Por Horacio Viana Di Prisco Agosto 22, 2009

Las oportunidades de innovación aparecen cuando aprendemos a ver el mundo, a la propia industria, a los clientes, y a la empresa a través de un conjunto de lentes distintos. Un buen punto de partida es comenzar preguntándonos: ¿Qué pasaría si…? Esta pregunta nos lleva a nuestro primer lente para ver oportunidades de innovación, que es: cuestionar los dogmas, ortodoxias y/o creencias de la empresa, y de la industria a la que pertenece. Preguntarnos sistemáticamente "qué pasaría si…" es una manera de desafiar los convencionalismos, de  pensar de forma alternativa.

Una ortodoxia es la creencia que la organización tiene acerca de sí misma, en términos coloquiales es "la manera como se hacen las cosas en la empresa", y estas creencias nos impiden ver nuevas oportunidades de innovación.  Un buen ejemplo, que ilustra el alcance de este lente, lo ha utilizado recientemente un banco, el Umpqua Bank, que se atreve a decir que ¡No es un banco! Al decir esto comenzó una reconfiguración total del concepto  de "oficina bancaria" con el fin de "Crear un espacio diferente, donde el cliente desee pasar su tiempo". Para los clientes, según este concepto, ir al Umpqua Bank se ha convertido en una experiencia que transmite emoción y proximidad. En otro contexto, el caso de la telenovela "Betty la Fea" es otro buen caso de una innovación que nació al romper el dogma de ¿quién dijo que a los televidentes sólo les gusta ver gente bella en las telenovelas?

Para ayudar al proceso de generación de ideas, una vez identificado el desafío, existen herramientas como el Scamper, cuyo nombre viene de las siglas de los siguientes verbos: Sustituir, Combinar, Adaptar, Modificar, Magnificar, Probar otros usos, Eliminar o Reducir, y Reordenar. Considerando la situación o desafío que se está analizando, hay que preguntarse cuáles de estas acciones (que sugiere el Scamper) o sus combinaciones, son posibles. Otra herramienta útil es "irse a los extremos", tomar normas aceptadas y decir qué pasaría si las empujáramos a límites ridículos.

Un segundo lente es aprender a detectar tendencias. Éstas son un conjunto de cambios en el entorno que tienen el potencial de afectar las reglas y abrir nuevas oportunidades. Tal es la potencialidad de este lente que han aparecido empresas como www.trendhunter.com especializadas en vender sus estudios sobre distintas tendencias.

Un tercer lente es aprender a ver necesidades que existen en el mercado y no han sido articuladas por parte de los clientes o usuarios. Este visor se nutre de las técnicas etnográficas, donde la capacidad de observación en terreno juega un papel primordial. Para poder identificar las necesidades y deseos de los consumidores hay que remover la distancia: hay que hacer una inmersión en su entorno y hacer de sus necesidades, deseos y frustraciones los propios.

Y, por último, está el cristal de las destrezas y activos estratégicos, esto es ver a la empresa no por lo que ofrece al mercado sino por lo que sabe y posee. Estas competencias estratégicas (lo que sabe) y esos activos (lo que posee) pueden ser recombinados  para crear valor para los clientes. 

Más allá del lente o de la herramienta que usamos, un aspecto crucial es atreverse a ser diferente, tener la valentía para innovar desde la emoción.

Horacio Viana Di Prisco es profesor de la Facultad de Ingeniería y Ciencias y del Master de Innovación de la UAI.

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