Por Octubre 23, 2013

© José Miguel Méndez

Michael J. Boskin es reconocido entre los economistas del mundo por ser uno de los más importantes defensores del libre mercado. No por nada hoy ostenta el título de profesor e investigador senior de la Cátedra T. M. Friedman de Economía en la Universidad de Stanford. Convencido de que el capitalismo es el sistema que más progreso ha generado en la historia, no es de extrañar que hace algunos años recibiera el Premio Adam Smith por su valiosa contribución a la difusión de estos ideales.

En un mundo que tras la crisis subprime mira cada vez con más recelo esas ideas, Boskin se ha empeñado en propagar a través de sus escritos -más de 100 publicaciones entre libros y artículos- los principios que, a su juicio, explican el crecimiento económico mundial. También ha analizado los sistemas tributarios, de seguridad social y los patrones de consumo y ahorro de los ciudadanos, todo con un énfasis agudo en la teoría y política fiscal.

Su currículo es amplio: consejero delegado y presidente de Boskin & Co, empresa de consultoría económica; investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigación Económica, National Bureau of Economic Research, y miembro del Departamento de Comercio del Comité Asesor sobre Ingreso Nacional y Cuentas del Producto. En 1995 presidió la comisión que asesoró  al Congreso estadounidense para reformar el Índice de Precios del Consumidor. Todo esto lo convirtió en uno de los principales invitados de la cuarta versión del encuentro “Chile hacia el desarrollo”, organizado por el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, la semana pasada. En medio de su apretada agenda en Santiago, Boskin se dio tiempo para que conversáramos. Y lanzó una advertencia: “Si imaginamos un futuro donde Chile se gradúa de país de ingresos altos, debemos asegurarnos que el sistema impositivo no estrangule al sector privado”. 

-Mucha gente cree que Friedman y toda la desregulación de los mercados son la causa de la crisis financiera, y lo que estamos observando hoy es todavía una consecuencia de lo que pasó en 2008 y 2009 en Estados Unidos. ¿Es realmente el capitalismo el problema?

-El capitalismo no es el problema. El capitalismo, o lo que llamamos un capitalismo mixto, porque no hay economías capitalistas puras, ha sido la mayor fuente de progreso en toda la historia. Existen, de hecho, ejemplo extremos que revelan la diferencia en progreso entre economías capitalistas y centralmente planificadas, como Corea del Norte y Corea del Sur, Alemania del Este y Alemania Occidental, China bajo Mao o China después de éste, donde han adoptado una fórmula de capitalismo mixto. Por cierto, el capitalismo no es perfecto ni es garantía de que no existirán burbujas ni de que no habrá recesiones, pero la mayor parte de las economías capitalistas crecen más y son más estables que las economías centralmente planificadas. Ahora, es cierto que la regulación de las instituciones financieras era imperfecta hasta antes de la crisis y hubo muy poco enforcement de la regulación existente. Hubo tres o cuatro problemas en Estados Unidos que afectaron todo lo demás, entre ellos los intentos del gobierno de hacer ingeniería social en el sector de vivienda, y las políticas para empujar a los bancos y empresas públicas a prestar más y más, y así bajar las tasas de interés.

-El convencimiento popular pareciera ser que es la avaricia de los mercados, y la avaricia del mercado de capitales fue lo que creó el problema.

-La avaricia no debe excluirse, pero hay otra parte de la historia. Hubo mucha mala administración, exceso de toma de riesgos y una política monetaria demasiado expansiva, donde la Reserva Federal mantuvo las tasas de interés de corto plazo bajo la tasa de inflación por varios años, subsidiando el endeudamiento y generando tasas de interés negativas. Esto hizo combustión conjuntamente, creando inicialmente una burbuja inmobiliaria. Las personas pueden ser avaras, lo que es más obvio en el sistema bancario y en una economía capitalista, pero la realidad es que los oficiales del partido también son avaros en las economías comunistas: es la triste naturaleza humana. Por tanto, debemos esperar que las personas, sea lo que sea que hagan, traten de maximizar sus ingresos, pues ése es el comportamiento humano natural. No cabe duda que la habilidad de los flujos de capitales para moverse rápidamente y la cada vez menor confianza del sistema bancario y financiero en el financiamiento a corto plazo, combinado con la burbuja inmobiliaria, crearon una mezcla combustible que ardió a través de la crisis financiera. Pero la otra parte importante del problema es que una vez que comienza la crisis financiera, el gobierno de Estados Unidos fue muy inconsistente en su respuesta: salvaron Bear Stearns, le dijeron que no -y dejaron caer- a Lehman Brothers el viernes, y salvaron a AIG el lunes.

-En su opinión, ¿cuál hubiese sido la  política más acertada en esta situación? Christine Lagarde, por ejemplo, ha criticado con fuerza no haber salvado a Lehman Brothers.

-Lo mejor hubiera sido desde el principio no haber hecho ingeniería social y haber dejado que los mercados funcionaran. Pero dado que el gobierno empezó salvando una institución, debieron haber seguido con la misma política para el resto de las instituciones en problemas y haber tenido una política más consistente. En mi opinión, era necesario establecer acciones claras del gobierno y dejar todo el resto para los mercados en competencia.

-Usted ha sido crítico de la respuesta del actual gobierno de Estados Unidos para la recesión del año 2009, con el uso de la expansión fiscal para sacar a Estados Unidos de la recesión.

-Hay dos partes que explican el crecimiento de la deuda pública en Estados Unidos. La primera es la respuesta automática de las cuentas fiscales a la recesión: los ingresos fiscales caen mucho, existe un incremento automático en los seguros por desempleo y todo ese tipo de acciones. Lo que pasó con el estímulo fiscal discrecional es que fue muy tardío y no se concentró en acciones que pudieran ayudar a la economía. Hubo mucha redistribución del ingreso, muchas devoluciones de impuestos marginales y el programa de gasto estuvo muy pobremente diseñado. No sirvió ni para prevenir los despidos en 2009, ni para incentivar la recontratación el año 2010. Pienso que fue una macroeconomía muy pobre, y que el estímulo fiscal sirvió de muy poco. En mi opinión, entregar disponibilidad de capital a los bancos durante la crisis era a la vez dos cosas, la acción más impopular a ejecutar, pero lo más esencial para prevenir que la situación se volviera mucho peor.

-Durante la crisis financiera, el gobierno chileno impulsó un programa de estímulo fiscal, parte del cual se implementó a finales del 2009 para incrementar en forma importante los salarios del sector público. Lo que se suponía que debía ser una política transitoria y contracíclica, al final ha sido imposible de remover. Por lo tanto, debido a una política que se suponía que debía ser transitoria, ahora estamos más ajustados en nuestras cuentas fiscales.

-Todas estas acciones se supone que deben ser temporales, pero las personas a las que les gustan estos programas fiscales, por lo general a los demócratas, aunque puede ser una sobresimplificación, tienden a extender estos gastos y convertirlos en un continuo.

-Por último, un tema que está en el centro de la discusión política hoy en Chile. Hay muchos economistas y políticos que han convencido a la opinión general que no hay manera de convertirse en un país desarrollado sin incrementar el tamaño del Estado. ¿Es un requerimiento tener un Estado grande para ser un país desarrollado?

-Creo que eso es un error. Creo que si imaginamos un futuro donde Chile se gradúa de ser un país de ingresos medios a uno de ingresos altos, y se une a esos pocos países como Japón y los tigres asiáticos, debemos asegurarnos que el sistema impositivo no estrangule al sector privado, que es la fuente de la innovación y productividad y de mayor crecimiento. La causa y el efecto van en sentido contrario, los países que son más ricos pueden gastar más, y no es que sean más ricos porque hayan gastado más, hayan hecho más redistribución y hayan hecho más gasto social. Como recomendación final, Chile es uno de los países que van a envejecer más rápido en los próximos 40 años, junto con China, y por tanto mi recomendación es que deben hacerse ricos rápido, antes que sea demasiado tarde.

 

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