Por Emilio Maldonado Abril 9, 2014

© Maglio Pérez

“Quiero ver con calma las propuestas de inversión que tengo sobre la mesa. Creo que participaré donde crea que puedo ser un aporte. No sé si esto sea en el ámbito privado o derive en algo público”.

“Hoy Colo Colo tiene otros dueños, hay otros proyectos y hay otra gente tomando las decisiones. Yo cumplí una etapa y yo no sé qué es lo que podría aportar. Lo pensé y no me pareció necesario volver a Colo Colo”.

Desde que dejó el gobierno, hace un mes, Gabriel Ruiz-Tagle (59) se ha dedicado a hacer todo lo que pospuso durante los últimos cuatro años. A la mañana siguiente de haber abandonado la jefatura del Ministerio del Deporte, el ex secretario de Estado partió a su oficina en Las Condes, en el barrio San Damián. Desde que en febrero de 2010 aceptó la invitación de Sebastián Piñera para integrarse al gabinete, visitó apenas dos veces su despacho en el décimo piso, donde predomina una imponente vista al cerro El Plomo. Hoy, con más tiempo en sus manos, ha decidido ir más seguido a “Triple I”, el family office que maneja un patrimonio personal que supera -según estimaciones de expertos- los US$ 200 millones y que durante los últimos meses ha estado a cargo de sus hijos.

Pero sus recientes estadías en la oficina no han sido sólo para analizar el avance de las inversiones o a qué destinará sus recursos cuando decida regresar a la vida empresarial. El escritorio de San Damián se ha transformado en el lugar para la organización de una empresa aun más grande: este lunes 14 el ex ministro partirá, junto a sus hijos, un hermano y antiguos colaboradores del ministerio, a recorrer Nepal, hasta llegar al campamento base del monte Everest; todo a más de cinco mil metros de altura. Un sueño de siempre, siempre postergado por falta de tiempo. Hasta ahora. 

Hoy se le nota relajado. Dice que desde que ingresó a la propiedad de Blanco y Negro, en febrero de 2006, no ha tenido tiempo libre. El paso por el gobierno, asegura, fue agotador. Las maratónicas jornadas para darle forma al nuevo organismo ministerial, que debutó en agosto de 2013, se complementaron con visitas nocturnas de supervisión a las obras de los nuevos recintos que albergaron a los Juegos Sudamericanos, conocidos como Odesur.

Sentado en su oficina, Ruiz-Tagle cuenta que se tomará unos meses para pensar bien qué hará. Aclara que no quiere ser rentista, ya que desde los 19 años ha estado activo. “Sé que voy a terminar metido en algo que me va a absorber mucho tiempo, como ha sido siempre”, explica, aunque también quiere intentar llevar un ritmo menos vertiginoso en esta nueva etapa.

Tiene claro que no tomará esa decisión en un salón de directorio. Luego de abandonar el gabinete, y de asistir como público a muchas de las competencias de los Odesur, partió al lago Ranco. Ahí no sólo tiene su casa de veraneo, sino que además una reserva ecológica de 13.700 hectáreas, lugar donde se interna a hacer rutas de trekking que duran días y logra desconectarse y ordenar sus ideas. En su última visita de fines de marzo, subió hasta el Cordón Caulle, para ver si seguían saliendo fumarolas y tener una vista casi total de Futangue, su proyecto ecológico. Ésa fue la antesala de su viaje a Nepal de la próxima semana.

LO PRIVADO DESPUÉS DE LO PÚBLICO

Antes de que llegue Gabriel Ruiz-Tagle a las oficinas de Triple I, sus hijos se pasean preguntando a la secretaria qué trámites y vacunas hay que tener para entrar a India y Nepal. Será un grupo de 12 personas las que acompañarán al ex ministro en el recorrido. Más de 170 kilómetros de caminata con origen en Katmandú, con una breve pausa en el Tíbet, para luego culminar a los pies del Everest.

Es el tipo de cosas que Ruiz-Tagle quiere hacer en el futuro. De hecho, ya piensa en inscribirse en alguna maratón internacional hacia fines de año, aprovechando que tendrá el tiempo para entrenar.

Su hijo Gabriel -quien antes estuvo en Banchile y LarrainVial- seguirá liderando la administración de su patrimonio, a la espera de las definiciones de su padre, quien también evalúa volver a Futangue, para preparar junto a su hijo Matías la próxima temporada de verano del parque, que abrió sus puertas al público por primera vez en enero y recibió a más de dos mil turistas.

“Quiero ver con calma las propuestas de inversión que tengo sobre la mesa. Creo que participaré donde crea que puedo ser un aporte. No sé si esto sea en el ámbito privado o derive en algo público”, aclara.

Cambio de mentalidad es un concepto que se repite en la conversación con Ruiz-Tagle. Además de tomarse las cosas con más calma, explica que su paso por el gabinete le hizo repensar la relación entre lo público y lo privado. “Creo que el sector privado siempre ha mirado con prejuicio al sector público, y la verdad es que, como experiencia personal, conocí a mucha gente muy valiosa, calificada y profesional que no tenía idea que existía. Ahora tengo otra imagen y éste, me atrevo a decir, es un pensamiento generalizado en muchos de mi sector, que ahora miran distinto al servicio público”, acota.

Por lo mismo, no rechazaría una invitación a participar en la fundación del ex presidente Piñera, aunque aclara que no lo han convocado. “Si me invitaran a participar, lo haría con gusto, porque creo que ha habido un trabajo grande, una gran obra, y si se proyecta en el futuro, creo que tendrá un valor para el país”, dice.

Fue ese cambio de switch el que lo hizo descartar volver a Colo Colo. Tuvo la idea,e incluso, a fines de 2012, se juntó a almorzar con el ex DT del club, Claudio Borghi, en el restaurante Ox de Vitacura. Conversaron sobre volver al club, pero meses más tarde Ruiz-Tagle lo pensó mejor: Blanco y Negro ya era parte del pasado.

“Creo que uno cumple etapas en las cosas. Hoy Colo Colo tiene otros dueños, hay otros proyectos y hay otra gente tomando las decisiones. Yo creo que en la vida uno no tiene que estar en las cosas sólo porque tiene que estar, sino porque resulta necesario. Cumplí una etapa y yo no sé qué es lo que podría aportar. Lo pensé y no me pareció necesario volver a Colo Colo. No siento que una segunda parte tenga alguna razón de ser”, relata categórico.

Su único plan de retorno al Monumental es como público. Mientras estuvo en el gobierno se abstuvo de asistir a los partidos, dice, para evitar críticas.

EL DEPORTE TRIBUTARIO

Aunque los Odesur son motivo de orgullo, Ruiz-Tagle desclasifica que estuvieron en duda. Tras el terremoto de 2010 no eran pocos quienes, al interior del gobierno, preferían abortar la organización. Hoy confiesa que la pelea era difícil, porque había que financiar la reconstrucción. “El país estaba en el suelo y no era razonable invertir en estadios. Pero el presidente sostuvo el compromiso hasta el final. Sé que, de no haber sido por su intervención personal, nada de lo que vimos existiría”.

Y, más allá de balances sobre el torneo o los más de US$ 370 millones que se destinaron a estadios y polideportivos durante su gestión, Ruiz-Tagle califica como el mayor logro de su cartera el haber “quebrado la curva del sedentarismo”. El Instituto Nacional de Deportes (IND) mide, cada tres años, el nivel de actividad deportiva de los chilenos. Hasta 2009 cerca del 87% de los encuestados declaraba no hacer ningún tipo de actividad física. En 2012, la última cifra conocida, el índice de sedentarismo cayó hasta 82%. “Eso quiere decir que medio millón de chilenos hicieron un gran cambio de hábito y se pusieron a hacer deporte. Y esto no es marketing ni un frío número, es cosa de ver la cantidad de gente que anda en bicicleta o corre por las calles”, dice el empresario.

Medio millón de personas que podrían multiplicarse por diez, de prosperar la idea que dejó esbozada durante su gestión: una reforma tributaria que promueva el deporte laboral. Ruiz-Tagle cree que el actual proyecto que presentó Bachelet podría ser la oportunidad para discutir un beneficio a las empresas que financien el deporte entre sus trabajadores. “En esas condiciones, una empresa podría dar vales de gimnasio u otra actividad a sus trabajadores. Eso es una gran reforma y sin que el Estado ponga un solo peso. Hay que crear un marco legal que ampare y solucione las contraprestaciones, pero es un cambio de vida para casi seis millones de personas”, explica.

Ése es su nuevo mensaje. Que los privados tomen las riendas del deporte en el país -a todo nivel, no sólo competitivo- y se hagan cargo de su rol en la sociedad, a través de mayores aportes. Quizás ése, comenta, puede ser su camino. Cuando vuelva.

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