Por Paula Comandari Junio 14, 2012

Aunque no es japonés, Roberto de Andraca, presidente de CAP, intenta llevar a su rutina el espíritu de esa cultura. Allá ha estado más de 20 veces y mientras conversa  los pone continuamente de ejemplo. Lo que rescata con más fuerza es que en ese país la gente se preocupa de hacer bien lo que sabe hacer. “Los chilenos son provincianos, siempre están preocupados de lo que hace el resto. Eso le hace mal a Chile”.

Mientras se asoma por la ventana de su oficina, ubicada en el piso 11 de un moderno edificio en el barrio El Golf, recalca que el escenario de altas torres muestra que Chile está creciendo -“nunca había habido tantas grúas como hoy”-, pero afirma que está preocupado por la mentalidad chilena que quiere crecer sin ningún tipo de sacrificio. Eso lo dice, sobre todo, por el complejo escenario energético que se avecina. “La gente quiere electricidad, energía barata sin ningún tipo de intervenciones. Eso hará que Chile deje de estar en un buen lugar respecto al mundo. Sobre todo, si grupos de 20 personas siguen teniendo lugar en este gobierno para paralizar iniciativas importantes”.  

Mientras apunta a una casa -que ya están transformando en nuevas oficinas para la acerera- comenta que en CAP ya han interiorizado lo que producirá en sus negocios la desaceleración china -es su principal mercado- y que pese a ello proyectan inversiones por cerca de US$4 mil millones a 2018. Para avaluar su solidez recalca que “hace seis años nuestra acción valía $1.200. Hoy está a $18.000 y nuestra empresa tiene un valor bursátil de US$5.600 millones”. Lo que sí lo inquieta, sin embargo, es cómo la escasez energética va a golpear a la compañía que dirige. Ello explica por qué el tema ha estado sobre la mesa en todos los últimos directorios y la razón por la cual incluso planean generar su propia electricidad.

-¿Cómo CAP, una empresa que requiere gran cantidad de energía para operar, enfrenta el complejo escenario energético que se avecina? 

-Me duele hablar sobre ese tema. En Chile estamos pagando uno de los precios más altos por electricidad. La mayor preocupación que tiene esta compañía para los próximos siete años es la cantidad de energía que se va a producir en el país. Chile va a cambiar de estado si no tenemos una política seria, pública y obligatoria de aquí a fin de año. 

-Un escenario poco factible considerando el rechazo ciudadano que existe en torno a varios de los proyectos energéticos en carpeta…  

-Efectivamente, no hay una política energética. Es el problema más serio de nuestro crecimiento. Nosotros estamos incluso pensando en generar nuestra propia energía, pero hoy en día la mayor parte de los proyectos se judicializan: el ánimo del país no está en dar los permisos.

-¿El ánimo de las autoridades de gobierno, dice usted?

-El problema está en la gente: quiere comerse la torta sin sacrificarse nada en hacerla. Quiere que el país siga creciendo, que la pobreza disminuya, que sigamos siendo un ejemplo en Latinoamérica; quieren tener energía y pagar poco, pero no quieren tocar la Patagonia, siendo que son personas que nunca han estado allí y que probablemente nunca irán. 

- ¿Se equivoca el gobierno en escuchar a esa gente?

-Hay grupos pequeños de diez o doce personas que hoy tienen la fuerza para paralizar todo. El problema del gobierno es que da la impresión que se ha dejado manipular por estos pequeños grupos. 

-¿El primero de estos “hitos” lo marcó Barrancones?

-Creo que esa dinámica se ha agravado en los últimos cinco años. En la época de la señora Bachelet aparecen muy fuerte grupos pequeños que prefieren que no se construyan ciertas cosas para defender sus propios intereses. Especialmente bajo el lema de proteger el medioambiente.   

Chile está muy dividido: hay un sector que está en contra de todo lo que significa crecer; y hay otro sector, en el cual participa el presidente, que quiere hacerlo, pero intentando mantener a todos felices. Para hacer tortillas hay que quebrar huevos.

-Dado este antecedente, ¿cree que HidroAysén se va a aprobar en este gobierno?

-Pienso que ha habido suficiente tiempo para estudiarlo. Gran parte del país está de acuerdo con que se haga. Si no voy a tener que salir a comprar pilas y linternas para realizar nuestras operaciones. Pero pienso que a fines de este año HidroAysén va a estar decidido.  

- El rechazo ciudadano a HidroAysén llega a 75%. ¿Cree que Piñera con bajísimos índices de popularidad se va a exponer a ello?

-Cuando un presidente llega a un 30% de aprobación no se expone mucho. Si el gobierno se convence de que hay que hacerlo, hay que hacerlo. No creo que Piñera, en este caso, se rija porque es popular o no.

-¿No se dejó llevar por la popularidad con proyectos como el posnatal?

-No sé, hay cosas que los gobiernos hacen, porque ven más lejos que uno. Reconozco que me sorprendió, pero el resultado es que toda la gente está feliz con esa iniciativa. 

Piñera vs. Bachelet

-¿Qué ha hecho Piñera para prevenir la crisis energética que viviría Chile en los próximos años?

-Creo que entendió que no sólo HidroAysén sino que varios otros proyectos en el norte deben hacerse y rápido. Él dio una señal muy contradictoria en el país con Barrancones. A mi juicio, rompió el orden con el que las cosas habían sido tratadas. Rompió la institucionalidad porque la institucionalidad había aprobado ese proyecto. Eso no puede pasar.

-¿La furia de los empresarios comenzó a engendrarse allí?

-No hay furia, el empresariado aprecia al presidente. 

-¿Usted cree? El presidente ha dado, en los últimos días, muestras varias para acercarse a los empresarios.

- Creo que el empresariado se da cuenta que tenemos un presidente decente, inteligente y serio. Va a terminar bien su gobierno. Eso es lo único que importa.  

-Muchos empresarios parecen haber tenido más sintonía con la presidenta Bachelet…

-Porque era fácil. Era una señora buena y simpática. Si usted me pregunta con quién preferiría tomar té, con Bachelet o con Piñera, yo preferiría con ella. Pero aquí no se trata de tomar té, sino de gobernar.

-¿Es Piñera, en su opinión, un presidente que ha gobernado con los ideales de derecha? 

-Para mí la derecha o izquierda no tienen mucha importancia. Lo relevante es que haya un presidente que se preocupe por mejorar la situación de la gente de su país, que se preocupe por la educación de las generaciones futuras. Creo que Piñera heredó muchos problemas de la anterior presidencia, que fue una presidencia de cariño, de afecto, pero no de eficiencia.

Grupos de presión

-¿El empresariado se sentía más cómodo en los gobierno de la Concertación?

-En los gobiernos de la Concertación había reglas más claras. Hoy ha aumentado la intervención. Yo lo atribuyo a un combate interno político del país. Chile está muy dividido: hay un sector que está en contra de todo lo que significa crecer; y hay otro sector, en el cual participa el presidente, que quiere hacerlo, pero intentando mantener a todos felices. Para hacer tortillas hay que quebrar huevos. 

-Pero obviamente mucha gente de la Concertación también está por el crecimiento económico.

-La diferencia no está entre quienes son de derecha o izquierda. La diferencia está entre la gente que sabe y la que no. Usted ha visto las declaraciones del presidente Lagos. Él dice que es imprescindible hacer HidroAysén. 

-Usted tuvo bastante afinidad con los gobiernos de la Concertación, especialmente con Ricardo Lagos…

-Lagos fue un gran presidente. Yo creo que ahora también tenemos a un gran presidente, que ha intentado solucionar los problemas, pero que ha sido utilizado por grupos de presión externos. Pienso que Piñera hoy se dio cuenta de eso y está actuando en una dirección más firme. Los chilenos no logran percibir el problema que vive la gente en el mundo. Los problemas hoy no giran en torno a si se abre una mina o no; o a si se levanta una planta eléctrica o no; sino a que un gran porcentaje de la población está sin hacer nada por culpa de la pobreza. Todos los días millones de personas se están empobreciendo. 

-En su visión, ¿los chilenos no perciben la crisis mundial?

-No, porque somos una isla. No nos damos cuenta que el mundo está sufriendo una crisis de proporciones, porque no la sentimos. Por eso queremos que todo lo que se haga se realice con perfección, como si existiera un mundo ideal. Eso es mentira. La gente se está muriendo; hay países, como Grecia, que están a punto de dejar de ser viables. El único sector del mundo que parece funcionar es Asia En América Latina nosotros y unos pocos países más, como Perú, Colombia y México. Hay pocos países a los que les está yendo bien: la gran masa en nuestros países no se da cuenta de lo afortunados que son.

 

"En los gobiernos de la Concertación había reglas más claras"

“El matón del barrio”

-El reclamo de Gonzalo Vial en contra de las autoridades -por lo que le sucedió en su planta de Agrosuper en Freirina- y el hecho de que Colbún haya congelado el proyecto de transmisión de HidroAysén ¿representan un “grito” de los empresarios contra el gobierno?

-Me imagino que sí, pero en CAP no actuamos así. Pienso que no se debieran ocupar los diarios para solucionar problemas. Nosotros, como sociedad anónima, obedecemos la ley, discutimos con el gobierno y acatamos lo que nos dicen. Si uno se estableció en Chile debe obedecer las leyes del país y hacer todo lo posible por convencer a las autoridades de lo que uno quiere hacer, y asumir que los procesos funcionan más lento de lo que uno quisiera.  

- El ministro Longueira encontró en los empresarios su “mejor” flanco para atacar … 

- Creo que es mejor tener a una persona como él de este lado que del otro. Ahora, creo que los chilenos deben dejar de ser tan provincianos: nos preocupamos mucho de cosas que no importan. En mi opinión, deberíamos seguir el ejemplo de Japón. Allá todos piensan que el presidente vela por todos. Aquí no. Siempre estamos echándole la culpa al presidente y tratando de aprovechar el momento político. 

La presidenta Bachelet, que se había retirado dos horas antes del terremoto, hizo lo que podía hacer. Bien o mal -uno cansado trabaja peor- pero lo hizo. Estoy en desacuerdo con el boche que han armado por lo del 27/F.

-Considerando eso, imagino que se opone a los ataques que el gobierno ha realizado en contra de Michelle Bachelet por sus supuestas responsabilidades en el 27/F…

-Creo que no corresponde. La presidenta Bachelet, que se había retirado sólo dos horas antes del terremoto, hizo lo que podía hacer. Bien o mal - uno cansado trabaja peor- pero lo hizo. Estoy en desacuerdo con el boche que han armado. 

-Sus socios, Mitsubishi, compraron el porcentaje que vendió Anglo. ¿Cómo ve la actuación de Codelco en este caso? 

-Creo que la organización de Codelco tuvo una posición demasiado firme al principio. Allí tiene que haber habido un problema interno, porque una opción de compra nunca se anuncia: le dieron ventaja a Anglo para que vendiera, lo que era totalmente legal. Al final, creo que Codelco se sintió más importante de lo que es. Quiso dar la lección y decir “conmigo no se metan”, sin darse cuenta que era el matón del barrio, pero del barrio chico. Nuestros socios están confiados que seguirán en el negocio. 

Los pasos de CAP

Hay un tema recurrente, desde hace algunos meses, en los directorios de CAP: la crisis energética que enfrentará el país en el corto plazo y que golpeará de lleno a la compañía productora de acero. Por ello, en la firma ya analizan nuevos planes. Han tenido reuniones con ejecutivos de Endesa y con el propio empresario brasileño del rubro eléctrico Eike Batista para participar como socios en alguno de sus proyectos de GNL lo que les aseguraría energía en los próximos años. Además, los accionistas de la empresa, que también produce hierro, han debido ajustarse a los escenarios internacionales que se proyectan: la desaceleración de la economía china, uno de sus principales mercados. “Efectivamente China va a crecer más lentamente, lo que producirá una baja en el mercado del hierro. Lo que estamos realizando son acuerdos con chinos para que participen en nuestras inversiones pagando por adelantado una parte y nosotros les cancelamos en minerales los años que vienen al precio que exista en ese minuto”. En todo caso, los planes de CAP sigen tan robustos como lo predijeron: invertirán alrededor de US$ 200 millones en los próximos 10 años. Sus desafíos: triplicar su negocio en Perú, potenciar su actividad en Brasil y encontrar socios en Colombia, además de aumentar su producción de acero de 12 millones de toneladas a 20 millones de toneladas en 2018. 

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