Por Eric Parrado, superintendente SBIF Febrero 4, 2015

Las discusiones sobre los cambios necesarios para mantener la estabilidad financiera fueron profundas y al más alto nivel.

Es difícil imaginar que un pequeño resort de invierno suizo de poco más de 11 mil habitantes se pueda transformar anualmente en el epicentro de la discusión mundial en sólo 4 días de reuniones. Este lugar es Davos, el que año a año congrega a los más variados representantes del área económica y financiera a nivel global a objeto de compartir experiencias y extraer lecciones que -en base a la cooperación público-privada-promuevan el desarrollo y estabilidad de los países. En esta oportunidad el lema de las reuniones fue “El Nuevo Contexto Global”, que resume de alguna manera los cambios que están experimentando los países alrededor del mundo y los desafíos que enfrentan para responder a las continuas demandas de sus ciudadanos, enfrentar la desigualdad de ingresos, estimular el crecimiento económico, fomentar la innovación, entre los ámbitos más destacados.

En esta ocasión tuve la oportunidad de participar en diversas sesiones sobre las perspectivas de Latinoamérica, los desafíos regulatorios que están viviendo diversas jurisdicciones en el mundo, el desarrollo de los mercados de capitales en economías emergentes, y el progreso que se ha hecho en torno a la inclusión y educación financiera. Aspectos en que Chile ha avanzado, pero que en algunos casos nos queda mucho camino por recorrer. Justamente la virtud de las reuniones de Davos es poder compartir tanto nuestras fortalezas como país como también aprender de otros para ir dejando atrás nuestras debilidades.

Dentro de los temas más interesantes destacan aquellos relacionados con la regulación de los sistemas financieros. Las discusiones sobre los cambios necesarios para mantener la estabilidad financiera fueron profundas y al más alto nivel. En la discusión destacó Mark Carney, presidente del Banco Central de Inglaterra y director del Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board), quien con optimismo, pero también con cautela, apoyó la decisión de aplicar una política monetaria no convencional de relajo cuantitativo por parte del Banco Central Europeo. Sin embargo, a pesar de ser una medida bien recibida por el mercado y los reguladores, Carney planteó que un ambiente de tasas de interés bajas podría llevar a incubar riesgos que afecten a los mercados financieros y, consecuentemente, tengan un impacto en la estabilidad financiera.

Teniendo en cuenta la preocupación por estos riesgos, la discusión regulatoria concluyó que los tres temas principales que el mundo bancario debiera tener en cuenta están relacionados con: i) las mayores exigencias de capital, ii) el mejor manejo de la liquidez, y iii) la conducta de controladores, directores y la administración de estas instituciones.

En Chile hemos tenido noticias recientes en estos tres ámbitos. Respecto al capital, el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, anunció la reforma a la Ley General de Bancos, que incluirá precisamente la adaptación a los estándares internacionales de Basilea III. Esto significará no sólo mayores exigencias de capital, sino que también mayor calidad del capital. Además la reforma incluirá el fortalecimiento del gobierno corporativo de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), como respuesta a los nuevos desafíos que enfrenta dadas las continuas innovaciones del sistema financiero y el aumento del perímetro regulatorio. Y, por último, considerará aspectos relacionados con la resolución bancaria, con el fin de manejar en forma más eficiente situaciones de crisis financieras. Esta reforma es una gran oportunidad para volver a situar a Chile en la vanguardia respecto de las mejores prácticas internacionales en regulación y supervisión bancaria.

En el caso de la liquidez, recientemente el Banco Central de Chile, en coordinación con la SBIF, emitió nueva normativa con el objetivo de fortalecer las políticas de gestión del riesgo liquidez en la banca, en línea con las mejores prácticas internacionales, perfeccionar los actuales requerimientos normativos sobre descalces de plazo y aumentar la cantidad y calidad de información disponible para el supervisor y el mercado. Por su parte, la SBIF se encuentra ad portas de colocar en consulta al público la propia normativa de liquidez, entregando más detalles respecto al proceso de fiscalización.

Finalmente, el tema de la conducta y comportamiento de partícipes de los sistemas financieros está tomando cada vez más fuerza e influyendo en la agenda de diversos reguladores en el mundo. Chile no ha sido inmune a escándalos en el ámbito financiero. Por eso es necesario contar con mecanismos cada vez más fuertes, que potencien los gobiernos corporativos de las instituciones financieras y que logren detener la práctica de conductas de riesgo o simplemente frenar la mala conducta. La industria financiera debe tener la capacidad de identificar aquellas áreas sensibles para su desarrollo y avanzar en la autorregulación, imponiéndose a sí misma exigentes estándares éticos y de eficiencia.

Davos es un buen lugar para comparar y contrastar realidades y darnos cuenta que los desafíos que hoy enfrenta Chile para el desarrollo de sus mercados financieros son comunes con los de muchos otros países. Por eso, es fundamental no quedarse atrás y seguir avanzando en perfeccionar el funcionamiento de nuestro mercado financiero, para lo cual tanto los reguladores como los regulados tienen tareas pendientes por acometer. No hacerse cargo de esto atenta contra la propia sustentabilidad de la industria.

Relacionados