Por Eric Parrado Mayo 31, 2012

Cuando al español Xavier Sala i Martín se le nombra como el economista liberal no sólo se hace referencia a su pensamiento doctrinario, sino también a su vestimenta. Después de realizar su doctorado en Harvard a fines de los 90, Sala i Martín decidió que cada día se vestiría “sin ser esclavo de la moda, digan lo que digan los gurús de París”. “Soy bastante libertario. Volví a España y me di cuenta de que mis amigos eran como esclavos. Todos se vestían iguales”, explica. Fue en ese entonces que comenzó a coleccionar coloridas chaquetas, las cuales ya suman más de 350 en su armario. 

Esa luminosidad en el vestir contrasta, por estos días, con el pesimismo con el cual contempla la crisis que vive España y el resto de Europa, que por estas semanas se debate entre si Grecia sigue o no bajo el alero de la Zona Euro. Autor y padre intelectual del prestigioso Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, que se aplica año tras año a todas las naciones del mundo, y además ex directivo y fanático del club deportivo Barcelona, el catalán es crítico sobre el rol que están teniendo los estados, especialmente el español, para resolver la profunda crisis financiera. Desde su cátedra de Economía en la Universidad de Columbia analiza el escenario.

- ¿Cómo ves la economía global, analizando las distintas regiones, sobre todo Europa, EE.UU., los países emergentes y China? 

- La verdad es que no soy muy optimista. Todo depende de Europa y la cosa no va bien. En Estados Unidos me da la impresión de que el crecimiento se está apagando un poco y no crea los suficientes empleos. No parece que la recuperación sea sólida y además los programas fiscales que se acaban en noviembre, que se han diseñado para que Obama gane las elecciones, van a crear una presión fiscal en el primer trimestre del 2013. China se está debatiendo entre si la caída será muy fuerte o menos fuerte. Esta vez el gobierno chino no tiene la capacidad fiscal que tuvo para sostener la crisis del 2008. Por lo tanto, China tampoco va a ser el motor. Respecto al resto del mundo, da la impresión que el desacoplamiento tampoco va a seguir. Los países que iban como locomotora, como Brasil, también se están desacelerando. 

“Tengo muy poca admiración por el Krugman escritor del New York Times: a menudo se ha visto que lo que decía no se correspondía ni con la teoría económica ni con la racionalidad, sino con su sectarismo y su vida política”.

-¿Cuál es tu visión general de Europa, de los liderazgos que se están discutiendo y de lo que se podría hacer en el ámbito del pacto fiscal? 

-Ahora mismo hay una lucha de fatigas en Europa. Por una parte, hay fatiga de austeridad, que hace que en Grecia voten a partidos extremistas; que en Francia gane Hollande; que en España cada vez haya más malestar social. Por lo tanto, la gente está cansada de la austeridad. La gente estaba dispuesta a que se le recorten los salarios, subsidios, gasto público, subidas de impuesto, pero si eso tuviese resultados. Y, por otro lado, está la fatiga de la ayuda del norte, la fatiga de Alemania de pagar la fiesta de Grecia; están cansados de pagar la incontinencia fiscal española, de que los italianos nunca hayan hecho los deberes. Entonces existe una gran batalla de fatigas en Europa.

El enemigo en casa

-En ese contexto, en el que la austeridad parece no funcionar por la fatiga, ¿cuáles son las soluciones generales? 

-La solución general pasa porque los alemanes cambien en algo. El problema de España no lo va a arreglar España. Este país no tiene una deuda muy abultada comparado con el resto de Europa. No tiene un déficit muy grande y no tiene un sistema fiscal muy pesado, pero tiene un sistema financiero colapsado con unos agujeros enormes, falta de capital y con el compromiso ya adquirido de que van a rescatar a los bancos. Este compromiso incluye muchos avales y dinero que ya ha puesto el gobierno. Los mercados ven que España, aunque ahora no tenga una deuda muy grande, luego tendrá una deuda muy grande, porque tarde o temprano va a tener que rescatar esos bancos. No sabemos si va a tener que meter 50 mil millones o los 250 mil millones que dice Citigroup o los 300 mil millones que dice Roubini. 

-Es decir, sería un caso similar al de Irlanda. 

-Exacto. Los mercados no especulan con España por la deuda que tiene ni por su déficit, ya que ambos son sostenibles. El problema es si de repente se le echa encima un 30% del PIB en deuda bancaria. Ahí te conviertes en Irlanda. Pero, ¿qué tiene que hacer Europa? Está claro que hay que separar lo que es el problema del sistema financiero del problema político. En este momento, es por error del gobierno: si hubieran dejado caer a Bankia cuando eran siete bancos, de los cuales tres estaban mal, en lugar de unirlos en una gran bola, nadie hubiera dicho nada. Ahora es mucho más difícil dejarlos caer. Deben separar los dos ámbitos, y el primero que se convierta en un problema europeo, y el segundo en un problema español. Que el tema financiero se convierta en un problema europeo con la solución que propone el FMI y como creo que tienen que ser usados los fondos de rescate que ya existen o los que se van a crear en julio: que se creen con la capacidad de que sean los bancos los que puedan pedir prestado, como el TARP estadounidense. La solución tiene que ser europea, porque si no van a tener que rescatar a España entera. Y para los alemanes es mucho más caro rescatar a España que rescatar los bancos españoles. 

 

"No hay una solución buena para Grecia"

-De forma elegante e irónica estás diciendo que el peor enemigo de España es España. Bajo terminología tenística, ¿son errores no forzados o es incompetencia y falta de liderazgo? 

-Da la impresión de que España es un país poco serio. Si tú eres un alemán que te piden que sacrifiques tus impuestos para salvar a los españoles, y ven que el rey de España va a cazar elefantes con su amante alemana. Cuando ves que el gobierno nuevo viola todas las promesas electorales, cuando todos los ministros han puesto a sus amigos y familiares en el Estado en un momento en que todo el mundo está cesante. Y no nos olvidemos del lado empresarial. Al presidente del Banco Santander le descubrieron que había evadido 2.000 millones de euros en Suiza, lo encontraron y en lugar de llevarlo a la cárcel, el gobierno lo perdona. Si soy alemán, yo también le diría que no a esta gente. Por eso digo que el peor enemigo de España es España. Esto no lo ha hecho un extranjero, no lo ha hecho un extraterrestre. Esto lo han hecho los españoles desde arriba hasta abajo. 

-¿Puedes asignar algún grado de probabilidad de que España salga de esta crisis? 

-La clave está en la batalla de las fatigas. Vamos a ver quién gana. Una caída del euro sería catastrófica también para Alemania. Si Grecia sale del euro de manera ordenada, a Alemania le va a costar mucho dinero. Si sale de manera desordenada puede colapsar el euro, puede contagiar y obligar a España, Italia y Portugal a salirse y el gran mercado alemán desaparece.  

La tragedia griega

-La salida de Grecia se ha transformado en una profecía autocumplida. Incluso Paul Krugman le ha puesto fecha. Pero si es tan complicado, ¿por qué se discute como posibilidad? 

-Tengo una gran admiración por Paul Krugman, el gran economista, que además fue profesor mío. Le tengo una admiración un poco menor al Krugman astrólogo y que hace este tipo de predicciones. Tengo muy poca admiración por el Krugman escritor del New York Times: a menudo se ha visto que lo que decía no se correspondía ni con la teoría económica ni con la racionalidad, sino con su sectarismo y su vida política. Krugman hizo aquel escrito que decía que dentro de un mes caería Grecia y habría “corralito” en España. Grecia se podría beneficiar con una moneda única y la depreciación, pero que nadie olvide que los países que tienen moneda propia y unos déficits del 10% del PIB tienden a monetizarlo. Y se sabe que esto genera las hiperinflaciones. Los griegos están cometiendo un error: pensar que la devaluación te ayuda a todo. Eso no es verdad. 

“El sistema que hemos montado no es un sistema de mercado, sino un sistema de amiguismo, y por lo tanto me da la impresión de que esta gente, que tienen toda la razón de estar cabreada, está dirigiendo su ira contra la zona equivocada”.

- ¿Entonces no estás de acuerdo con que Grecia debiera salirse de la Eurozona?

- No. Yo lo que hago es aplicar la teoría económica y ésta dice que si tienes tu moneda propia y puedes devaluar, eso es bueno. Hoy la moneda en Grecia está sobrevalorada, porque durante muchos años han estado con el tipo de cambio fijo y han subido los costos. En un país que tiene las máquinas de hacer dracmas van a imprimir como locos para evitar reducir el gasto y subir impuestos. Se va a disparar la inflación. Cuando Argentina devaluó en 2001, en 24 horas potencialmente se arregló el problema de la sobrevaloración del tipo de cambio, pero aquí habría un periodo transicional. Estaríamos un mes hasta que se creen los nuevos dracmas y esto creará movimientos especulativos. En el momento que salga la noticia de que Grecia puede caer, la gente en España empezará a sacar su dinero.

-Pero entonces, ¿cuál es la solución para Grecia? 

-La solución sólo la tienen los griegos. Si ganan los dos partidos que están a favor de seguir con el contrato que firmaron con Europa, yo creo que no pasará nada. Lo que pasa es que existe la posibilidad que gane la extrema izquierda, y los griegos podrían decidir no pagar y entonces nace la pregunta de cómo debe reaccionar Europa. ¿Los castigamos? 

-O aceptamos las condiciones. 

-Exacto. Nosotros no queremos que se vaya Grecia. Si se va, es una catástrofe para toda Europa. 

-Es un juego de poker en que Grecia dice “no es sólo mi problema, sino que es un problema europeo”. 

-Claro, ellos han puesto todas sus fichas sobre la mesa y dicen: “Estoy pensando en no pagar”. Ahora Merkel tiene que preguntarse si están haciendo un blufeo o tira las cartas. No hay una solución buena para Grecia. Ahora, yo creo que lo mejor para ellos es seguir en el euro y continuar con las ayudas, básicamente porque los costes de eliminar el déficit serán iguales; el tener tu propia moneda no te evita tener que reducir tu déficit. 

-Hay un tema común entre Chile y España respecto a demandas sociales del movimiento ciudadano. En ese debate, ¿cuál es tu visión respecto de lo que puede pasar en términos del rol del gobierno y el balance con el mercado? 

-De entrada, yo estoy con los estudiantes en el sentido de la enorme indignación por el mundo que les estamos dejando. Cuando era pequeñito, mi papá me decía que si trabajaba y estudiaba mucho, y sacaba buenas notas y acababa una carrera en la universidad, tendría un buen salario y podría ir bien. Mi papá tenía razón, pero esto a mi hija no se lo puedo decir. En España, el 56% de los chicos que acaban la universidad se van al paro y los que encuentren trabajo van a ser mayoritariamente con salarios de menos de mil euros al mes (los llamados “mil euristas”). Lo que me parece es que están equivocados en su indignación hacia, al parecer, los mercados. O sea, la indignación de muchos de ellos está apropiada por la izquierda. Incluso el chaval chileno Giorgio Jackson (a quien conoció en Davos en enero), son gente muy de izquierda, muy antimercados. Y no se dan cuenta de que la catástrofe la está creando el gobierno. El sistema que hemos montado no es un sistema de mercado, sino un sistema de amiguismo, y por lo tanto me da la impresión de que esta gente, que tienen toda la razón de estar cabreada, está dirigiendo su ira contra la zona equivocada.

 

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