Por Natalia Saavedra Febrero 2, 2012

 Lleva más de veinte años trabajando como el arquitecto a la cabeza de uno de los proyectos comerciales más grandes de Sudamérica: Costanera Center. El arquitecto Yves  Besançon, -socio de la oficina Alemparte Barreda Wedeles Besançon a cargo del proyecto- ha protagonizado el desarrollo de la obra en la que se involucró en el año 1988. A lo largo de este tiempo  ha debido enfrentar varios traspiés, entre ellos la paralización en tres ocasiones de la obra.

Desde su rol de socio a cargo del diseño, ha seguido de cerca la maduración del proyecto, que sufrió su ajuste definitivo en el año 2004, cuando a la luz de la normativa vigente él y sus socios le plantearon a Paulmann la opción de construir allí la torre más alta del cono Sur.

Convertido en la mano derecha del empresario en este proyecto, reconoce que han sido meses intensos y que Paulmann lo desafió a desenvolverse en un sistema de trabajo al que no había estado sometido en otras ocasiones. Y pese que ese alto nivel de exigencia ha dejado a varios de sus colaboradores en el camino, Besançon ha esperado paciente el momento que llegará en menos de dos meses: la puesta en marcha del gigantesco rascacielos de 300 metros de altura, 64 pisos, un mall de 6 niveles, 5 mil estacionamientos y 700 mil metros cuadrados construidos.

Hoy el proyecto es blanco de las críticas. Se le sindica como causa del potencial colapso que se generará en el límite de las comunas de Las Condes y Providencia, no sólo por la gran cantidad de vehículos que albergará, sino también por las más de 12 mil personas que diariamente llegarán a trabajar al recinto. Los dardos también han sido lanzados por pares de Besançon, que han señalado que es una obra estéticamente inapropiada y que interrumpe la línea armoniosa de la ciudad de Santiago.

Pero el arquitecto defiende enérgicamente la obra.

-¿Por qué su proyecto inicial de levantar un centro más bajo terminó convertido en un rascacielos?

-Cuando comenzamos a trabajar en 1989, nuestro proyecto incluía un centro comercial con esa altura porque la normativa no permitía edificios más altos. Entonces proyectamos además cuatro torres de oficinas. Pero la iniciativa, por diversas razones, se paralizó tres veces. En el 2004 revisamos los planos y nos dimos cuenta de los cambios en la regulación: nos permitían hacer un rascacielos. Le propusimos a Horst Paulmann hacer la torre más alta de Sudamérica, aceptó y nos propuso trabajar con el arquitecto César Pelli. Aceptamos gustosos.

-¿Era necesario para Santiago un rascacielos así?

-Las ciudades como Santiago deben densificarse. No pueden seguir extendiéndose. Cuando uno quiere concentrar actividades para evitar el movimiento de las personas por toda la ciudad en auto o transporte público la mejor manera de hacerlo es densificar.

-¿Incluso en una zona saturada?

-En Santiago no existe otro lugar en el que se pueda hacer una torre así. Casi todas las comunas fijaron su altura máxima. Si podíamos hacer en el centro neurálgico de Providencia y Las Condes una obra emblemática como ésta, que además marcara la postal de la ciudad, ¿por qué no íbamos a hacerlo?

"La gente no soporta ideas que salgan de lo común, siempre son criticadas. Yo les pregunto a mis colegas qué habrían contestado ellos si les hubieran ofrecido este proyecto. Dudo que habrían dicho 'no, fíjese que yo quiero hacerlo más chico'".

-Podría transformarse en un símbolo del colapso vial…

-Todos somos responsables de nuestros actos. La gente que pretende que la ciudad debe terminar de crecer, no se cómo va resolver el problema de los nuevos habitantes de Santiago. Chile es un país donde más del 82% de la población se instala en ciudades. ¿La gente es tonta? No. La gente quiere vivir en ciudades porque se vive mejor.

-¿Han analizado bien las mitigaciones viales?

-Realizamos dos estudios de impacto vial y Paulmann quiere cumplir con todas esas exigencias. No entiendo a la gente que quiere que estén construidas hoy todas las etapas de mitigación. Ese impacto debe paliarse con obras que construye el propietario, pero una vez que esté funcionando el Costanera Center, no antes.

"El diseño no es caprichoso"

-¿A qué atribuye la visión negativa de los ciudadanos?

-Creo que el Costanera Center va a producir un impacto amable. Tenemos que aprender a movernos en ciudades apretadas, tumultuosas, densas. Lo veo en Nueva York, donde nadie molesta al resto a la hora de almuerzo cuando todos salen. No veo que vaya a haber problemas: este es un centro comercial donde van a relacionarse 12 mil personas, pero en un gran espacio.

-Pero las críticas son bastante transversales, desde expertos y arquitectos, pasando por los propios vecinos…

-Se lo atribuyo al chaqueteo nacional, que es el deporte número uno del país. La gente no soporta ideas que salgan de lo común siempre son criticadas. Me quedo con lo que el otro día me dijo un obrero del Costanera: que se sentía orgulloso porque estaba haciendo historia con el proyecto más grande y alto de Sudamérica. Yo les pregunto a mis colegas qué habrían contestado ellos si les hubieran ofrecido este proyecto. Dudo que habrían dicho "no, fíjese que yo quiero hacerlo más chico".

-¿Es posible cambiar esa percepciónentre la gente?

-Es cuestión de ver cómo se habla en Nueva York del Empire State, ese edificio es un emblema de la ciudad, pese a estar en un lugar denso. Lo único que viene a demostrar el Costanera Center es que Chile es un país que está en la vanguardia arquitectónica de los grandes proyectos del mundo.

El autor del Costanera Center

-¿Le molestan las críticas relativas a que el edificio es poco estético?

-El diseño no es caprichoso. Está hecho para que se vea más alto, más esbelto y resista los enormes vientos que va a recibir. Me duelen las críticas respecto a que el edificio es hermético y cuando dicen que les gustaría que se abrieran las ventanas. ¡Yo los reto a que encuentren un rascacielos donde se abran las ventanas!. Como dijo Cesar Pelli, se construye en torno al axis mundi que parte en el centro de la tierra y termina en el infinito.

-¿Pero con un proyecto de estas dimensiones usted tiene incorporada la idea de que mucha gente considera que rompe con el entorno?

Yo contestaría: "viaja, ciudadano, viaja a alguna parte como Buenos Aires, Nueva York, cualquier gran ciudad". Debemos acostumbrarnos a que somos una ciudad de siete millones de habitantes que se va a seguir densificando. Hagamos de la ciudad un lugar más amable y que el ciudadano participe en mejorarla, pero no le preguntemos si quiere una torre al lado de su casa, porque siempre va a contestar que no.

-¿Cuál es el lado amistoso que usted le ve al proyecto?

-Contempla una ciclovía que bordea el canal San Carlos y todos los primeros pisos son transparentes y abiertos a la comunidad. Esto no es un mall de carretera donde la muralla llega hasta la vereda y el pobre ciudadano camina por el lado de un cajón de manzanas. Se suma todo lo que haremos en Nueva Tajamar: restaurantes que invitan al ciudadano. Todas las obras emblemáticas han tenido detractores. La torre Eiffel los tuvo. De hecho, la iban a demoler al día siguiente de la exposición mundial de París. Hoy es el símbolo de la ciudad y ni siquiera fue diseñada por un arquitecto, sino que por un ingeniero.

Los dibujos de Paulmann

Por estos días Paulmann y Besançon se ven con bastante más frecuencia. En concreto, dos veces por semana. El empresario pide revisar cada uno de los detalles del nuevo edificio y muchas veces se pone a dibujar para ir entendiendo las dimensiones de la iniciativa.

-Muchos dicen que el edificio es un reflejo de la personalidad de Paulmann…

-Paulmann no es un tipo que quiere figurar. Al contrario, quería hacer un proyecto low profile. Le costó decidir levantar la torre más alta de Sudamérica, pero se dio cuenta que que era una oportunidad que no podía desaprovechar.

Paulmann no es un tipo que quiere figurar. Al contrario, quería hacer un proyecto low profile. Por eso le costó decidir levantar la torre más alta de Sudamérica, pero se dio cuenta de que era una oportunidad que no podía desaprovechar.

-¿Cómo definiría su relación con él?

-Es una relación bastante intensa. Sobre todo porque  se involucra hasta en el último detalle. Es un sistema de trabajo distinto. Me ha invitado a dibujar a su casa y para él es como invitarte a jugar golf. Muchas veces teníamos que volver al punto de partida para que se convenciera del proyecto, porque debía entenderlo. Es un hombre que piensa como los arquitectos, en tres dimensiones.

-¿Qué aportes ha entregado Paulmann al proyecto?

-Uno significativo es el mirador panorámico que habrá con acceso público en el último piso . Al comienzo quería construir un helipuerto, hasta que se convenció que no era posible. Acepta que le digan que no, aunque hemos aceptado sus ideas cuando son posibles.

-¿Le molestan las críticas de otros arquitectos?

 -La mayoríaestán fundadas en la ignorancia: no conocen el proyecto y no han hablado nunca conmigo.

-Arquitectos como Albert Tidy o Matías Klotz dicen que el edificio es correcto en sus proporciones, pero que las obras se evalúan de acuerdo a su impacto. ¿Le generan presión ese tipo de comentarios?

-El mejor ejemplo es la Costanera Norte. Cuando se construyó lo único que escuchamos fueron críticas, que se apagaron cuando se inauguró. Me pregunto ¿cómo viviviría  sin la Costanera Norte? No digo que la gente se pregunte como vivirá sin el mall, pero cuando estén construidas las mitigaciones, la percepción va a cambiar.

-¿Considera que ha "vendido" bien su proyecto?

No hay peor sordo que quien no quiere oír. He ido a unas nueve universidades a contar de qué se trata el Costanera Center. De ellos, nunca he escuchado algo negativo.También lo he expuesto en seminarios, en el Colegio de Arquitectos y en el extranjero.

-Su hijo, también arquitecto, ha señalado que no le gustan los proyectos comerciales…

-Mi hijo es un arquitecto al cual estimo mucho y trabajo en muchas cosas con él, pero tiene una línea profesional de ayuda social y la mía es una línea profesional de diseño.Pero si le gusta o no el proyecto de Cencosud, yo no tengo idea, no lo converso con él nos respetamos mutuamente con tolerancia y libertad.

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