Por Rosario Zanetta Diciembre 30, 2014

A muchos les llamó poderosamente la atención cómo un empresario, con su trayectoria y expertise, pudiese haber incurrido en una operación que según un alto ejecutivo es “burda y torpe” y que no se condice con su manejo del mercado y sus reglas.

Durante el último tiempo, la visión que Juan Bilbao (55 años) tenía del país había empeorado. Según le había comentado a sus cercanos, le preocupaba de sobremanera el clima antiempresarial que percibía en el ambiente y visualizaba un futuro crispado y polarizado para los próximos años. Por eso tenía sus ojos puestos en el extranjero. Durante el año se había dedicado a dolarizar sus inversiones, ya que tenía en mente un cambio radical: pensaba encontrar un departamento en Madrid, donde esperaba pasar al menos la mitad del año. 

Su círculo cercano ya estaba al tanto. Él mismo se encargó de comentarlo también con los invitados al matrimonio de su hijo Juan, el sábado 20 de diciembre, justo dos días antes de que el regulador norteamericano (la Security and Exchange Commission) lo acusara de hacer uso de información privilegiada, en su calidad de director de la farmacéutica CFR, cuando ésta negociaba su eventual venta a la gigante estadounidense Abbott.

La grave acusación se convirtió en tema obligatorio en el mercado y puso en primera plana al hasta entonces presidente de Consorcio, algo a lo que no está acostumbrado. Por el contrario, si bien en su círculo hay varios líderes de los más grandes grupos económicos del país -como Carlos Alberto Délano, Francisco Pérez Mackenna y sus socios, las familias Fernández León y Hurtado Vicuña-, Bilbao nunca tuvo mayor figuración pública, lo que le permitía pasear por el entorno de su oficina, en el barrio El Golf, sin ser reconocido.

Pese a esa baja figuración, Bilbao, quien es socio de Consorcio, es un actor emblemático dentro de la elite empresarial, la misma que le reconoce sobre todo su agudeza para captar posibles negocios y su sofisticación en el ámbito financiero. De ahí que a muchos les llamara poderosamente la atención cómo un empresario con su trayectoria y expertise, pudiese haber incurrido en una operación que según un alto ejecutivo es “burda y torpe” y que no se condice con su manejo del mercado y sus reglas.

Su repentina salida de todos los directorios en los que participaba y la contratación de los socios del estudio Claro y Cía., José María y Cristóbal Eyzaguirre, como sus abogados, han marcado estas últimas dos semanas. Las próximas difícilmente serán más tranquilas: una eventual investigación en Chile por parte de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) y la posibilidad de que aparezcan demandas civiles de eventuales perjudicados son aristas abiertas. El caso golpeó nuevamente la confianza del mercado ya mermada por escándalos como Cascadas y Penta. Bajo este escenario y según sus cercanos, los planes de Bilbao de radicarse en España tendrán que esperar.

RÁPIDO E INGENIOSO
“Más rápido que mateo”. Así recuerdan a Juan Bilbao sus compañeros de la generación que entró en 1976 a Ingeniería Comercial de la Universidad Católica. Por esos años su grupo de estudio estaba integrado por el ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín; el ex SVS, Fernando Coloma; el empresario inmobiliario, Fernando Sánchez;  y el director de Iansa, Gustavo Subercaseaux, entre otros. Al interior de este grupo -conocido como “los mateos” por otro de los integrantes de la generación- Bilbao destacaba por su agudeza más que por sus calificaciones que, en todo caso, eran altas. 

El entonces “guatón Bilbao”, como lo llamaban en su curso, era el alma de la fiesta. “Siempre alegre, muy simpático”, recuerda hoy una compañera. Su afición por los negocios, más que por la economía lo hizo separarse en tercer año de su grupo de estudio original, ya que la mayoría de ellos optó por estudiar Economía, mientras él siguió la veta de la administración. Fue ahí cuando conoció a Alejandro Weinstein, ex dueño de CFR y quien tiempo después lo invitara a integrar el directorio desde el cual Bilbao habría cometido las cuestionadas transacciones. También en esos años se hizo muy cercano a uno de sus grandes amigos hasta el día de hoy: Francisco Pérez Mackenna, máximo ejecutivo de Quiñenco, holding del grupo Luksic.

La amistad con este último se fortaleció a partir de 1980, año en que ambos partieron a Chicago a cursar un MBA. El grupo además estaba formado por el ex canciller Alfredo Moreno, y el gerente general de Chilefilms, Cristián Varela. Aunque vivían en distintos edificios -Bilbao a esas alturas era el único soltero del grupo-, siempre estudiaban juntos, siendo “el Guatón” el que necesitaba poner menos esfuerzo para sacarse buenas notas.

 “Los momentos en Chicago fueron duros, de mucha austeridad. Todos nos fuimos becados, pero allá el costo de todo era muy caro. Juan siempre apoyó esos momentos con su gran sentido del humor. Siempre tenía una broma, una talla, lista para decir. Era muy simpático y sociable”, recuerda Varela.  El también ex presidente de Colo Colo cuenta que en ese entonces la beca consistía en apenas US$ 400 mensuales. Como el dinero escaseaba, Bilbao se consiguió datos de ventas de garaje, a las que llevó a cada uno de sus amigos para que amoblaran sus departamentos.

También por esa época Bilbao entabló amistad con el actual presidente de AquaChile, Víctor Hugo Pucci, y el director y socio de Multiexport, Martín Borda. A su regreso a Chile retomó sus vínculos con la UC donde, al igual que muchos de sus amigos, ejerció de profesor en su ex facultad. Uno de sus alumnos con el tiempo se convertiría en su partner en el mundo de los negocios: el ex presidente de Icare y actual gerente general de Consorcio, Patricio Parodi.

LAZOS DE FAMILIA
Parte de una familia de inmigrantes españoles, Juan Bilbao es el mayor de los hijos del matrimonio de Juan Cruz Bilbao Lledo y Belén Clara Hormaeche Ortiz. La suya era una familia de buena situación, pero no amasaba una gran fortuna. Eso sí, esa misma familia hoy tiene más de un vínculo con el mundo de los negocios: su hermano Bonifacio es gerente general del Banco Security y su hermana Isabel está casada con el gerente general de CCU, Patricio Jottar.

Ellos fueron algunos de los invitados que el pasado sábado 20 de diciembre, asistieron al matrimonio de Juan Bilbao Uribe, uno de los hijos del empresario con Carolina Uribe Gabler, con quien se casó en 1984, a su regreso de Chicago. También ingeniera comercial de la UC, es hermana de Hernán Uribe, director en Ripley Corp.

Es con su círculo más cercano con quien Bilbao comparte una de sus grandes pasiones: la caza. Según quienes lo conocen, “el Guatón” viaja cada vez que puede -incluso una vez a la semana- a San Rafael, su campo en las cercanías de Talca. Ahí y en su casa de Santiago exhibe lo que considera algunos de sus trofeos: una gran variedad de animales embalsamados cazados en distintas latitudes. Su fanatismo por esta práctica lo ha llevado a organizar un sinnúmero de viajes con este propósito. Entre los lugares donde ha cazado incluso animales de gran tamaño están Zimbabwe, Estados Unidos, Argentina y Botswana. La pasión la comparte también con sus amigos Alejandro Weinstein y Francisco Pérez Mackenna, con quien a menudo organiza viajes a Córdoba para cazar especies pequeñas. Tanto es su gusto por esta actividad que incluso su oficina, en el tercer piso del icónico edificio de Consorcio en avenida El Bosque Sur, está decorada con carteles y cuadros alusivos a la actividad.

LA DUPLA
Dueño junto con Patricio Parodi del 6,1% de Consorcio Financiero -a través de la sociedad BP S.A.-, hasta el 23 de diciembre pasado Juan Bilbao fue el presidente de la institución financiera, la cual encabezó por 15 años. Hasta ese mismo día era también director de otras sociedades como Entel, Paz, Blumar y Watt’s, entre otras, de las cuales salió voluntariamente.

“He tomado la decisión de renunciar a estos directorios con el objetivo de dedicarme por completo a mi defensa en relación con los cargos de la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC), que han sido informados por diversos medios de prensa”, dijo Bilbao a través de un comunicado enviado a los medios de comunicación.

Quienes compartieron con él en estos directorios aseguran que en adelante se notará su ausencia, ya que solía participar activamente en las discusiones que ahí se generaban. “Pese a lo ocupado que es, siempre iba a los directorios y llegaba muy preparado a éstos. Destaco su buen concepto del riesgo y del endeudamiento. Era un aporte total a la mesa”, sostiene un director de Paz.

“Él hizo una gran labor en Blumar. Entró en 1992 cuando se registró la compañía. En ese entonces Consorcio compró un paquete importante de acciones y Juan entró como representante de los minoritarios. Por su buena labor se quedó hasta ahora”, señala Rodrigo Sarquis, presidente de la pesquera.  

Según ha trascendido, fue Bilbao quien llamó personalmente a cada uno de los presidentes de las empresas en las cuales participaba como director, para explicarles las razones detrás de su renuncia, la que luego fue oficializada por medio de una misiva.

Su trayectoria empresarial va más allá de la dirección estratégica de las empresas. Sus inicios estuvieron marcados por el conocido semillero que formó el empresario Manuel Cruzat. Luego coincidió con Sebastián Piñera en Citibank, hasta que fue fichado como gerente comercial de  Bankers Trust, un banco de inversión que posteriormente fue adquirido por Deutsche Bank. Por esta labor debió radicarse en Nueva York, donde encabezó el trabajo regional de la institución. 

A su regreso, a fines de los 90, y por una invitación de las familias Fernández León y Hurtado Vicuña se incorporó a Consorcio, donde la ex dupla entre profesor y alumno   (Bilbao y Parodi) se reinventó, convirtiéndose en una de las parejas más activas y destacadas del mercado financiero local. No por nada ambos participaron de varias de las principales aperturas en Bolsa que a principios de la década del 2000 empezaron a proliferar en la plaza local.

Desde el mercado reconocen en Bilbao un perfil agresivo. Dicen que no dejaba pasar oportunidades y que además se caracterizaba por jugar al límite. Un límite que según la SEC traspasó en más de una ocasión cuando entre el 12 de marzo y el 7 de mayo adquirió -a través de la sociedad Somerton Resources basada en las Islas Vírgenes Británicas- un total de 707.222 ADS (American Depositary Shares) por US$ 14,35 millones, obteniendo un beneficio de US$ 10,1 millón. Esto, sabiendo por su calidad de director de CFR, que la empresa de su amigo Weinstein había recibido una oferta confidencial por parte de Abbott, información que el directorio conoció el 10 de marzo, pero que el mercado ignoró hasta el 16 de mayo.

Bilbao ha argumentado que las compras de tales papeles las programó en febrero, cuando desconocía completamente la intención de Abbott. Sin embargo, muchos ejecutivos ponen en duda esta explicación, ya que  consideran que de haber sido así, al momento de tener conocimiento de información privilegiada Bilbao debió haber retirado inmediatamente el mandato de compra fijado con antelación. “La explicación es todavía más burda que la operación”, señala el presidente de una empresa. 

La gran pregunta que por estos días ronda en el mercado es dónde termina este caso: si la SVS se hará parte, si eventuales perjudicados ejercerán acciones legales y finalmente qué decisión tomará la Corte de Nueva York ante la cual la SEC demandó a Bilbao.

Relacionados