proviene de una familia que se trasladó a vivir a Rengo, en donde Carrasco realizó su enseñanza básica y media, al mismo tiempo que trabajó de jornalero, como ayudante de maestro en la construcción. Sus más cercanos dicen que es un emprendedor por excelencia, hábil y arriesgado y con un olfato privilegiado para detectar oportunidades de negocio. Hoy, según Dicom, es dueño de cinco propiedades en La Dehesa, avaluadas en $ 1.800 millones. Cuando cumplió 50 años, su entonces mujer le regaló un Maserati, dice uno de sus cercanos.

Carrasco -fanático del fútbol- es desde hace algunos años socio y miembro del directorio de Wanderers, y dueño de varios proyectos inmobiliarios.

Pero gran parte de su imperio lo forjó en Siglo, que a los pocos años de operación fue abultando clientes. Ya en 2001 se establecieron en una oficina en Avenida 11 de Septiembre, y la firma funcionaba con 40 empleados en el área contable y de recursos humanos. Uno de sus primeros grandes negocios fue crear el modelo transaccional, para que la tarjeta Paris fuera operada en locales, más allá de la multitienda. Además, crearon el sistema para que funcionara en una red dental. Fue un negocio exitoso, que le trajo muchos dividendos. Un hombre cercano a Carrasco afirma que ese negocio lo cerró con Rodrigo Irarrázabal, entonces gerente de Paris, quien años más tarde se transformó en su socio en MOK. Esta empresa es dueña de varios edificios en Santiago, entre otros el ubicado en El Bosque Sur 90, en donde por años funcionó la empresa Movistar. Además, compró el antiguo centro operacional de Nestlé, en Roger de Flor, que habría vendido al Banco Santander, hace algunos meses.

"EL LADO OSCURO"
Siglo fue creciendo aceleradamente. En 2005, su equipo se cambió a Hendaya 60, justo al frente del
edificio de Banmédica, algo que le acomodada, pues Carrasco debía repartir su tiempo en ambas empresas, aun cuando su oficina está fuera de los dos edificios que albergan las operaciones de Siglo.

Una persona que trabajó para él afirma que los problemas comenzaron cuando, en su rol de contralor, se hizo cargo de la creación de Saden, una de las filiales del Grupo Banmédica. Esta firma -que hoy se llama Centro de Servicios Compartidos- se transformó en una sociedad de servicios compartidos, a través de la cual se canalizan temas como contratos, remuneraciones, finiquitos, licencias médicas de varias de las empresas del holding, entre ellas Clínica Santa María, VidaIntegra, Home Medical Services, Instituto Oncológico Integral y Help.

Carrasco trabajaba de la mano de Carlos Kubick, gerente general de Banmédica. Con él fue socio en varios proyectos inmobiliarios, en algunos de los cuales también invirtieron el director, Héctor Concha, el ex ministro Felipe Larraín, y Laurence Golborne.

En Banmédica les llamaba la atención que el contralor del grupo tuviera trabajando como gerente a Antonio Kubick, hijo de Carlos, desde 2008, y que luego éste se transformara, junto a su hermano Diego, en socio de Siglo, a través de la sociedad Inversiones Palo Santo. Algo que también hicieron los hijos de Concha, a través de Código Azul, sociedad que legalmente está representada por el director de Banmédica, Héctor Concha Marambio.

Según el Diario Oficial, en enero de 2014 hubo un aumento de capital de $ 500 millones a $ 6.251 millones, que fueron pagados en dinero en efectivo: $ 4.722 millones los aportó Inca de Oro, representada por Carrasco; $ 575 millones por Inversiones Palo Santo, de los Kubick; y $ 230 millones, por Código Azul.

Según el gerente general de Banmédica, su hijo dejó de ser socio de Siglo hace algunos meses. “Esta relación nunca se le ocultó al directorio, aunque no hubo una manifestación formal de que eso ocurría. Efectivamente los tiempos han cambiado, y hoy hay mayores códigos de exigencia y transparencia”, señala Kubick.

Un profesional que trabajó en Saden y luego en Siglo afirma que “había un conflicto explícito en la relación de Saden y Siglo. Los empleados de Banmédica hablaban de Siglo como “el lado oscuro”. Un ex funcioario de la firma de Carrasco reconoce que encontró un aviso en el diario para trabajar en un gran conglomerado de salud y, al ser entrevistado, le señalaron que la empresa que necesitaba sus servicios era Siglo. Otro de ellos asegura que las reuniones estratégicas del grupo se llevaban a cabo en las dependencias de Banmédica.

Un contador que hace algunos años mantuvo contrato de trabajo con Saden afirma que al mismo tiempo trabajaba para Siglo: “Eso ocurría con varios empleados, que por temor a perder sus puestos se veían en la obligación de dejar sus labores en la isapre para dedicarse a la empresa de Carrasco. Otro tema recurrente en esos años fue que los computadores que Saden compraba para Banmédica terminaban en las oficinas de Siglo. Hubo un aprovechamiento desmedido”.

En 2009, de hecho, el equipo tributario de Saden fue trasladado a las oficinas de Siglo. Cuando Kubick se enteró, después de una semana, revirtió esa decisión: “Yo sólo me enteré en esa oportunidad. Me pareció pésimo y por eso los traje de vuelta”, dice Kubick.

En 2009, Carrasco dejó de ser contralor de Banmédica para dedicarse de lleno a su firma, que para entonces se había convertido en una compañía exitosa, con negocios de capacitación, auditoría y servicios, asesorías tributarias y legales, gestión de recursos humanos y procesos contables. Desde la partida de Carrasco, Siglo se transformó en la empresa que le lleva los servicios tributarios a varias de las filiales de Banmédica.

ASESORÍAS Y SOFTWARE
Hasta el 2013, VSA, una de las principales filiales de Siglo, aparecía bajo la propiedad de Verónica Soto Araneda (de ahí las siglas de la sociedad). Ella, dueña de casa, es la mujer de uno de los hombres más cercanos de Carrasco: Julio Cea, quien a su vez se encargaba de velar por las asesorías que se vinculaban a esta empresa desde inicios del 2000. Hace dos semanas, el SII se querelló en contra de Soto.

Consultado por los distintos temas que lo vinculan, Roberto Carrasco declinó responder. Lo mismo hizo Cea.

En Siglo, varios de sus funcionarios, reconocen la existencia de VSA, pero desconocen los movimientos que realiza. Cada uno de ellos lo deciden entre Carrasco, Cea y el ex gerente de Saden, que hoy es gerente de Siglo, Rodolfo Ortega. Tampoco saben que, durante los últimos 15 años, VSA emitió facturas a Banmédica por asesorías y servicios de outsourcing.

El libro de compras de Saden, por ejemplo, registra que, en diciembre de 2006, VSA cobró una asesoría por $ 229 millones. Todas las operaciones se llevaron a cabo mientras Carrasco era contralor de Banmédica y aunque no apareciera como dueño de VSA, le pertenecía. Esta sociedad volvió formalmente a Carrasco a fines de 2013, luego de que Soto cobrara exactamente $210.526 pesos por su venta. Ocho años después, la misma compañía sigue cobrando asesorías por montos similares. Al respecto, Kubick señala que “Siglo es proveedor de varias filiales del grupo, pero desconozco la existencia de VSA, los montos de esos servicios son marginales respecto a las operaciones de la compañía”.

Algo similar ocurre con la sociedad Trycom, la cual fue constituida en 1997 por Isabel Margarita Lanas, Magdalena Matte, Julio Dittborn y Juan Illanes. Desde el 2000 a la fecha, esta sociedad -que no tiene personal- presta asesorías de software a Banmédica. Sólo como ejemplo, en octubre de 2007, según el libro de compra de Saden, hubo movimientos contables hacia Trycom por $767 millones. El concepto que aparece en la glosa: servicios de outsourcing. Un mes después, en noviembre de 2007, el monto fue por $ 844.000.000. El 31 de diciembre de 2006, el libro de Saden registra un movimiento por $ 39 millones. La glosa señala: disminución ingreso Clínica Santa Maria SMSM Trycom.

Consultada la ex ministra Magdalena Matte afirma que nunca prestó asesorías para Banmédica, y que Trycom fue vendida a Carrasco hace más de 15 años. Quien aparece como representante legal de la empresa es Giovanni Casella, gerente de informática de Siglo.

El SII fiscalizó en esos años varias de las operaciones de Trycom, y según Kubick los informes del fiscalizador arrojaron que no se detectaron problemas. En todo caso, el gerente general de Banmédica afirma que “no sabía quién era el dueño de esa sociedad. Si hubiese tenido explícitamente el conocimiento, probablemente habría tenido que llevar el tema al directorio o al menos a algunos de los directores”.

En mayo de 2011, la secretaria de Carlos Alberto Délano acusó recibo de dos informes a través de los cuales un ex funcionario de Banmédica denunciaba irregularidades en la compañía: Rony Acosta, ex subgerente tributario de la firma, puesto al que había llegado luego de desempeñarse como juez tributario en el SII. (Ver entrevista en página 34). En ellos, además de detallar “las malas condiciones de trabajo que había experimentado en Banmédica, explicitaba varias irregularidades en los registros contables de la compañía, y que de acuerdo a lo que le habían manifestado los contadores -que eran sus subalternos-, existían facturas que realizaban las empresas de Roberto Carrasco, las cuales consistían en rebajar la base imponible de empresas con muchas utilidades, como Clínica Santa María”.

El tema fue acogido por Délano y fue transferido a Carlos Kubick, quien asegura que entonces se realizaron varios informes internos que desmitificaban el tema y que los abogados tras revisar las distintas materias dieron respuestas satisfactorias. “Yo puedo pecar de desprolijo pero ¿cuál es mi capacidad real para detectar lo que está pasando en cada una de las filiales del grupo? En una empresa de 17 mil personas, por supuesto que no todos son santos ni benditos”.

Desde que estalló la arista de los forwards, Carrasco ha perdido el 40% de los clientes de Siglo. Según le reveló a varios de sus cercanos, lo que más lo frustra es que se expuso a realizar los cuatro contratos irregulares -más dos para Inmobiliaria Duero- sin siquiera ganar una comisión, y con la sola idea que le rondaba hace mucho tiempo: convertirse en asesor tributario de Penta. Un “favor” que, dice, le costó muy caro.

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