Por quepasa_admin Agosto 22, 2009

© Juan Pablo Sierra

Lo suyo partió durante un viaje por Europa. Recorriendo el Viejo Mundo decidieron montar a su regreso La señorita Julia, de Strindberg. Pero no querían hacerlo en alguna de las salas establecidas. No. Ellos querían arrendar un lugar pequeño donde pudieran investigar sin las presiones de tener que realizar una obra exitosa. 

En 2000, Luciano Cruz-Coke encontró una antigua casa en Lastarria. La compró a medias con Braun. Se trataba de la ex sede del Teatro de Ensayo de la UC. Un espacio roído por el paso de los años, que necesitaba una remodelación urgente. Se embarcaron en la aventura, convencidos de que con $ 6 millones la restauraban. Tras encargar el proyecto a un arquitecto, la suma ascendió a los $ 200 millones. Rápidamente, llamaron a un ingeniero comercial. El plan era seguir el modelo tradicional de gestión de las salas de teatro: pedir un crédito a 30 años y pagarlo con su arriendo -generalmente éstas cobran a las compañías entre un 40% y un 60% del valor de la entrada-. Pero el experto en números los aterrizó: "Esto es un pésimo negocio",  sentenció.

Le dieron varias vueltas al tema. Terminaron aceptando la realidad. Además de estar endeudados por las próximas tres décadas, el plan se alejaba de su idea original: experimentar con las nuevas compañías que realizan obras más vanguardistas que comerciales. Mientras, el espacio se lo prestaron a sus amigos para ensayar. Aunque la sala no tenía luces ni sillas, sus conocidos se la pelearon durante un año. Fue ahí cuando descubrieron su oportunidad: la carencia de espacios.

Los amigos decidieron hacer una sala de teatro gratis. ¿Cómo financiaron la construcción? Tocaron la puerta a la empresa privada. Su primer sponsor fue Chiletabacos, gracias a su programa de responsabilidad social. Así con distintos auspiciadores y tres Fondart, los actores lograron en ocho años convertir Lastarria 90 en un activo centro cultural en el que pasaron de 9 estrenos, en 2002, a 48, este año.

El modelo de gestión -que desde el 2005 cuenta con el apoyo permanente de Minera Escondida- incluye el préstamo de la sala a puertas cerradas y gratuitamente. Hay un par de reglas que cumplir: sólo estrenos, y ninguna obra, por exitosa que sea, puede estar más de un mes.

Con esta experiencia, los actores lanzaron en 2007 otra área: el cine digital. Un modelo similar, pero en el que ellos se asocian a los directores de películas con los "fierros", máquinas para grabar y editar. El proyecto ha sido un éxito. En 2008 postularon 160 guiones de cine, de los cuales un jurado escogió 12. Al igual que en Lastarria 90, la grabación se realiza en un máximo de 30 días. Su meta es tener, en los próximos cinco años, una cineteca con más de 50 películas.

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