Por quepasa_admin Agosto 22, 2009

© Nicolás Abalo

A pulso. Así ha sido el trabajo de los primos y socios Pablo Díaz y Felipe del Río. Uno actor, el otro periodista. Ambos realizadores cinematográficos. Entre 2004 y 2005 viajaron al extranjero a estudiar Cine. A su regreso, decidieron cumplir su sueño: dirigir una película.

Pensaron realizar una saga de cortos, pero gracias al consejo de un amigo -quien les recordó que en Chile no existe aún ese mercado-, se lanzaron con un largometraje. "Se me prendió la ampolleta -cuenta Díaz-. Al igual que otros directores, dijimos, tenemos que escribir nuestro guión". Trabajaron varios meses a cuatro manos, pero no arribaron a puerto. Dicen que sus ideas no eran malas, pero eran demasiado herméticas y con guiños sicológicos que pocos entenderían. Ellos querían hacer una película popular.

¿Cómo hacerlo? Mientras trataban de encontrar una buena historia, durante una noche de desvelo a Díaz se le ocurrió hacer un concurso de guiones. Así de simple. Licitar buenas ideas. Tras convencer a su socio y juntar US$ 3.000 para premiar al ganador, emprendieron la aventura.

En mayo de 2006 dieron el vamos a un certamen en el que el mejor postor tendría el honor de ver en pantalla grande su historia. Fue la primera vez que en Chile se hizo un concurso de guiones. Las críticas arreciaron. Al bajo valor del premio, se sumó el hecho de que los guionistas no dirigirían sus películas. Sin importarles la opinión de sus pares y convencidos de que eran una empresa y no una ONG, la dupla Díaz-Del Río siguió adelante.

¿El resultado? Recibieron 150 guiones de más cien páginas, provenientes de seis países. Historias buenas y malas. De los 12 finalistas, Andes, la ganadora, narra el viaje de un buzo con su abuela, desde el mar del norte hasta las montañas del sur. Su costo de producción bordea el millón de dólares y espera por su filmación. Mientras que el segundo lugar, Super, es una comedia en la que participan 40 actores que retratan la sociedad de consumo chilena grabada, íntegramente en un supermercado. Su costo: US$ 500 mil.

Pero la innovación de los primos continuó. Sin ni uno en los bolsillos, se embarcaron en un modelo de negocios asociativo: el elenco, que cuenta con reconocidos rostros del medio, es socio del 20% de las utilidades de la película. El distribuidor y la postproductora también cuentan con un porcentaje de las utilidades.

Si bien Super no logró el respaldo estatal, en abril ganó el premio de Cine en Construcción del Festival Internacional de Cine Pobre de Cuba. Y la película, que finalmente dirigió Fernanda Aljaro y que llegará a las pantallas en septiembre, es la primera en acogerse a la Ley de Donaciones Culturales.

Especial Innovación

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