Por Rosario Zanetta Junio 19, 2014

© Vicente Martí

Para muchos el secreto del éxito tiene nombre y apellido: gas y minerales. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos facturó US$ 6.059 millones en 2013. Los precios del zinc, el estaño y la plata-todos clave en la canasta de exportaciones- subieron 49%, 323% y 628% respectivamente desde el 90 a 2011.

Según datos del Ministerio de Economía, entre 2005 y 2012 la tasa de pobreza extrema a nivel nacional cayó de 38,2% a 21,6%. Sin embargo, expertos e incluso el mismo gobierno atribuyen parte de este resultado a los numerosos subsidios otorgados a quienes tienen menos recursos.

Ante la incredulidad de muchos y superando ampliamente las estimaciones oficiales, la economía boliviana habría alcanzado en 2013 -según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI)- su mayor crecimiento en cuatro décadas al anotar una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del 6,8%, sorprendiendo los cálculos oficiales que preveían un 5,5%. El dato no es aislado ni puntual. Economistas califican el actual momento por el que atraviesa la economía boliviana como la mejor racha de su historia, la que coincide con el mandato del presidente Evo Morales. 

A partir de 2006, Bolivia ha mostrado un crecimiento sostenido. Alcanzó un PIB per cápita de US$ 2.576 en 2012 según cifras de las Naciones Unidas y, en 2015, el dato superaría los US$ 3.000 de cumplirse los cálculos del FMI, cuadruplicando el per cápita que ostentaba a principios de los noventa. De igual forma el tamaño de su economía, durante los sucesivos gobiernos de Evo, se ha expandido desde los US$ 11.500 millones en 2006 a los cerca de US$ 30.000 en 2013.

No obstante, y pese a las muy buenas cifras, las dudas y los cuestionamientos abundan. ¿Cambio estructural o sólo coyuntural? 

Para muchos el secreto del éxito tiene nombre y apellido: gas y minerales. A modo de referencia, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) facturó US$ 6.059 millones en 2013 por la comercialización de gas natural a Brasil y Argentina, cifra que superó en 11,9% a la anotada en 2012, mientras que los precios del zinc, el estaño y la plata-todos productos clave en la canasta de exportaciones- subieron 49%, 323% y 628% respectivamente desde el 90 a 2011.

El fenómeno boliviano ha sido ampliamente destacado. El FMI, la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) y el Banco Mundial (BM), coinciden en situar a Bolivia entre las naciones con mayor crecimiento económico de la región. El FMI prevé un crecimiento en 2014 de 5,1%, y la CEPAL sostiene que los países de la región se expandirán en promedio a una tasa del 3,2%, encabezada por Panamá (7%) y Bolivia (5,5%). Mientras que el BM pone en primera posición regional al país andino, con un avance de 5,1%, por encima de Paraguay (4,8%).

No obstante, hoy son las mismas bases que sostienen a la economía altiplánica las que se convierten en sus mayores fuentes de incertidumbre. Como lo detalla el Informe de Política Monetaria de enero del Banco Central Boliviano, el crecimiento se explica principalmente por el comportamiento de los sectores de hidrocarburos, transporte, otras industrias, agropecuario y servicios financieros, todos los cuales podrían enfrentar una coyuntura compleja hacia adelante.

En La Paz, el economista Carlos Machicado, director del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo, explica que se trata de una economía dependiente de las materias primas y, con el alza sostenida de los últimos años, el país se ha visto fuertemente favorecido por la coyuntura externa. Destaca el denominado “proceso de nacionalización de los hidrocarburos”, lo que hace que hoy las empresas paguen un impuesto en torno al 60% de sus ganancias, incrementando considerablemente las arcas fiscales, lo que a su vez ha repercutido en un aumento del gasto público. Según la CEPAL, en 2013 los países de la región donde se produjeron los mayores incrementos en gasto público fueron Argentina, Bolivia y Ecuador.

Machicado explica que si bien en los últimos años hay importantes avances en carreteras, comunicaciones  y mejoras en el transporte como lo es el teleférico de La Paz, no se vislumbra que este desarrollo sea sostenible. “En el corto plazo no veo mayor riesgo, pero sí en la medida en que retrocedan los precios de las exportaciones. Pensaría que de aquí a 4 años, se viene una caída. Somos muy vulnerables a los shocks externos”, comenta. En la misma línea, el también economista boliviano Roberto Laserna agrega: “Estamos en serios problemas, porque la mayor parte de este boom no está dejando una nueva estructura económica ni expandiendo la capacidad de Bolivia. Por ejemplo, la frontera agrícola no se ha movido, ni se ha descubierto un nuevo pozo de gas”, dice. “El gobierno está atrapado en una estructura ideológica que lo lleva a sostener el control de los recursos naturales”, añade.

EL FACTOR EVO
En diciembre de 2005, cuando Morales fue electo por primera vez, el PIB de ese país era apenas un tercio del actual. De ahí que desde distintos sectores no duden en apuntar al líder del Movimiento al Socialismo (MAS), como uno de los factores clave a la hora de explicar el mayor crecimiento económico que ha registrado el país andino en la última década. 

El impulso ha sido evidente y a principios de este año el New York Times, lo destacó en un reportaje en el que enfatizaba el giro que había dado esa economía desde la inestabilidad hacia la expansión. El texto señalaba que mientras Morales se llamaba a sí mismo un revolucionario, otros no titubeaban en tildarlo como el autor de medidas “prudentes” en cuanto al manejo fiscal y las políticas macroeconómicas.

Mientras el discurso del presidente es revolucionario, sus medidas económicas son más bien de corte capitalista en cuanto al ámbito macroeconómico, es lo que comentan en privado algunos entendidos. Las reservas internacionales, que equivalen a cerca del 50% del PIB boliviano, y el crecimiento de sus exportaciones -particularmente las de hidrocarburos- también le han valido elogios. Los envíos de gas a Brasil han alcanzado durante los últimos días niveles históricos, mientras que la demanda interna del producto también continúa al alza. El dinamismo del consumo es otro de los puntales. La clase baja se ha integrado al mundo del consumo, sobre todo por la confianza que tienen en Evo, con quien se sienten identificados.

Pero detrás del impulso también existen algunas medidas en la dirección contraria. Entre ellos, la política impulsada por Morales de nacionalizar empresas que antes estaban en manos de conglomerados extranjeros. Desde que asumió el poder ha nacionalizado el petróleo y el gas, y cerca de una veintena de empresas. Según cifras oficiales, el Estado controla hoy cerca de un 38% de la economía nacional.

Adicionalmente, el gobierno mantiene regulados los precios de sectores estratégicos como los hidrocarburos, la electricidad, el pan y algunos otros productos básicos de la canasta familiar. A esto se suman otras medidas, como la de modificar la ley que regula el funcionamiento del Banco Central, quitándole su autonomía, dejándolo al alero del Ministerio de Economía y otorgándole el objetivo adicional de apuntalar el crecimiento, lo que le permite otorgar créditos a empresas.

No son las únicas decisiones controvertidas. La nueva ley de servicios financieros, -que entre otras cosas establece rangos para las tasas de interés de los créditos y niveles mínimos de préstamos a otorgar-, ha generado discusión. El FMI ha advertido su preocupación: “Esas tasas reguladas comprimirán los márgenes de interés y la rentabilidad de las instituciones financieras y en última instancia podrían generar problemas financieros e inestabilidad (…) especialmente si el ciclo económico no es tan bueno como lo ha sido en este momento”.

La lucha contra la pobreza tampoco ha estado exenta de cuestionamientos. Según datos del Ministerio de Economía, entre 2005 y 2012 la tasa de pobreza extrema a nivel nacional cayó de 38,2% a 21,6%. Sin embargo, expertos e incluso el mismo gobierno atribuyen parte de este resultado a los numerosos subsidios otorgados a quienes tienen menos recursos.

 

MERCADO INCIPIENTE
Pero mientras los organismos internacionales han puesto sus ojos en Bolivia, los bancos de inversión lo mantienen fuera del radar. No siguen sus pasos, porque consideran que aún se encuentra en una etapa muy incipiente de desarrollo. Adicionalmente, la oferta en cuanto a productos financieros es muy precaria y se limita a algunos bonos soberanos.

A modo de ejemplo, en octubre de 2012 y por primera vez en 80 años, el Estado boliviano tuvo acceso a los mercados internacionales al emitir un bono por un total de US$ 500 millones. Parte de la recaudación se utilizó para cancelar la deuda pública interna, según explica la CEPAL. Otra prueba del incipiente desarrollo financiero es el tamaño de la Bolsa Boliviana de Valores: su capitalización bursátil apenas supera los US$ 4.700 millones, equivalente, por ejemplo, a Colbún o CMPC. 

A pesar de lo anterior, desde el mercado local aseguran que algunos bancos de inversión están viajando a Bolivia para captar clientes que, teniendo altos patrimonios allá, se interesan por invertir en el mercado de capitales chileno.

LA OTRA BOLIVIA: SANTA CRUZ
Es la ciudad más poblada y considerada el centro económico e industrial de país. Y es también la cuna del líder opositor, Rubén Costas. Fue precisamente ahí donde el presidente Morales decidió realizar la reciente Cumbre G77, encuentro que le valió al país estar en varios titulares.

Por estos días en Santa Cruz, se instalan marcas internacionales como Victoria´s Secret y  Tommy Hilfiger. Hace pocas semanas la cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken abrió su primer local en el país, en el patio de comidas del mall Ventura, el más grande de Bolivia y ubicado en la ciudad de Santa Cruz. Hard Rock Café hizo lo mismo unos meses antes y debutó en el mercado boliviano con un restaurant de 1.120 metros cuadrados emplazado en el mismo centro comercial. El atractivo de esta zona ha hecho que incluso el Grupo Luksic anunciara, a principios de mayo, su ingreso al país tras sellar un acuerdo con Bebidas Bolivianas (BBO).

Es la otra Bolivia, la que según los bolivianos no tiene nada que ver con la realidad que vive el resto del país.

Las importantes inversiones que se realizaron por el G77, -que implicaron cerca de US$ 22 millones en obras como la ampliación del aeropuerto, hoteles y nuevas avenidas- terminaron por conquistar a la díscola ciudad que pregonaba la autonomía como modelo alternativo y contrario al proyecto oficialista. “Ellos eran contrarios a que, por ejemplo, el presidente fuera indígena, pero en los últimos años Morales se los ha sabido ganar con muchos beneficios y hoy los empresarios lo quieren”, comenta Machicado. En esa línea, un empresario boliviano de Cochabamba que prefiere mantenerse en el anonimato, califica a Santa Cruz como una “isla donde se vive una realidad muy distinta. Cochabamba está exactamente igual que como estaba en el 2006, aquí no se palpa ningún progreso, salvo el auge de la construcción, el cual todos saben que está ligado al lavado de dinero del narcotráfico”, dice.

Ese es uno de los desafíos pendientes que tiene Bolivia, aunque para algunos el más urgente es el fortalecimiento de la institucionalidad, sobre todo en lo que respecta a la independencia de las distintas entidades, como por ejemplo las aduanas y los tribunales. Otro, es la apertura comercial más allá de las fronteras de sus aliados: Venezuela, Cuba, Ecuador y Nicaragua.

Si es Evo Morales o no quien herede las buenas cifras y desafíos pendientes, es algo que se zanjará en octubre, cuando el líder del MAS se someta, tras haber modificado la Constitución para poder ser reelecto, a un nuevo proceso electoral que le podría valer un tercer período a cargo del Palacio Quemado.

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