Por Felipe Morandé Septiembre 19, 2009

En una desafiante columna, Paul Krugman se pregunta retóricamente cómo pudieron equivocarse tanto los economistas, a propósito de la severa recesión que ha afectado al mundo desde el año pasado.

Lo primero que llama la atención de la columna es su título. No tanto por la aparente arrogancia de referirse a los economistas en tercera persona -Krugman es también parte de la tribu-, porque el título original en inglés es más ambiguo en este sentido. Más bien el título es equívoco porque Krugman llama "economistas" a todos aquellos cultores de esta ciencia social que han abjurado de Keynes y el keynesianismo y que más bien creen en mercados que funcionan eficientemente sin mayores fricciones. Cuando habla de los que se han equivocado, menciona como ejemplos a Milton Friedman, Robert Lucas, Eugene Fama (todos ganadores del premio Nobel, como el mismo Krugman) y John Cochrane, que tienen la particularidad de ser asociados a la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago. Es verdad que también toca de pasada a otros, como Blanchard y el mismo Bernanke, actual presidente de la Reserva Federal, que no son de Chicago pero que han planteado que la macroeconomía como subdisciplina ha observado una gran convergencia de distintas corrientes hacia una nueva síntesis, que consistiría en modelos dinámicos, estocásticos, de equilibrio general (versión moderna de los enfoques neoclásicos), pero con precios que no se ajustan instantáneamente (en la tradición keynesiana) y/o con la existencia de fricciones varias al funcionamiento de algunos mercados.

Las recomendaciones

Krugman hace tres recomendaciones. Primero, en su opinión, los economistas tendríamos que asumir que los mercados financieros son muy imperfectos y que están sometidos a la locura de mucha gente. Segundo, que tendríamos que admitir que el keynesianismo es el mejor marco para entender y enfrentar las recesiones y depresiones. Y tercero, que debiéramos hacer todo lo posible para incorporar las realidades financieras a la macroeconomía.

Que los mercados financieros son imperfectos es ampliamente reconocido por la mayoría de la profesión sobre la base de asimetrías de información, problemas de riesgo moral, conflictos de interés entre el agente y el principal (para usar los términos técnicos) y otros.

Para hacer frente a estas dificultades, existe la regulación, área que tradicionalmente ha caído en la esfera de la microeconomía, pero con amplias consecuencias macroeconómicas. El problema es que no hay regulación perfecta y, por tanto, las crisis financieras siempre van a existir. Considérese el hecho básico de que la actual crisis ha afectado a países con muy diferentes marcos regulatorios, como EE.UU., por un lado, y Europa continental, por otro. Es cierto que se pueden conseguir mejoras en la regulación -como por ejemplo, resolver el problema de salvar "gratis" a los bancos que son demasiado grandes para caer-, pero la siguiente crisis resaltará otro problema, hoy aparentemente invisible.

Krugman nos recomienda considerar lo que pasa en los mercados financieros a la hora de hacer teoría y política macroeconómica. Eso es correcto. El punto es cómo se hace. ¿Debe el Banco Central usar su tasa de política monetaria para frenar lo que parece ser un aumento desmedido en los precios de las acciones o de las viviendas? ¿Debe haber un aumento en los impuestos en estos casos?

Si esto parece una visión pesimista, mucho más es la de Krugman, quien plantea que los mercados financieros (incluido el inmobiliario) están sujetos a burbujas y reventones, a comportamientos de manada y exuberancias, a partir de los preceptos de la economía conductual: las decisiones de las personas no siempre obedecen a un proceso racional de toma de decisiones donde se optimiza no sólo sujeto a la información disponible, sino también sujeto a las  emociones, imitaciones, modas, estados de ánimo, etc.

Estas consideraciones son todavía más difíciles de abordar con una regulación adecuada. Además, los reguladores mismos, si seguimos la lógica de las teorías conductuales, están sujetos a emociones, modas y estados de ánimo al monitorear y aplicar las reglas. Por ende, se podrían equivocar flagrantemente.

Los remedios

Por eso es importante considerar cuáles son los remedios de política macroeconómica que hay que tener disponibles para cuando ocurre una crisis financiera  que deviene posteriormente en una recesión.

Krugman tiene razón en que si hay un bajón sustancial en la demanda agregada -por ejemplo provocada por un trancazo en el crédito originado en la crisis financiera-, el armazón keynesiano es de mucha utilidad: hay que aplicar políticas monetarias y fiscales expansivas para aminorar los efectos reales de las crisis.

Pero esto también es ampliamente aceptado en la profesión. Tal vez la gente de Chicago exprese algunos remilgos al respecto, pero no hay banco central en el mundo que no aplique esta receta, y no hay gobierno que, pudiendo hacerlo, se quede de brazos cruzados frente a una recesión que pasa frente a sus narices.

En otras palabras, con ocasión de una recesión severa, los encargados de aplicar las políticas macro son muy keynesianos. Y son en su mayoría economistas que atinan. Eso es lo que ha ocurrido en todo el mundo desde fines del año pasado, y no es sino la aplicación de los principios básicos de la macroeconomía, tal como los entienden quienes tienen la responsabilidad de las políticas. 

Finalmente, Krugman nos recomienda considerar lo que pasa en los mercados financieros a la hora de hacer teoría y política macroeconómica. Eso es correcto. El punto es cómo se hace. ¿Debe el Banco Central usar su tasa de política monetaria para frenar lo que parece ser un aumento desmedido en los precios de las acciones o de las viviendas? ¿Debe haber un aumento en los impuestos en estos casos?

Creo que se puede hacer un caso teórico para dar sustento a respuestas afirmativas a estas preguntas. Pero también creo que existe un enorme espacio para las equivocaciones de las autoridades. ¿Cómo juzgamos si un rally en la bolsa es excesivo? ¿O si los aumentos en los precios de las casas se sustentan en una burbuja o en una escasez objetiva de suelo? Corremos el riesgo de, al intentar disminuir las fluctuaciones en los precios de estos activos usando instrumentos de política macro, matar las bondades de una intermediación de fondos con riesgo, las mismas que permiten a la economía crecer y desarrollarse en los períodos (cada vez más largos) entre una crisis financiera y la siguiente.

* Decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile

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