Por Antonieta De la Fuente Agosto 22, 2009

El inmenso Salar de Atacama está en la mira de Steve Jobs, el mandamás de Apple. Y no sólo de él. También de LG, Sony, Nokia y la mayoría de las empresas high tech del planeta. ¿La razón? El litio. Un mineral que, aunque pocos usuarios lo sepan, está metido en el corazón de los más sofisticados gadgets de moda.

Las cifras hablan por sí solas. Entre 2003 y 2007, las baterías industriales doblaron su consumo de carbonato de litio, ingrediente clave de productos electrónicos como iPods, notebooks y BlackBerrys. Además, el interés de los consumidores por comprar los nuevos juguetes portátiles sigue en alza. Basta un ejemplo: sólo el año pasado se vendieron 1.200 millones de teléfonos celulares en el mundo.

Por eso, tener litio hoy es tener poder. La chilena SQM lo sabe. Dueña del 30% del mercado mundial del mineral, con sus reservas en el salar que tanto inquieta a Steve Jobs, podría transformar al país en una especie de Dubái del futuro. Y a Julio Ponce, su presidente y quien controla la firma a través de un pacto con la japonesa Kowa, en un jeque de la nueva reserva más codiciada de un planeta cada vez más tecnologizado. Y portátil.

El alza de sus acciones ya da cuenta del fenómeno: en los últimos cuatro años han escalado desde los $6.400 hasta los actuales $19.500.

El mercado automotriz también pide a gritos litio. Toyota, Mitsubishi, Nissan y General Motors ya preparan el lanzamiento de sus nuevos modelos híbridos, que utilizan una mezcla de motores a combustión y energía eléctrica a base de baterías de litio, las mismas que usan computadores o teléfonos móviles.

"Por razones ambientales y estratégicas, existe la convicción de que se debe avanzar a este tipo de vehículos. Esto abre oportunidades muy interesantes para que Chile se convierta en un proveedor indirecto de energía para la humanidad", dice Patricio Contesse, gerente general de Soquimich.

La empresa está hoy con un pie -gracias a ese mineral parecido a la sal que se saca de las entrañas del desierto chileno- en cada uno de los temas centrales -y estratégicos- del nuevo mundo del siglo XXI.  Con el litio, participa en la revolución tecnológica y en el transporte ecológico. Con los fertilizantes -que representan cerca del 60% de los ingresos de la firma- es actor de la industria de los alimentos, uno de los nichos más rentables para los próximos años. Y con ese mismo nitrato de potasio que fabrica nutrientes, genera energía limpia a través de paneles solares.

Pura intuición

Contesse es un tipo de baja estatura y sonrisa fácil. Un ejecutivo sencillo. Que cuando recibe visitas en el despacho principal de las oficinas de la empresa, situada en Las Condes, prefiere acomodarse en los sillones, al mismo nivel de sus invitados, y no usar la silla estilo normando dispuesta para los anfitriones. "Nunca me siento ahí. Porque parece que uno se pusiera a una altura distinta a la de la otra persona. Y yo no me siento ni más ni menos", dice, mientras se ríe. "Para mí esa silla está de adorno".

Es uno de los ejecutivos chilenos más hábiles y respetados a nivel internacional. Sus dotes negociadoras y visión de futuro son ampliamente conocidas en el mercado. No pocos le atribuyen a él que SQM haya pasado de ser un actor prácticamente inexistente en el mercado del litio a liderar ese negocio. Y en pocos años.

Contesse, en todo caso, precisa: la idea de producir litio partió del ex director de SQM Víctor Renner, quien en la década de los 90 era representante de las AFP en la empresa. "Él nos dijo: 'Atrévanse con el litio que tiene potencial'. Le creímos", recuerda.

En 1997, el mismo año en que SQM empezó a comercializar litio, alcanzó el 16% del mercado mundial. Y en sólo diez años dobló su presencia: hoy es líder de la industria. De paso, la empresa más que sextuplicó sus utilidades (Ver gráfico).

Quienes conocen bien a SQM, coinciden en que un factor clave ha sido la estrecha relación de Contesse con Julio Ponce Lerou. Ambos son ingenieros forestales. Se conocieron en 1978 y han estado ligados a la empresa desde 1981, aunque con algunos intervalos donde cada uno ejerció otros trabajos. Si bien hoy se celebran sus éxitos, la dupla ha sorteado más de una complicación. Cuando la compañía fue privatizada en 1988 -y pasó a manos de Ponce, en ese entonces yerno de Augusto Pinochet-, Contesse fue designado como gerente general. La situación no era de lo más auspiciosa.

"En esa época -firma estatal- trabajaban 7 mil personas, vendía US$ 250 millones e invertía US$ 5 millones al año. Hoy trabajamos 4.500, el año pasado vendimos un poco menos de US$ 1.800 millones e invertimos un promedio de US$ 100 millones anuales", dice Contesse.

Lo del litio no fue tarea fácil. Contesse y Ponce no eran expertos. Intuían que en el Salar de Atacama, del cual tomaron la concesión en 1992,  existían altas concentraciones de litio,  pero sobre cómo extraerlo y cuánto costaría, ni idea. Sabían que la demanda provenía básicamente de los productores de cerámicas, vidrio, caucho sintético, grasas lubricantes y de las farmacéuticas, que lo utilizan para tratar la depresión bipolar. Pero no mucho más. Ni menos se imaginaban que, con los años, tendrían clientes de la talla de Howard Stringer, CEO de Sony.

Jobs, Sony, Honda y Ponce

La gran ventaja

Cuando empezaron con las primeras extracciones de litio, en 1996, SQM ya tenía una cosa clara: era por lejos el productor del metal con los costos más bajos del mercado. Por años, los principales productores en el mundo lo obtenían de una piedra preciosa llamada espodumena, la cual rompían y luego separaban el litio de las demás sales. Pero en el norte chileno, de ese trabajo se encarga el sol. Completamente gratis.

SQM bombea las salmueras subterráneas del Salar de Atacama que se ubican hasta 60 metros de profundidad, las deposita en enormes lagunas de evaporación que cubren cerca de 1.700 hectáreas y luego espera. Este desierto es el lugar más seco de la Tierra, así que, en poco menos de un año, lo que queda en las piscinas de salmuera es litio junto con otros elementos. Todo se lleva en camiones hasta la planta del Salar del Carmen, cerca de Antofagasta, donde se separa el litio y se transforma en carbonato de litio, la materia prima para las baterías.

Evolución de los actores del Litio

Según un informe de Celfin Capital, el proceso para extraer litio cuesta cerca de US$ 1.800 por tonelada. Sus competidores deben invertir entre US$ 3.000 y US$ 5.000. Por eso, la llegada de SQM a la industria dejó varias víctimas. En su primer año hicieron que el precio de la tonelada del mineral bajara desde US$ 3.000 a la mitad. Las productoras estadounidenses desaparecieron. "Nuestro ingreso significó el cierre de un montón de operaciones de litio fuera de Chile que no eran competitivas. Tomamos una participación de mercado muy rápidamente", recuerda Contesse.

Las ventajas de Atacama son tan claras, que el segundo actor del carbonato de litio es la Sociedad Chilena del Litio, que tiene el 28% del mercado mundial y cuya dueña es la estadounidense Rockwood, que extrae el metal del mismo salar que SQM.

"No hay idea en el mundo donde nuestros productos no estén involucrados, en la que no estemos conversando con varios clientes para saber cómo desarrollarla", explica Contesse, quien agrega que hoy trabajan en el desarrollo de hidróxido de litio para un tipo especial de batería. Con oficinas en más de 20 países y presencia comercial en más de 100, Soquimich es una de las empresas chilenas más globales. Además, no trabaja con distribuidores: es su propio trader en toda la cadena de comercialización. Así, no es raro que Contesse esté un día en Corea negociando con LG, y luego visitando sus oficinas en Brasil, desde las cuales abastecen a los agricultores con sus fertilizantes. El ejecutivo pasa viajando el 40% del año.

Tecnológicas al acecho

Julio Ponce, según sus asesores, no es de los presidentes que se quedan mirando cómo la gerencia ejecuta los proyectos. "Lee y estudia mucho, y ha ayudado a mejorar los procesos productivos de la empresa y a abaratar los costos", cuenta un cercano. Él mismo ha reconocido que las mejores ideas las tiene a las 5 de la mañana y que no es raro que llame a sus ejecutivos a primera hora para decirles: "Hace tres horas que estoy pensando en esta idea...".

Su mercado es muy dinámico. Hoy, por ejemplo, todas las grandes corporaciones de tecnología y automotrices miran con apetito el litio chileno. Y la presa más codiciada es SQM. La gran mayoría de las empresas que desarrollan baterías en el mundo quiere asegurarse que la materia prima que hace posible sus milagros portátiles esté siempre disponible. Y a buenos precios. Por eso, tantean el terreno para entrar en la propiedad de las grandes productoras de litio. "Nosotros no estamos dispuestos a eso. A lo que sí estamos dispuestos es a hacer contratos que les den a ellas la seguridad del abastecimiento. No hay ninguna empresa en el mercado mundial del litio que no se acerque a SQM o que pueda pensar sus desarrollos sin tener en cuenta a Chile", dice Contesse.

SQM no es la única en la mira. También lo está el Salar de Uyuni, en Bolivia, considerado el desierto de sal más grande del mundo. Según el Servicio Geológico de EE.UU., ahí hay 5,5 millones de toneladas de litio. Empresas como Mitsubishi, Sumitomo, LG y la francesa Bollore ya se acercaron a conversar con el presidente Evo Morales, pero ninguna tuvo suerte. Morales insiste en que la operación debe quedar en manos del Estado: "Explotar el litio a gran escala es la meta del gobierno boliviano, el cual jamás perderá la propiedad de sus recursos naturales", ha dicho.

Por eso, al menos en el corto plazo, Contesse no ve competencia boliviana. "El Salar de Uyuni no se conoce bien, pues no ha habido una exploración. Todo lo que se diga de Bolivia es especulación. Sí se conoce que hay litio, pero la calidad de las soluciones de la salmuera, que se mide por el contenido de litio, es significativamente inferior que las del Salar de Atacama. Además con contenido de magnesio muy alto, que complica la producción de litio y la hace más cara", señala.

Los que sí están tomando cartas en el asunto son los chinos. Aunque aún incipiente, iniciaron la extracción en un salar del Tíbet. SQM ha dado cuenta de esto en sus entregas de resultados. En 2007 dijeron que el aumento de precio del litio incentivó a los productores chinos a aumentar su capacidad, lo cual incrementó la oferta del metal. Sin embargo, la empresa chilena anunció en diciembre que los chinos no habrían alcanzado los niveles de capacidad anunciados.

Jobs, Sony, Honda y Ponce

Esos autos verdes

Hasta antes de la crisis, el mercado del litio crecía 7% anual. Pero tras la caída de los mercados financieros, disminuyó la fiebre por la tecnología y las grandes desarrolladoras de baterías bajaron sus compras de la materia prima. SQM lo resintió. Sus ingresos por ventas de litio cayeron 40% durante el primer semestre de 2009 en comparación con el mismo período de 2008.

Sin embargo, las proyecciones son auspiciosas. Hoy, el 27% del litio mundial se usa para baterías, pero según cálculos de Soquimich esta demanda aumentará hasta representar, en una década más, el 50% de todo el consumo. Ello impulsado, principalmente, por el boom de los autos híbridos.

En una presentación a inversionistas europeos de fines de 2007, SQM estimó que para 2015 el 10% de los autos nuevos contaría con baterías de litio. Y llegaría a 20% para el 2020. Este incremento se traduciría en un alza de la demanda anual de carbonato de litio desde las actuales 93 mil toneladas hasta 160 mil toneladas en cinco años más. Según Contesse, podría ser más: "Estos supuestos hay que revisarlos, ya que probablemente están obsoletos: las decisiones políticas de los gobiernos están impulsando el uso de tecnología verde en los autos de una manera más activa de lo que se pensaba en un principio".

Mitsubishi ya anunció que lanzará el i-Miev, un auto que funciona sólo con baterías de litio. Nissan promueve su prototipo híbrido desde 2008. Chevrolet también se sumó a la nueva tendencia con su Volt. Y, en Toyota, el asunto ya lleva un tiempo: vendió 100 mil unidades de híbridos en 2008 y ya anunció que para el 2020 planea que el 100% de sus vehículos use esta tecnología.

El boom que viven las baterías de litio ha contagiado incluso a grandes inversionistas. Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, está apostando por las nuevas tecnologías en base a litio. En octubre pasado, desembolsó US$ 230 millones para comprar el 10% de BYD, compañía china que fabrica baterías, celulares y autos eléctricos.

Mientras todo eso ocurre allá afuera, el Salar de Atacama, aquí dentro, tiene capacidad de sobra para abastecer la demanda que se avecina. Hasta ahora, SQM produce 40 mil toneladas anuales, pero su capacidad llega hasta 200 mil toneladas. Y, en 2012, tendrá la autorización para producir 400 mil toneladas. Todo promete. Tanto, que Contesse se da el lujo de decir: "Estamos recién rascando el salar".

Fertilizar los alimentos del futuro

El aumento vertiginoso de la población, que en 25 años podría llegar a 9 mil millones de personas, transformó a los alimentos en productos cada vez más preciados. El alza de precios que se vivió el 2008 -el arroz alcanzó su máximo histórico- sorprendió al mundo. Por eso, entre los analistas ya se habla de la industria alimentaria como uno de los negocios más rentables del futuro. SQM lo sabe: es la principal productora de fertilizantes de especialidad, que se utilizan en los productos de exportación, en las plantaciones de tabaco y en la nueva moda de la agricultura orgánica (crece a tasas de 20% anual).

A mediados de 2008, cuando los precios de los alimentos batían récords, el potasio -el mayor fertilizante del mundo e ingrediente clave con el que Soquimich fabrica nitrato de potasio, su nutriente premium- también ascendía sin freno. Tocó los US$ 1.500 por tonelada, muy lejos de los US$ 150 en que se transaba en los 90. SQM aprovechaba de vender con unos márgenes que nunca antes había visto, pues tiene uno de los costos de producción más bajos de la industria (US$ 150 la tonelada). Hoy, pese a la crisis, SQM se prepara para aumentar su producción de fertilizantes. "Somos la única empresa que lo está haciendo", dice Contesse. El yodo -la tercera línea de negocios de SQM- también tiene que ver con el futuro: se usa en medicina, rayos X, aditivo de sal de mesa y pantallas de LCD. La empresa tiene el 33% del mercado mundial y la demanda crece a tasas de 6% anual.

Energía solar

Lo de las energías limpias y SQM no se agota sólo con las baterías de litio. La empresa trabaja en una nueva aplicación para el nitrato de potasio, que hasta ahora sólo se usaba como fertilizante. Se trata de plantas generadoras de energía eléctrica a base de paneles solares. "Normalmente la energía solar se ha usado para producir calor, calentar agua, pero no para producir energía eléctrica. Y ya hay una primera planta que lo hace, con una capacidad de 50 MW -cuenta Contesse-. Se trata de Andasol, en Andalucía, que requiere nitrato de sodio o salitre y nitrato de potasio".

La planta tiene una serie de placas solares cóncavas, que durante el día calientan un aceite que corre por su centro y que hace mover las turbinas, generando electricidad. En la noche, como ya no hay sol, se logra el mismo efecto, pero con nitrato de potasio. "Ahí es donde entra SQM", explica Contesse.

La empresa ya tiene cuatro contratos firmados para proveer de nitrato de potasio a nuevas instalaciones y varios en carpeta. Si todo sale bien, venderán cerca de 800 toneladas. Para echar a andar este negocio, SQM tuvo que esperar años. Los primeros estudios se iniciaron en Estados Unidos, durante el gobierno de Bill Clinton. "Tuvimos información de que esto se iba a desarrollar, mandamos muestras y estuvimos detrás desde el primer momento. De hecho, tenemos una carta del presidente Clinton agradeciendo nuestra participación", dice Contesse.

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