Por María Luisa Iriarte Noviembre 13, 2014

© José Miguel Méndez

Como industria y como gobierno no atacamos el problema en el origen, que es la educación nutricional. Ha habido una desconfianza hacia la industria y una falta de entender que somos parte de la solución

Pablo Devoto, presidente de Nestlé Chile, dice estar sorprendido con los chilenos. Cuando llegó en marzo de 2013, pensó en un consumidor menos “agringado” y menos empoderado. Tampoco pensó que un país “prudente” como Chile propiciara un reglamento sobre etiquetado de alimentos tan estricto y que tiene a su industria en una cruzada.  Por estos días, el ex seleccionado argentino de rugby, se concentra en impulsar la innovación y evolucionar hacia el concepto de nutrición, salud y bienestar en Nestlé Chile. Reconoce un freno en las ventas, las que al año alcanzan los cerca de US$ 1.500 millones, a partir del segundo semestre producto de la desaceleración y alerta sobre la falta de competitividad del país.

-¿Cómo han sido estos casi 2 años liderando Nestlé?
-Yo vengo de trabajar en Brasil, Argentina, Centro América, y se nota en Chile una diferencia importante con el resto de Latinoamérica: se ve una fuerte institucionalidad, una apertura, y es relativamente simple hacer negocios. En ese sentido Nestlé lo aprovechó muy bien, invirtiendo en el desarrollo de sus marcas internacionales y también comprando marcas locales fuertes como Hucke y Mackay. Gozamos de una situación de liderazgo en casi todas las categorías, entonces me tocó llegar a una compañía que estaba haciendo bien las cosas, y agregar valor ahí es más difícil. Pero descubrí que la oportunidad estaba en acelerar, ir un poco más rápido en la innovación, sino esa situación de liderazgo se iba a ir erosionando. Y la otra oportunidad es evolucionar más hacia el concepto de nutrición, salud y bienestar. Hay una búsqueda en ser más rápidos y flexibles para poder innovar y entregar valor.

-¿Cómo es el consumidor chileno?
-Me encontré con un consumidor mucho más gringo de lo que imaginaba. Es de shopping center, de patio de comida, de autos grandes. Es un consumidor que si hay ofertas sale. Yo me lo imaginaba más europeo, menos tentado por las promociones. También menos demandante, que no se quejaba tanto, que no llamaba tanto al Servicio al Consumidor. Vi uno mucho más consciente de sus derechos, que puede protestar y la compañía le tiene que dar.

-¿Esto en qué hechos concretos se traduce?
-Cuando comparo los llamados al Servicio al Consumidor en Chile, Brasil y Argentina, acá relativamente hay muchos más. También mira mucho y está atento a lo que pasa afuera y a lo que se piensa afuera. Se siente fuera de Latinoamérica. El chileno sabe que hizo ciertas tareas que no se dieron en otros países que tienen que ver con el respeto a la autoridad, la justicia, la independencia de los poderes. Es un país organizado, bien administrado y el chileno lo sabe y lo cuida. También la apertura, aquí tú ves las marcas de autos, de ropa, el distrito de lujo, hay cosas que no pasan en otros países de la región o que están empezando a pasar.

-¿Cómo responde Nestlé a esta realidad?
-Con innovación, porque el consumidor chileno está esperando un nivel de innovación que tenemos prácticamente en los países más desarrollados. Chile es uno de los países junto con México y Brasil donde ponemos mucho foco por el tamaño de la operación y por la capacidad. Ahora el consumidor es local, las galletas chilenas tienen un sabor que es típico de aquí. Ese es uno de los secretos de Nestlé, es global, pero se maneja localmente, el respeto por el consumidor es primordial.

-¿Cuál es el gran cambio de paradigma de la industria de los alimentos?
-Hoy tienes un montón de canales y de contactos donde puedes ver tus productos, porque tienes desde el supermercado, hipermercado, tiendas por descuento, puedes comprar por Internet, máquinas de vending. La multiplicidad de canales por los cuales llegas al consumidor ha cambiado, también la comunicación. Ahora tienes un consumidor informado, empoderado y preocupado del medioambiente.

-Nestlé tiene una alianza con CCU para el negocio de las aguas. ¿Están pensando en concretar nuevas alianzas?
-Estamos siempre abiertos. Creo que el portafolio que tenemos es lo suficientemente amplio y potente como para tratar de desarrollarlo. Pero definitivamente la  meta de Nestlé Chile es el crecimiento orgánico de sus categorías y marcas.

UN TEMA DE EDUCACIÓN

-Hablando del concepto de nutrición y salud, una sopa baja en sal, ¿cuánto vende versus una normal?
-1 a 10.  Por eso hablamos que con la ley de etiquetado, el tema es la educación. Creo que necesitamos una ley de etiquetado y un buen reglamento que eduque al consumidor, pero no lo vamos a lograr con un disco pare. Nuestra preocupación no es el reglamento, sino un mal reglamento que no ayude al objetivo que es que el consumidor esté más y mejor informado. Eso se hace en la escuela, con los maestros, con los médicos, con los consumidores, enseñándoles las etiquetas, no poniendo advertencias.

-A su juicio, ¿por qué se reacciona con un reglamento de estas características?
-Chile pasó muy rápido de la desnutrición a la mala nutrición y en esos procesos a lo mejor no hubo un trabajo de educación en calidad de vida, que incluyera comer sano y hacer deporte. Como industria y como gobierno no atacamos el problema en el origen, que es la educación nutricional. Creo que ha habido una desconfianza hacia la industria y una falta de entender que somos parte de la solución. Nuestra gran discusión está en los límites que para nosotros deben estar por categoría de producto y en que no debería ser por 100 gramos, sino por porción. La propuesta sería trabajar en reducción de nutrientes, en la medida de lo posible y aceptable por el consumidor, y trabajar en las porciones.

-¿Cuántos de sus productos tendrían el disco pare?
-El 80 a 90%.

-¿Piensa que el disco pare incentivará a dejar de consumir esos productos?
-En vez de educar vamos a asustar. La industria de alimentos basada en el conocimiento tiene argumentos para decir, trabajemos en las porciones, en la lectura de las etiquetas. Toda esa información está hoy en los envases, pero el consumidor no las lee, y si las lee no las entiende. Porque nosotros no ocultamos nada, está aquí en el rotulado, pero tienes que entender lo que dice y tener el tiempo para leerlo. La preocupación del reglamento tal cual como está es que no va a resolver el problema.

-¿El reglamento implicará una baja en las ventas?
-No estamos preocupados por las ventas. Esta discusión no es por las ventas, sino por principios: por tratar de corregir un problema que es concreto y que no ocultamos: tenemos índices de obesidad que no podemos sostener y que no son buenos. Cómo trabajamos eso. Con un reglamento que asusta o con una política de educación en nutrición, actividad física y con una industria que se dedique a informar cada vez más, a enseñar cada vez más y a reducir cada vez más los nutrientes críticos.

-¿Cómo ha reaccionado la matriz de Nestlé?
-La inversión y la confianza no cambian, pero es un elemento más que antes no estaba. Sí hay una gran preocupación porque Chile está haciendo algo que sorprende y se desalinea de los principales países del mundo.

-¿Eso probablemente encarezca los productos?
-Por supuesto que son las derivadas no deseadas, cuando importes vas a tener que agregarle costos porque vas a tener que ponerle una etiqueta en particular.

SOLUCIÓN A LA CHILENA

-Usted llegó a Chile bajo el gobierno del ex presidente Piñera y ahora está con Bachelet. ¿Cómo ha notado el traspaso de una administración a otra?
-Cuando llegué a principios de 2013 esperaba que la gente, en el ambiente de negocios, como clientes y proveedores, hubiesen estado más contentos con Piñera, quizás las expectativas no se estaban cumpliendo. Fue una sorpresa, yo hubiese esperado más consenso a favor. Ahora hay cierto ambiente de discusión, la gente está con un poquito de incertidumbre. Yo soy optimista, creo que a la chilena esto se va a ir ordenando, está claro que el país quería cambios y bueno, van por ellos. Los grandes issues por los cuales la gente votó Bachelet están, pero es el cómo, por el que se está generando un ruido que además no es ayudado por el entorno internacional. Depende de qué lado se esté lo que se dice: si es por el entorno internacional o por la desconfianza que generaron tantos cambios. Yo creo que hay de los dos.

-Usted dijo en una entrevista en febrero que la desaceleración está más en la cabeza que en la realidad. ¿Sigue pensando lo mismo?
-Es que en febrero sí. Pero ahora en el primer semestre  veníamos a un ritmo de crecimiento por encima de nuestro presupuesto. Pero a partir de junio estamos por debajo. Y como está el país: arrancamos para crecer 4% y vamos a crecer 2%. A nosotros no nos pasa ni más ni menos que lo que le pasa al país.

-Ustedes son un buen indicador como para medir la temperatura del consumo interno...
-Claro, pero es por categoría, por ejemplo, la temporada de helados está siendo espectacular. Pero sacando los productos estacionales, en el segundo semestre notamos una baja. Pero no hay ningún producto que nos esté mostrando un cambio dramático de tendencia.

-Este freno del segundo semestre, ¿no lo veían en Chile desde hace cuánto tiempo?
-Todavía no es comparable a nada, porque es leve. Vamos a una velocidad de crucero menor a la que esperábamos. En la medida que empecemos a recuperar las confianzas mutuas de los actores, la cosa va a ir caminando. Chile tiene todos los fundamentos para seguir por la buena senda y creo que el consenso es que Chile no se va a suicidar, los ejemplos que tiene cerca son suficientemente claros como para no caer ahí. Pero cuidado, tenemos una institucionalidad envidiable, pero no así una competitividad. Chile ha crecido mucho gracias al consumo interno, al crédito, pero no necesariamente gracias al agregado de valor en el aporte industrial que es lo que te da la competitividad. Ahora para pasar de US$ 20 mil per capita a US$ 25 mil o US$ 30 mil, vamos a tener que hacer algo más y ese más se hace con competitividad, y ahí es donde veo el problema. Trabajemos y hagamos reformas, las que quieran, pero las que nos permitan ser más competitivos, no menos.

-¿Cuáles son las reformas que a su juicio le están quitando competitividad?
-Todavía no sé, porque todavía estamos con los títulos de la reforma laboral, etc.

-¿Les preocupa la reforma laboral?
-Sí, en la medida que se pierda el diálogo entre la empresa y los trabajadores y se meta la política en los sindicatos. La clave es que trabajadores y empresarios entiendan que juntos son potentes y competitivos y no confrontándose.

-Cuando va a Suiza y presenta la situación del país: reforma tributaria, laboral, fortalecimiento del Sernac, etiquetado de alimentos, ¿cuál es la que más preocupa?
-La del etiquetado es la que les preocupa más, porque en el resto de las cosas cada país tiene su política y nosotros estamos en más de 150 países y hace 148 años, entonces tenemos mucha capacidad de adaptación. Pero preocupa mucho, mucho, la demonización de la industria de alimentos y el no ver que somos parte de la solución y que tenemos mucho que aportar y queremos aportar. Eso es lo que más preocupa por el tipo de reglamento en un país que ha sido relativamente prudente, razonable… el resto es adaptarse.

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