Por Rodrigo Barría Reyes Agosto 15, 2013

Los  150 mil dólares del precio mínimo de lista suelen aumentar fácilmente a más del doble con los agregados y detalles de personalización encargados por los compradores.


B de “beautiful”, U de “unique”, F de “fantastic”, O de “original”, R de “romantic”, I de “irresistible”. En otras palabras, Bufori, la exclusiva marca de vehículos que, aunque desconocida en Occidente, ha llegado a posicionarse en algo así como la Rolls-Royce de Asia.

El cerebro detrás del éxito de los Bufori es Gerry Khouri, el más joven de tres hermanos australiano-libaneses, un tipo que desde adolescente se dedicó a fantasear en grande y que decidió no quedar anclado sólo en deseos oníricos, sino que se lanzó en un proyecto que parecía tan alocado como extravagante: convertirse en un artesanal constructor de exclusivos automóviles. 

Con apenas 21 años, Gerry tenía claro que no quería armar un vehículo más, y menos hacerlo en serie, sino uno que combinara de manera novedosa tres ideas claves: clase, elegancia y diversión. La idea era poder mirar al pasado y revivir, con una mirada moderna y materiales mejorados, los cupés de la década del 30 del siglo pasado, automóviles de estilo vintage, pero cargados de distinción y con evidentes toques de diversión. Todo, más el agregado de un orgulloso y despreocupado espíritu de opulencia capaz de hacer girar cabezas en su recorrido.

 

EL SOÑADOR DEL GARAJE

Trabajando artesanalmente en el estacionamiento de su casa en Sidney, el veinteañero emprendedor finalizó en 1986 el que se convirtió en el primer Bufori de la historia y que bautizó como Madison. Cuando Gerry lo terminó, sus dos hermanos mayores (Anthony y George) quedaron tan impresionados con el trabajo, que le encargaron que les hiciera un modelo para ellos.

Pronto aparecieron más compradores interesados en adueñarse de los peculiares autos. Entonces, los hermanos comprendieron que el gusto y capricho por los automóviles hermosos y construidos artesanalmente podían llegar a convertirse en un negocio lucrativo, por lo que en 1987 fundaron de manera oficial la Bufori Motor Car Company Pty. Ltd.

Desde entonces, la alocada idea de Gerry Khouri no ha hecho más que consolidarse. Desde los días en que se establecieron en las cercanías de la localidad australiana de Parramatta, donde pasaron de los tímidos dos empleados iniciales a cerca de 70 operarios, el momento de inflexión se produjo en 1998 con la mudanza de la compañía desde Australia a Malasia. Desde entonces, los Bufori son armados en Kepong, una zona industrial en las afueras de Kuala Lumpur. 

Personaje clave para instalarse en Malasia fue el entonces Primer Ministro Mahathir Mohamed, un reconocido fanático de la marca de los hermanos Khouri, especialmente del modelo Bufori V6i (armado entre 1992 y 1994), el cual solía manejar en sus ratos libres por las calles de Kuala Lumpur.

“Nuestros autos representan más un estilo de vida que un medio de transporte”, ha explicado Gerry Khouri respecto de los Bufori, una marca comprada en Asia preferentemente por celebridades, coleccionistas, integrantes de casas reales y magnates, los cuales, lejos de esconder lo que tienen, se dedican a exhibir sin cargo de conciencia un vehículo que representa el gusto por las cosas finas en este lado del mundo. 

Así habla de sus clientes Felix Haller, gerente de Marketing y Negocios internacionales de la marca: “No tenemos un perfil nítido del comprador. Probablemente lo único que tienen en común es que son apasionados por los automóviles y les gusta disfrutar de las cosas refinadas. También que aprecian algo que se fabrica a mano, lo que le entrega al producto un carácter único, casi como si ello se tradujera en un aura especial”. 

 

LA DIFERENCIA (Y EL COSTO) EN LOS DETALLES

Los Bufori son armados a pedido y los compradores deben esperar de seis a doce meses para poder recibir su vehículo. Y son afortunados, ya que desde la fábrica, aunque tiene capacidad para producir 300 automóviles, sólo salen unos 60 cada año. Una diferencia que se explica debido a que los artesanos deben ser tan específicos y calificados que escasean en el mercado. Además, el cuidado en la producción -que  más se parece a un centro de artesanía que a una fábrica tradicional- se traduce en que para el armado del modelo La Joya se requieren cerca de 3.500 horas-hombre, mientras que para el Geneva son necesarias nueve mil. De ahí los precios que se deben gastar para subirse a un Bufori: los 150 mil dólares del precio mínimo de lista suelen aumentar fácilmente a más del doble con los agregados y detalles de personalización encargados por los compradores.

“Creo que la atención que damos a los detalles, la calidad de los productos que utilizamos y la posibilidad de personalizar los automóviles según los gustos del cliente nos entregan una diferenciación importante respecto de otras marcas. Incluso, enfrentados a modelos de Bentley, como el Flying Spur, o Rolls-Royce, con su Ghost, los Bufori aparecen especialmente singulares y de aspecto audaz”, dice Felix Haller.

Hasta el 2010 la empresa sólo fabricaba el modelo La Joya, un cupé de sólo dos asientos con motor V6 de 2.7 litros. Hasta que ese año se unió a la línea de producción el Geneva, un poderoso automóvil que se mueve con prestancia gracias a un potente motor V8. A estos dos modelos se sumará próximamente el llamado CS, un deportivo cuyas especificaciones aún están en reserva, pero que saldrá del tradicional estilo vintage de los Bufori para acercarse a una estética mucho más moderna y deportiva.

 

AMÉRICA LATINA A LA VISTA

Por cierto, las exigencias de los compradores son tan precisas como peculiares. Como una compradora oriental que pidió su vehículo con una máquina para hacer té más el agregado de toques de aromaterapia en su interior. Pero no se trata de algo tan extraño, puesto que es habitual que los autos salgan provistos con diferentes elementos, como máquinas de café o “shisha”, dispensadores de tabaco aromatizado, de alta popularidad en Medio Oriente y que se han expandido como moda estilosa a otros países del mundo.

Hoy, los Bufori se exportan a más de 40 países, aunque los mercados más importantes para la compañía y de más alto crecimiento son los de China y Medio Oriente. Para los clientes de todos estos países sólo existe la preocupación de elegir el diseño y definir los detalles interiores de su automóvil -en salas de venta que más parecen una sastrería fina con sus opciones de telas e hilos-, ya que todo el papeleo de internación y los gastos de impuestos respectivos corren por cuenta de la empresa.

Y las cosas van bien para la compañía. De hecho, la producción ha mostrado incrementos cercanos al 20% anual. ¿Algún plan para que los Bufori lleguen a América Latina? “Hace muchos años vendimos un modelo a un cliente colombiano. Hemos recibido algunas consultas, pero aún no tenemos una representación oficial para instalarnos en esa parte del mundo”, dice Felix Haller. “Pero por supuesto que estamos mirando hacia América Latina, especialmente mercados tan dinámicos como el de México y Brasil”.

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