Por Lorena Rubio Septiembre 19, 2009

© Pedro Rodríguez

"Iván dejó de interesarse". Así grafica un cercano el paulatino alejamiento que el futbolista Iván Zamorano ha tenido con el que fue su proyecto estrella: la Ciudad Deportiva. Este gigantesco complejo de 12 hectáreas, emplazado a un costado del Parque Intercomunal de La Reina y en el que invirtió cerca de US$ 10 millones, hoy sufre una severa crisis financiera.

Cuando se abrió el centro, en abril de 2002, el ex "pichichi" señalaba que cumplía uno de los grandes sueños de su vida. "No soy un empresario, soy un visionario", declaraba con orgullo. Y para que no quedaran dudas de esa visión, su apuesta fue a lo grande. A lo Zamorano.

Las hileras de enormes palmeras que anteceden a la entrada del recinto son la mejor muestra de que aquí no se escatimó en gastos. Antes de aterrizar los detalles del proyecto, su cuñado y actual gerente general del complejo, Wilson Flores, realizó un periplo por Argentina, España y Estados Unidos visitando, entre otras instalaciones, el rancho de Nick Bollettieri en Miami. El pasto sintético para las nueve canchas de futbolito fue importado desde Alemania y es el mismo que posee el estadio del Bayern Munich. Se construyó una multicancha techada, nueve canchas de tenis; una piscina olímpica semitemperada; un complejo médico; un gimnasio con máquinas de última generación y un spa, así como un court central (donde caben 3.000 personas), una cafetería y un área de juego para niños. El broche de oro era un circuito cerrado de televisión y áreas verdes que ocupan 10.000 metros cuadrados.

Las cosas, sin embargo, se complicarían con el tiempo. La falta de expertise financiero, la alta rotación de ejecutivos y una serie de malas decisiones dejaron el sueño de Zamorano en un difícil pie. Hace más de tres años que el complejo no arroja ganancias, y el 2008 fue tan complicado que gran parte del 2009 se ha destinado a bajar costos y hacer calzar los números. Hace menos de un mes fueron desvinculadas 15 personas, incluyendo a profesores y ejecutivas de venta. Una de las salidas que llamaron la atención fue la del gerente comercial, Alberto Abuhadba, quien veía gran parte de la operación del día a día, pero cuya renta -según cuenta una fuente que conoce el caso- se estimó "poco acorde a la nueva etapa". Para cuadrar la caja, también se han reducido las escuelas para niños -de dos veces por semana a sólo una- y se han eliminado gastos en asesorías, como las de comunicaciones externas.

Pese a ello, la ciudad de Iván continúa llena de estudiantes, los socios alcanzan los 1.500 y varias empresas realizan aquí sus copas de fútbol y tienen convenios con el recinto.

¿Qué salió mal? Ésa es la pregunta que varios se hacen. Sobre todo porque visto desde fuera, el negocio parecía rendir. Sin embargo, al interior de la instalación hoy se habla de crisis. Incluso se ha rumoreado con la posibilidad del cierre, algo que en el entorno del futbolista descartan por completo. "Jamás haría algo así. No sólo por imagen, sino porque para él este espacio lo representa", afirma un cercano al ex capitán de la "Roja".

Ciudad deportiva

La Ciudad Deportiva se emplaza en un terreno de 12 hectáreas, a un costado del Parque Intercomunal de La Reina

La solución, en todo caso, está ad portas. Si no hay contratiempos, en noviembre el nuevo controlador de la sociedad Del Inca -de Zamorano y su familia, cuyo principal activo es el complejo en La Reina- será la Universidad San Sebastián. Pero el deportista no dejará por completo el negocio. La idea de los nuevos controladores es mantenerlo como "rostro" en los eventos y asociaciones que se concreten.

La estrella caída

En sus primeros meses de funcionamiento, las cuentas eran alegres en la Ciudad Deportiva. Cerca de 10 mil personas ocupaban mensualmente las instalaciones y se estimaba que la inversión se recuperaría "sin problemas" para 2010. En 2003 ya se hablaba de "exportar la franquicia" a varias ciudades de Chile, y Wilson Flores anunciaba por los medios que "si las cosas siguen como están, seremos el complejo de este tipo más importante en Sudamérica".

Las cosas no funcionaron. Al hacer el recuento, varios episodios enredaron el negocio, aunque los más cercanos al Zamorano los sintetizan en tres: el fuerte golpe que significó prestar su imagen para el Transantiago, la disputa por el no pago de contribuciones y sus fracasadas gestiones para echar a andar una Universidad del Deporte. "El interés en crear una universidad, como una forma de revertir los magros resultados económicos, fue el último intento de Iván por sacar esto a flote en solitario", comenta un miembro de su círculo. La fallida sociedad con el ex vicerrector de la Finis Terrae, Álvaro Vial, que terminó en tribunales, le costó a Iván $ 1.100 millones, de los cuales cien se habrían cancelado a Vial para poner fin a las disputas.

El Transantiago, recuerda un amigo, fue un duro golpe en el ánimo del deportista. Eso lo hizo ensimismarse y perder los bríos con que había partido su aventura empresarial. Y la controversia con el municipio de Las Condes por una deuda de $ 32 millones -cifra ínfima si se compara con el capital que Zamorano llegó a acumular- fue la muestra patente de que el complejo deportivo no se manejaba con la seriedad requerida. "Eso sembró dudas innecesarias sobre la capacidad de solvencia que tiene el recinto", señala un ex socio del delantero.

El 2005 fue el último año que la ciudad de Zamorano registró utilidades. Después, el 2006 y 2007 terminaron "en punto de equilibrio"; es decir, sin ganancias. Y en 2008, el resultado ya fue negativo. Pese a que desde la gerencia de la Ciudad aseguran que obtuvieron utilidades por $ 200 millones, dos altas fuentes relacionadas con la entidad indicaron que las pérdidas del año pasado habrían bordeado los $ 300 millones.

Aunque varios apuntan al abandono del deportista como causa de los malos resultados, no pocos repiten a otro nombre: Wilson Flores, cuñado de Iván. "Wilson no lo ha hecho con mala intención, pero lo cierto es que no tiene dedos para el piano. Sus decisiones sólo han acrecentado el déficit", dice un ex ejecutivo del recinto. Zamorano, sin embargo, no lo ha movido de la gerencia general. Fiel a su convicción de que los negocios se administran en familia. Con total lealtad y hermetismo.

Zamorano pierde el control

Nuevos aires

La decisión la tomó el propio Iván. En diciembre pasado, en la oficina del abogado Ramón Valdivieso, en el centro de Santiago, el ex jugador del Real Madrid plasmó su firma en un documento que sellará -si nada dice lo contrario- el destino del que fuera su proyecto estrella.

Se trata de un acuerdo para realizar un aumento de capital en la firma que administra la Ciudad, lo que permitiría la incorporación de los nuevos dueños. Son US$ 5 millones en una primera fase. ¿El porcentaje? El 51% de la sociedad Del Inca, la dueña de todos los activos de la ciudadela del Deporte.

En el despacho de Valdivieso -abogado de Andrés Navarro, uno de los controladores de la Universidad San Sebastián (USS)- se encontraron Zamorano, Flores y el decano de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de esa casa de estudios, Marcelo Ruiz, uno de los actores clave en las negociaciones.

Antes del 30 de noviembre deberá producirse el aumento de capital, mediante el cual la USS pasará a controlar las instalaciones en La Reina y comenzará un proceso de inversión por cerca de US$ 1 millón por los próximos dos o tres años.

Zamorano será socio minoritario y la idea de los nuevos controladores es aprovechar al máximo el plus que otorga su nombre -que ya es una marca- y su imagen. "Nos interesa que él se mantenga como socio en la participación que él estime", afirma uno de los dueños de la USS.

Entra Ashwell, sale Flores

La primera señal de "intervención" de los socios de la Universidad San Sebastián fue instalar en la sede administrativa del recinto al ex director deportivo de la U. de Chile, Johnny Ashwell. Con oficina recién habilitada allí, la misión de Ashwell -quien desde junio es director de Deportes de la USS- es desarrollar un plan de acción para reflotar el proyecto creado por quien fuera su contrincante en Colo-Colo. "Con Iván nos encontramos un par de veces en el campo de juego y le tengo mucho respeto", señala Ashwell. En unos meses, y según decidieron los nuevos controladores, él será el nuevo gerente general de la Ciudad Deportiva, relevando a Wilson Flores.

La primera señal de "intervención" de los socios de la San Sebastián fue instalar en la sede administrativa del recinto al ex director deportivo de la U. de Chile, Johnny Ashwell. Con oficina recién habilitada, la misión de Ashwell es desarrollar un plan de acción para reflotar el proyecto creado por quien fuera su contrincante en Colo-Colo.

El plan de los dueños de la USS, de la mano de Ashwell, es ambicioso: además de convertir al complejo en el lugar donde los alumnos de la universidad tendrán clases deportivas, la idea es "aumentar el número de socios, atraer más niños a las Escuela de Fútbol y hacer convenios con municipios y empresas", según cuenta el director deportivo de la USS.

También se echará a andar el plan de extender la franquicia a regiones. La sociedad Zamorano-San Sebastián está a punto de abrir sus oficinas en Concepción y en carpeta está expandirse a Valdivia y Puerto Montt en los próximos dos años. Además, se otorgarán becas estudiantiles a deportistas de excelencia y se ofrecerá la posibilidad de realizar diplomados fuera de Chile, aprovechando los convenios y contactos que los socios de la USS poseen en el exterior.

En estos días, los nuevos controladores están en plena búsqueda del profesional que será contratado como "cazatalentos". La idea es que recorra el país buscando a niños y jóvenes que destaquen en alguna disciplina, ofrecerles estudiar en la USS y "entrenarse en instalaciones de primer nivel", explica el decano Ruiz. Adelantan que ya tienen el nombre de un conocido futbolista. Pero, por ahora, se reservan cualquier otro detalle.

Los nuevos controladores

Además de Andrés Navarro y Marcelo Ruiz, los otros socios de la Universidad San Sebastián (USS) son el ex hombre fuerte del grupo Angelini, Alejandro Pérez; el fundador -hoy ex militante- de la UDI, Luis Cordero; y el ex gerente de LAN, Luis Ernesto Videla. A excepción de Videla y Pérez, son los mismos nombres que en 2003 vendieron el 80% de la Universidad Andrés Bello a la multinacional Laureate International Universities (ex Sylvan). La operación involucró US$ 68 millones y dejó a estos socios con el 20% de la UNAB y el control de los activos inmobiliarios.

El desembarco de Cordero, Navarro y Ruiz en la USS ha provocado un vuelco en el perfil de esa casa universitaria, que hoy tiene como meta aumentar en un 60% -de aquí a cinco años- su matrícula de 17.000 alumnos.

Por eso, varios especulan que tras la millonaria inversión en la "Ciudad" de Zamorano podría venir un jugoso negocio en el futuro, con una nueva venta. Algo que los aludidos desmienten. "Nuestra idea es generar sinergias con la universidad, con proyectos que sean factibles económicamente y que permanezcan en el tiempo. Que cuando un joven asocie estudio y deporte, piense en nosotros", dice Ruiz. Lo que nadie discute es que el acelerado crecimiento de la USS se parece al modelo utilizado en la Andrés Bello: grandes terrenos, impecable infraestructura, importancia del deporte (la mitad de los alumnos de la Facultad de Educación de la USS son de Educación Física) y varias sedes en Chile. Las cifras lo prueban. El 6 de noviembre se inaugura el campus Bellavista -en los ex terrenos del Liceo Alemán- que albergará a la Facultad de Salud; y hace poco la USS concretó el arriendo de la manzana en que funcionaba el Santiago College, en Providencia, como parte de un proyecto que demandará US$ 20 millones. A mediados de 2011 funcionará allí la Facultad de Ingeniería. En el recinto de La Reina se instalaría el campus de una nueva facultad: la de Deportes.

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