Por Antonieta De la Fuente Octubre 10, 2009

La historia se repite. A fines de 1953, los ejecutivos y los relacionadores públicos de las principales compañías tabacaleras de Estados Unidos se reunieron en el hotel Plaza de Nueva York. Preocupados. Los rumores sobre los nocivos efectos del tabaco en la salud -basados en estudios médicos que alertaban de ello- cundían entre la población y la industria necesitaba coordinar urgentemente una estrategia de mercado para enfrentar esta amenaza a su negocio. Cinco décadas más tarde, es la industria de las bebidas de fantasía la que pasa por un trance similar.

Hoy, Coca Cola, Pepsi y todas las compañías de bebidas refrescantes dulces se están transformando en el nuevo blanco de la ciencia. Y muestran inquietud por que se repita con ellas el mismo patrón que se usó en la guerra contra el cigarrillo.

La discusión partió en Estados Unidos, pero promete transformarse en un tema de debate mundial. Todo comenzó hace un mes. Y el dardo lo tiró Kelly Brownell, director del Centro Rudd para Políticas Alimentarias de la Universidad de Yale. En un estudio titulado "La salud pública y los beneficios económicos de gravar las bebidas azucaradas" -publicado en The New England Journal of Medicine, una de las revistas de salud  pública más prestigiosas del mundo-, el experto y un grupo de colegas de la  Universidad de Harvard pusieron sobre la mesa una propuesta que buscar aplicar impuestos a las bebidas que contengan azúcar: las gaseosas, los ice teas, las bebidas energéticas, las isotónicas y los jugos.

En el paper de 7 páginas, los científicos postulan que los refrescos azucarados son uno de los principales causantes de la obesidad, por la alta cantidad de azúcar que contienen: una lata estándar de bebida, por ejemplo, tiene cerca de 140 calorías. Un tema que no es trivial, menos para los norteamericanos. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades del Gobierno Federal, el 64% de la población -182 millones de personas- tiene sobrepeso y el 33% de los adultos es considerado obeso. Y el gobierno estadounidense gasta anualmente US$ 147 mil millones -un 9,1% del gasto total en salud- en programas médicos para enfrentar este problema.

Los científicos de Yale y Harvard postulan un impuesto nacional de 1 % por cada onza de bebida azucarada (29,7 ml). "Así, nuestra propuesta subirá el precio de la botella de dos litros de Coca Coca en más de US$ 0,60", explica Kelly Brownell, en entrevista con Qué Pasa. Con ello, asegura, el gobierno podría generar recursos de hasta US$ 14,9 mil millones sólo en el primer año de aplicación de este impuesto. Dinero que, a su juicio, se podría destinar a programas de prevención de la obesidad.

Si bien la propuesta aún no ingresa a ningún trámite de discusión legal, se ha transformado en tema de debate. De hecho, fue estratégicamente lanzada el mismo día en que el senador de Montana, Max Bacus, hizo público el plan de reforma a la salud pública de Estados Unidos. Y no se descarta que la idea pueda ser incluida allí. El gobierno se ha mostrado a favor de la medida y el propio presidente Obama dijo que la idea de aplicar un impuesto "debía ser explorada".

Además, dos de los científicos que firman el estudio liderado por Brownell trabajan hoy para el Estado: Thomas Frieden, después de participar en la investigación, asumió como director del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades del Gobierno Federal, mientras que Thomas Farley es el responsable del Departamento de Sanidad del gobierno de Nueva York. Brownell, por su parte, tambièn tienes redes con ese mundo: por años ha prestado asesorías a miembros del Congreso, gobernadores y organizaciones mundiales de salud.

La industria de bebestibles y alimentos calóricos no se ha quedado de brazos cruzados. Tal como lo hicieron las tabacaleras en los años 50, unieron fuerzas para hacer frente a la pelea que se les viene por delante. Empresas como PepsiCo, The Coca Cola Company, McDonald´s, Red Bull Norteamérica, Sunny Delight Beverages y 7 Eleven crearon la organización Americanos contra los Impuestos sobre la Comida. En su página web se definen como una coalición de "ciudadanos preocupados" que se oponen a las propuestas gubernamentales de incrementar los impuestos sobre la comida y la bebida. Ya lanzaron sus primeros spots publicitarios en televisión en contra del impuesto e incluso compraron un aviso a página completa en el Washington Post.

Antes el tabaco, ahora las bebidas

El influyente Mr. Brownell

Kelly Brownell es una de las voces más autorizadas del mundo para hablar de obesidad. Su cruzada contra los alimentos de alto contenido calórico ha dado que hablar. Sin ir más lejos, en 2006 fue elegido por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo, por poner en la agenda la necesidad de políticas públicas que impulsen una alimentación más saludable. La influencia de este científico y profesor de sicología y salud pública de Yale ya se ha sentido en algunas ciudades de Estados Unidos, especialmente en los programas escolares. Fue su mano, por ejemplo, la que estuvo detrás de que se eliminaran las máquinas expendedoras de bebidas en algunos colegios. Hoy da su batalla más frontal.

-¿Por qué aplicar este impuesto sólo a las bebidas? ¿Por qué no a los alimentos altos en grasas, como las papas fritas?

-Hay muchos más estudios científicos de los efectos de las bebidas azucaradas que en otras categorías de alimentos. Y como nuestra propuesta es controversial como impuesto, ésta descansa en la evidencia científica que existe sobre este tema.

-¿Por qué cree que un impuesto a las bebidas podría realmente reducir la obesidad?

-No estamos seguros de que va a eliminar la obesidad, porque hay muchos factores que afectan este mal. Pero un cambio en cualquiera de esos factores podría revertir su creciente tasa de crecimiento. Esperamos tener algún impacto. Además, es posible que el gobierno tome acción en otras cosas también; en el mercado de los alimentos, por ejemplo.

Las investigaciones citadas en el estudio sugieren que las bebidas están directamente relacionadas con el aumento del peso. Hay una, realizada en niños escolares, que descubrió que el riesgo de convertirse en una persona obesa aumenta 60% por cada refresco adicional que el estudiante se toma al día. En Chile, esas cifras también preocupan: nuestro país es el segundo mayor consumidor per cápita de Coca Cola en el mundo -con cerca de 100 litros anuales-, superado sólo por México.

Los científicos postulan que los refrescos azucarados son uno de los principales causantes de la obesidad por la cantidad de azúcar que contienen. El tema no es trivial en Estados Unidos, donde el 64% de la población tiene sobrepeso.

El tema de fondo, en todo caso, es si realmente los consumidores estarán dispuestos a sacar definitivamente las bebidas de su dieta o, al menos, reducir su uso frente a un alza en el precio. Si un impuesto podrá revertir la tendencia de consumo de estos  productos, que ha ido en aumento en los últimos años. En Estados Unidos, se duplicó entre 1997 y 2006.

-¿Cree que una propuesta como la suya podría afectar el comportamiento de los consumidores, pues hay muchas personas que se consideran adictas a la Coca Cola, por ejemplo?

-No estoy seguro de que pueda cambiar a todos. Va a tener un impacto dosificado en la población, que relativamente producirá un beneficio en la salud pública.

-¿Y cree que puede estimular el consumo de bebidas light?

-Las investigaciones científicas sobre los efectos de las bebidas light no son claras. No hay un acuerdo en los estudios que existen sobre esta materia. Por eso no se recomienda que los consumidores reemplacen las bebidas azucaradas por estas otras. En la medida que haya más investigación sobre los efectos en la salud que podrían ocasionar los refrescos que usan endulzantes artificiales, podría justificarse la aplicación de un impuesto en el futuro.

-¿Cuánto podría reducirse el consumo de bebidas con azúcar con un impuesto?

-Las estadísticas económicas sugieren que un incremento en el precio de alrededor de 15% reduce el consumo en cerca de 15%. Esto se basa en data de estudios económicos sobre la elasticidad de las bebidas gaseosas.

Brownell explica que actualmente hay 33 estados norteamericanos que aplican impuestos a las bebidas azucaradas, pero que estos gravámenes son tan pequeños que no tienen verdadero efecto en el consumidor. "Con nuestra propuesta, el alza de precio sí la notará el consumidor", explica el académico.

Antes el tabaco, ahora las bebidas

En pie de guerra

Las compañías de bebestibles ya están tomando cartas en el asunto. Ven con preocupación que el actual debate amenaza con destruir el trabajo que ellas han realizado para posicionar a estas bebidas como parte de la fiesta y como sinónimo de alegría y celebración. Por eso, no han perdido tiempo. El presidente ejecutivo de Coca Cola, Muhtar Kent, calificó la propuesta de escandalosa y dijo a Bloomberg que nunca vio un "gobierno que les diga a los consumidores qué comer o qué beber. Si eso funcionara, sería como si todavía existiera la Unión Soviética".

Mientras, PepsiCo ya amenazó en diciembre pasado con cambiar sus cuarteles generales fuera de Nueva York, cuando ese estado consideró implementar un impuesto de 18% a las ventas de refrescos con azúcar. Ahora, con la propuesta de Brownell, el escenario puede complicarse más, porque si bien los impuestos a las bebidas ya se habían debatido antes, esta vez la discusión  es nacional y podría  convertirse en una política de salud pública.

Para Brownell la reacción de la industria puede equipararse con la que tuvieron las tabacaleras en similares circunstancias: "Las tabacaleras crearon grupos con  nombres que sugerían una participación de la comunidad, como lo que están haciendo con Americanos contra los Impuestos sobre la Comida. Y eso es un síntoma de cuán preocupados están con la propuesta. Ellos tienen organizaciones que quieren hacerlas parecer como coaliciones de los consumidores, pero es el dinero de la industria el que está detrás. Eso me dice lo desesperados que están por el tema de los impuestos, lo cual nos indica que una medida de este tipo podría tener un gran efecto".

"Las estadísticas económicas sugieren que un incremento en el precio de alrededor de 15%, reduce el consumo en cerca de 15%".

El científico cita estudios para avalar su optimismo: un levantamiento realizado en Nueva York en  2008 mostró que el 52% de los encuestados apoyaban una propuesta de impuestos sobre las bebidas, y que la cifra subía a 72% cuando se mencionaba que la recaudación iría a financiar programas para prevenir la obesidad.

-¿Cree que la industria pueda tener suficiente poder para evitar elevar los impuestos?

-Bueno, la industria del tabaco no logró tener suficiente poder para frenar los impuestos. Por eso, creo que tendremos impuestos en la industria de las bebidas.

-Sus detractores argumentan que no es el momento apropiado para aplicar un impuesto así, cuando la economía de las familias está afectada por los efectos de la crisis. ¿Qué opina?

-Las familias pobres en Estados Unidos podrían ahorrar muchos miles de dólares al año cambiando el consumo de bebidas azucaradas por agua.

-Pero algunas personas creen que este tipo de medidas pueden ser regresivas y afectar principalmente a la gente más pobre que tiende a comprar estos productos

-Las compañías que venden estas bebidas han trabajado muchos años para hacer a estos consumidores leales a sus productos. Y ahora se comportan como si quisieran proteger a estas personas más pobres. Las bebidas con azúcar no son necesarias para sobrevivir, las personas gastan mucho dinero en ellas y los ingresos que generan las empresas podrían ser usados para apoyar programas que los ayuden realmente.

-¿Cómo va a terminar esto? ¿Cree que podrían incluirse avisos en contra del consumo de estos productos en las botellas de Coca Cola, como se hace en los paquetes de cigarros?

-No estoy seguro. Hay cuestionamientos acerca de cuán efectivas son estas campañas en la industria del tabaco. Es por eso que hemos preferido usar un alza de los impuestos para prevenir su consumo.

-¿Está preparado para ser "el hombre contra la industria de las bebidas refrescantes"?

-Sí, eso es lo que estoy haciendo en este momento.

Relacionados