Por quepasa_admin Agosto 22, 2009

En la lechería Ancali hay 5.200 vacas. Y todas se masajean, descansan en camas creadas para ellas, comen alimentos nutritivos y pisan suelo de goma. Su dueño, el empresario Carlos Heller, además de ser socio mayoritario de Azul Azul y presidente del Club Hípico, es un amante de los animales. Por eso, cuando abrió su lechería, en 2004, decidió aplicar los más altos estándares de bienestar animal.

Investigando, conoció la denominada filosofía del "cow comfort", una que potencia la comodidad máxima de la vaca lechera y que, finalmente, incide en la productividad del animal. En 2005 armó sus maletas y partió rumbo a Estados Unidos. Recorrió 15 lecherías de última tecnología y supo qué modelo quería repetir en Chile.

La premisa es simple y sorprendente. Cuando un animal es bien tratado, éste responde. Ése es el principio básico de la comodidad animal. Y fue uno al que Carlos Heller apostó US$ 11 millones, monto que ha invertido en su fundo. Fue la misma Liliana Solari, su madre y una de las mujeres más ricas del país, quien le dijo que "toda la idea era un locura".

Pero Carlos, agrónomo de profesión y huaso de corazón, insistió. En 2005 inauguró, no exento de críticas, las cuatro primeras salas de ordeña rotativa del país, instaló rascadores automáticos en los establos y redujo al mínimo el personal, para que sus animales contaran con el mayor silencio posible. Como era de esperarse, las vacas respondieron. Y en grande. "Actualmente, cada vaca rinde 30 litros diarios vs. los 20 que daban antes. Se les ordeña tres veces al día porque, como se hace rotativamente no perciben el proceso y es posible ordeñar con más potencia", explica Lino Lastra, jefe de operaciones de Ancali y mano derecha de Heller.

Un negocio redondo. E innovador. Porque los Solari, en vez de poner en práctica exclusivamente el modelo "gringo", reconocido por su calidad, decidieron mezclar técnicas. Así, hoy en Ancali las vacas gozan de comodidades exportadas de EE.UU. y Europa. "Estados Unidos es especialista en innovación para aumentar la productividad de la vaca lechera, pero deja de lado el bienestar de éstas", cuenta Lastra. Francia, en cambio, da énfasis a la salud del animal. Heller pensó que lo mejor que podía hacer era incluir las dos técnicas, dándole un toque personal. Y ese toque se traduce en la localidad que eligió para ubicar su fundo. Carlos se instaló Los Ángeles, VIII Región, por su clima, pero sobre todo por la calidad del suelo. Adquirió más de 5 hectáreas y exigió que las salas de establo, donde las vacas duermen y pasan gran parte del día, estén rodeadas de prados verdes y árboles nativos. Todo, para que sus animales no se estresen.

Especial Innovación

Relacionados