Por Rosario Zanetta Septiembre 25, 2014

© José Miguel Méndez

"No hay ningún representante de la banca que me haya expresado, en una reunión de la ABIF, su preocupación por este trato frontal. Al revés: la aproximación a los hechos me ha estimulado a
ser más duro"

En las últimas semanas la gestión de Jorge Awad como presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ABIF) ha sido blanco de varios cuestionamientos. Representantes de los principales bancos se han reunido en privado para discutir cuál será el estilo de quien lo sucederá en siete meses más, cuando concluya su segundo periodo a cargo de la entidad gremial. Awad estaba de vacaciones fuera de Chile, celebrando sus cuarenta años de matrimonio. A su regreso al país, decidió hacer frente a los comentarios.

Reconoce que si en los últimos años ha tenido un conflicto, éste ha sido con el Ministerio de Economía, por el tema del consentimiento expreso en los contratos financieros, el mismo asunto que hace un año gatilló su conocido “día de furia”. Salvo ese episodio, asegura que ningún representante de la banca le ha manifestado su preocupación por este trato frontal y que, por el contrario, los hechos lo han estimulado a ser más duro. Éste es su balance.

-¿Cuál ha sido el principal aporte de su gestión?
-Mi aporte ha sido buscar la profesionalización de la ABIF. Ejemplo de eso es la participación que tuvimos en la última reforma tributaria o en momentos difíciles como la discusión sobre el consentimiento expreso, o el proyecto del Sernac. Esto demuestra que esta asociación efectivamente está respondiendo cada vez mejor a lo que son las políticas públicas de transparencia y a las políticas de la industria que tiene que ser una industria rentable.

-¿Hoy se siente respaldado?
-No sólo me siento respaldado: me siento comprometido, agradecido y dispuesto a que la forma como se decida mi sucesor sea la que defina el directorio. Yo no recuerdo ni un solo momento de fricción interna. Cuando tuve el día de furia, era razonable que me dijeran: oye, se te pasó un poquito la mano. Pero siempre he sido el cardenal Samoré de las instituciones en que he participado, siempre he buscado consenso. No me deja de sorprender, que digan que mi carácter ha sido frontal, porque si miro desde la primera autoridad económica del país, pasando por el Banco Central, las superintendencias o las instancias gremiales, la verdad es que lo único que he encontrado son gratos momentos en que he podido ejercer en plenitud mi cargo.

-Sin embargo, miembros de la Asociación dicen que hay críticas a su gestión. Apuntan a que no ha logrado tender puentes con las autoridades…
-Digámoslo por su nombre: mi único conflicto ha sido con el Ministerio de Economía, por el tema del consentimiento expreso. Si me pregunta: con qué situación se siente frustrado, o qué situación ha tenido que enfrentar de manera frontal, fue en el “día de furia”. Y tenía razón cuando dije, en abril de 2013, que era una aberración terminar con el consentimiento tácito. Algunos me pueden criticar de haber sido exagerado, de haber sido frontal. Pero me alegro de haberlo sido. Por otra parte, no hay ningún representante de la banca que formalmente haya expresado, en una reunión de la ABIF, su preocupación por este trato frontal. Al revés: muchas veces la aproximación a los hechos me ha estimulado a ser más duro. Y, salvo el día de furia, no hay hoy una relación con ninguna autoridad que no sea de la máxima reciprocidad.

-Usted también ha dicho otras frases que han molestado a la banca como: “soy el padre de la guagua”, respecto al acuerdo de la reforma tributaria o “voté por Bachelet y me voy a repetir el plato”…
-Cuando dije que era el padre de la guagua, jamás me referí a la reforma tributaria, lo que dije era en alusión a la renta atribuida. Nosotros fuimos los primeros en decir que ésta tenía problemas constitucionales. Y cuando un periodista me preguntó, yo le dije: aquí está el papi de la renta atribuida. Eso es verdad y no tengo problema en reafirmarlo. Respecto de lo de repetirse el plato, como un hincha dice que es de Colo Colo, o de la Universidad de Chile, yo dije lo que soy: un concertacionista, democratacristiano, que iba a votar por la presidenta Bachelet y que por lo tanto me iba a repetir el plato. Si me pregunta, estoy feliz de siempre poder decir quién soy yo.

-¿Y con la reforma tributaria? Al principio dijo que ésta no afectaba a la banca y luego dio un giro en su postura.
-Yo jamás cambié el quién soy yo, sólo enfoqué la discusión en decir que la renta atribuida tenía problemas constitucionales. Ese fue el cambio de fondo.

ENVIDIA NATURAL

-¿Ud. no siente que haya perdido apoyo, que se haya quedado solo?
-¡Jamás! Siempre he sentido que he jugado con el estadio 100% lleno e hinchando por un solo equipo que se llama ABIF. Jamás he visto el estadio vacío, ni he escuchado pifias. No he sentido ningún día de estos cuatro años, rechazo, acciones indiscretas, movimientos desleales o cinismo.

-Pero hay quienes dicen que no hay percepciones positivas de ud. dentro de la asociación.
-Lo que pasa es que hay movimientos, de algunos gerentes generales, que quieren que la asociación sea dirigida por ellos y no por los dueños. ¿Qué es lo que pretenden? Hacer carrera nacional e internacional. Y la ABIF es una vitrina. Siempre he creído que en los directorios tiene que estar la propiedad y no puros ejecutivos. Es lo que siempre he intentado mantener: que la asociación sea una organización de la propiedad.

-¿Cree que parte de las críticas que existen hacia su gestión se basan en aspiraciones de esas personas?

-Para decirlo de forma clara: los gerentes generales, muy humanamente, aspiran a una participación más relevante en la ABIF. Les gustaría que el comité de gerentes generales tuviera atribuciones más específicas y, que en definitiva, hubiera materias que pasaran directamente a la resolución de ellos. Ése es el hecho que yo he sentido y que no he querido hacer. Y nunca el directorio me ha planteado que lo cambie.

-¿Usted ha sentido envidia, malas intenciones?
-La envidia que ha habido es la natural por la posición.

-¿La idea de que la asociación esté representada en el directorio por ejecutivos no propietarios, le parece un error?
-O sea, mayoritariamente tienen que ser propietarios.

-¿Y el presidente?
-Si algún consejo puedo dar, que me nace de la guata y la cabeza, es que el presidente de la ABIF tiene que ser un director de banco, porque así representa a la propiedad. Ésta es una industria de tanta actividad que tiene que tener al representante máximo del riesgo. Y el representante máximo del riesgo es el dueño.

-¿Y si no fuera así? Si se eligiese a un no director, ¿la ABIF se equivocaría?
-Sería un error muy grande.

-Y el modelo, por ejemplo, que usó la Asociación de AFP, donde se nombró al ex ministro Rodrigo Pérez Mackenna?
-Yo lo quiero mucho y está recién partiendo, pero la magnitud y la capacidad de reacción que tienen que tener los bancos es muy distinta a la de una AFP.


¿TAREA INGRATA?


-¿Siente que hoy es más difícil representar a la banca?

-No. Creo que es cada vez más fácil representar a la banca, porque sus resultados hablan por sí solos.

-Pero en el caso de las utilidades, ¿cómo se explica que en los siete primeros meses del año, las utilidades de la banca crecieran 38,5% mientras la economía se desacelera?

-Porque en definitiva, la banca sabe cada vez mejor cómo prestar plata. Piense que la industria mueve colocaciones que son del tamaño de la economía de Chile.

-¿Pero no hacen las utilidades de la banca que ésta sea menos querida?
-Es que eso es así. Es lo mismo que una clínica: son necesarias y respetadas, pero no queridas. Nuestro papel es crear plata y juntar a un deudor con un depositante. ¿Y dónde se juntan? En la banca.

-¿Por qué ese mensaje no se ha logrado traspasar?

-Porque es una tarea ingrata. Yo lo llevo a la relación familiar: cuando un pariente viene a pedir plata, viene con la mejor de sus sonrisas, pero ese mismo primo tiene otra cara cuando tiene que pagar.

-A nivel comunicacional, ¿cree que lo ha hecho bien?

-El conflicto que tuve fue tener que terminar el contrato con Nexos, después de 4 años, por diferencias de criterio. Obviamente cambiar un equipo es un fracaso, pero yo veo las curvas de las noticias malas y de las noticias buenas y hay una mejora, un posicionamiento. Hoy la gente entiende que vamos a reducir los cajeros, que los barrios vulnerables van a tener la preferencia a la hora de reponerlos.

-¿Por qué se repondrán sólo en barrios vulnerables?
-Porque la otra gente tiene alternativas: está el sistema de caja vecina, está internet, el prepago.

-Pero le está quitando una posibilidad más…
-Pero es que los cajeros hoy tienen otro rol. No puede ser que los cajeros sean un armamento. El cajero está en su ciclo descendente, va a la baja.

PROBLEMAS DE QUÍMICA

-Usted en algún minuto dijo tener RUT conocido en el gobierno. ¿De qué forma pensó que eso podía servirle en su administración?
-Si usted me pregunta cuál es el atributo que me ha permitido hacer mi carrera, diría que es la confiabilidad. Soy una persona confiable. Y si me preguntan ¿cuál es su RUT? Respondo que tengo un RUT único. ¿Qué quiero decir con eso? Que siempre contesto lo mismo. Que no me adecúo.

-Tras las diferencias con el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, ¿cree que esas redes políticas fueron insuficientes?

-Ese balance jamás lo hago, porque son las personas las que priman. Creer que las redes mueven montañas es un poquito tonto. En el amor, en los negocios, en la política, en todo, se dan químicas. ¿Por qué uno quiere a una persona y no a otra? Porque no se dio la química.

-¿Con las autoridades?
-Con una.

-¿Con el ministro de Economía?
-No se ha dado la química.

-Pero es curioso, porque él también es DC…
-Es que ahí me lleva a un terreno escabroso que no es la vida. Puedo tener la mejor relación personal con alguien, pero resulta que en el trabajo no nos entendemos.

-¿Y ese es el caso?
-Claro.

-¿Qué va a hacer usted después de abril?
-¡Pasarlo bien! Me quedan dos años más en el directorio del Banco de Chile y soy presidente de la Junta Directiva de la Universidad de Talca, por decirle dos cosas. Creo que ya me he sacado la cresta. Después de 50 años de ejercicio profesional hay que ser muy aperrado para seguir, o ignorar el valor de la salud. Imagínese que la semana pasada estuve en Madrid y vi como se fueron dos ejecutivos: Isidoro Álvarez, del Corte Inglés y Emilio Botín.

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