Por Claudia Farfán M. Julio 29, 2009

Desde su oficina ubicada a pocas cuadras de la Casa Blanca, Robert Bennett responde el teléfono para decir de modo enérgico y tajante: "El Banco de Chile no hizo nada malo. En esto me puede citar". Luego, y debido al escaso tiempo que tiene este abogado -considerado entre los 100 más influyentes de Estados Unidos-, se despide precisando que no hará más comentarios sobre la situación legal que enfrenta en su país la institución financiera controlada por la familia Luksic.

El profesional guarda la confidencialidad que le exigió el banco chileno hace cinco meses atrás, cuando decidió contratar sus servicios para que asumiera la representación de la entidad en el juicio que pronto podría enfrentar en ese país como consecuencia de la demanda que interpuso en su contra el Consejo de Defensa del Estado  el 11 de marzo último.

El CDE acusa a éste -y a otras tres  instituciones extranjeras- de haber ocultado la fortuna del general Augusto Pinochet y de haber transgredido las normas norteamericanas que regulan el lavado de dinero.

La suma total del dinero investigado, según el documento judicial, ascendería a US$ 26 millones, de los cuales alrededor de US$ 20  no tendrían justificación legal.

En su conversación telefónica desde Washington, Robert Bennett también se encarga de evidenciar el estilo desafiante que lo ha hecho célebre en Estados Unidos como uno de los más avezados litigantes. Así interpretan sus breves palabras quienes dicen conocer su trayectoria. Porque una de las características que distinguen a este abogado de carácter seco y convicciones católicas es la defensa "inflexible" y "vehemente" que hace de sus clientes ante la prensa y frente a los magistrados norteamericanos.

En el mundo legal se atribuye a este rasgo de su personalidad, entre otros, buena parte del reconocimiento que él tiene como profesional entre las personalidades públicas estadounidenses. De hecho, por la cartera de clientes del actual socio del estudio "Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom", ha pasado una gama variada de autoridades.

Dicen que este factor habría terminado por convencer al vicepresidente del Banco de Chile, Andrónico Luksic, de ficharlo como representante legal en Estados Unidos en esta compleja causa que amenaza con afectar la imagen externa de una de las entidades financieras más grandes e importantes del país.

De McCain a Bill Clinton

Titulado en la Universidad de Georgetown y con un máster en Harvard, Robert Bennett ha desarrollado una vasta carrera como abogado a partir de los años 80. Entonces defendió al ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Caspar Weinberger, en el escándalo Irán-Contra. A él se le acusó de integrar -junto a otros funcionarios del gobierno de Ronald Reagan- una red de tráfico ilegal de armas con destino a Irán, cuyas ganancias irían a las arcas de la Contra nicaragüense.

Más tarde, en 1990, como consejero legal del Senado norteamericano, Bennett absolvió a otro republicano a quien se responsabilizaba de haber intercedido, en su calidad de parlamentario, en favor de una financiera en quiebra: era el senador -y posterior candidato presidencial- John McCain.

Bennett ya se había convertido, a principios de los 90, en un prestigioso jurista a quien recurrían las altas esferas políticas y también un nutrido contingente de hombres de negocios. Sin embargo, su salto a la fama se produjo en 1994. Entonces, tomó un  caso de connotación pública que marcó su carrera en forma definitiva: la defensa del ex presidente Bill Clinton en la millonaria demanda por acoso sexual que presentó en su contra Paula Jones.

La mujer lo acusó de haber abusado de ella en 1991, mientras él se desempeñaba como gobernador de Arkansas. Clinton debió testificar bajo juramento como imputado y ell lugar elegido para esa inédita confesión fue la oficina del propio Bennett. Por instrucción de sus abogados, además, el mandatario sostuvo hasta el final que nunca se había excedido con  Paula Jones. Bennett demostró entonces cuán vehemente podía lser en la defensa de un cliente. Finalmente, el caso se cerró con un acuerdo monetario en el que el acusado pagó una cantidad de dinero bastante inferior a lo solicitado originalmente por la supuesta víctima.

El estilo del actual abogado norteamericano del Banco de Chile volvió a evidenciarse en la estrategia que definió en 2007 para defender a Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial, a quien se responsabilizó de haber aumentado el sueldo de su novia en forma arbitraria cuando ella asumió un nuevo cargo en el departamento de Estado norteamericano.

A pesar de que el ejecutivo quiso renunciar a su puesto en forma voluntaria, también por sugerencia de su abogado permaneció allí por más tiempo de lo que él hubiese querido, hasta que finalmente dimitió a la presidencia del BM.

Fue una derrota para Bennett, pero  pronto supo levantarse para copar su agenda con nombres de clientes Vip. Tal como lo había hecho algunos años antes, tras su complicada defensa de la mayor operadora energética del mundo: Enron Corp.

Antes Clinton, ahora Luksic

El factor Aitken

La llegada de este conocido litigante y hermano del otrora zar de la droga en la era de Reagan, William J. Bennett, fue considerado un acierto entre los ejecutivos y directores del Banco de Chile que son más proclives a dar una férrea batalla en los tribunales norteamericanos. El perfil del litigante les pareció el indicado en el verano de este año, cuando la demanda del CDE era un hecho inminente.

Para el "sector duro" del banco en este tema -entre quienes está Gonzalo Menéndez- y también para el vicepresidente de la entidad, Andrónico Luksic, fue una amarga sorpresa enterarse de la anuencia que dio la presidenta Michelle Bachelet a la tramitación de la acción judicial emprendida por el CDE.

La molestia fue aun mayor cuando se conoció el tenor de la demanda. Según publicó revista Qué Pasa, en dicho escrito interpuesto en la Corte del Distrito Sur de Florida, se responsabiliza al Banco de Chile, al Santander de España, al Espíritu Santo y al PNC Financial Services Group de haber optado en forma "intencional y deliberadamente por ayudar a Pinochet (…) a ocultar la fuente y verdadera propiedad de fondos sustanciales que fueron depositados en sus instituciones".

Es decir, el organismo presidido por Carlos Mackenney no consideró los argumentos esgrimidos por la defensa del Banco de Chile, la cual ha sostenido que los movimientos de las cuentas de propiedad del ex gobernante no se hicieron a su nombre, pues quien ofició como titular de ellas o de las sociedades Off shore fue Óscar Aitken Lavanchy. Y hasta julio de 2004, cuando se descubrieron los depósitos secretos en el banco Riggs, se ignoraba la relación que él tenía con el general Pinochet.

En lo esencial, el CDE basó su demanda en el informe que emitió el Senado norteamericano. Tras una exhaustiva investigación, un comité especial de parlamentarios reveló, por ejemplo, que Hernán Donoso, ejecutivo del Banco de Chile a cargo de la sucursal en Nueva York, estaba al tanto de que Aitken era el albacea del fallecido militar. Es más: el documento concluye que el ex funcionario del banco tenía un "gran respeto" por la figura de Pinochet. El escrito, además, se explaya en varias transacciones que se habrían hecho entre 1997 y el 2004.

Vía del diálogo

Mucho más reservado que la contratación de Bennett parece ser el diálogo preliminar que, según revela una fuente ligada al proceso, se inició hace unas semanas entre el CDE y el Banco de Chile.

De acuerdo a esta versión, las conversaciones las lleva directamente el presidente del organismo, Carlos Mackenney, y uno de los nexos al interior de la entidad financiera sería el economista PS Jaime Estévez, miembro del directorio en representación de las AFP.

De acuerdo a esta fuente, sería el propio Andrónico Luksic quien habría visado un acercamiento entre las partes en pugna.

Consultado sobre este primer acercamiento informal en el que Estévez habría tenido un rol importante, el Banco de Chile optó por no referirse al tema al señalar que "no comenta sobre casos que están en manos de los tribunales".

Más allá de cuánto fructifique la búsqueda de un acuerdo, al interior de la institución bancaria ha surgido cierta convicción del alto costo que tendrá  un proceso judicial para la imagen de la entidad en el exterior, lejos el factor que más preocupa a sus  propietarios.

Antes Clinton, ahora Luksic

Sobre todo, por las características que tendría un procedimiento público en que desfilarían una decena de testigos. Hasta ahí podría llegar, por ejemplo, Oscar Aitken, cuyo rol fue esencial en el ocultamiento de la fortuna del general y ha sido hasta ahora quizás el único asesor del ex gobernante que ha prestado colaboración en el expediente del caso Riggs.

Además, quienes defienden, dentro del Banco de Chile, un acuerdo con el CDE creen que el informe emitido en noviembre en EE.UU. por el magistrado Kevin Nathaniel Cox sienta un mal precedente para el camino judicial de la institución financiera. Contrariamente a lo que se esperaba, el juez desestimó los argumentos que presentó la entidad para atribuir toda la responsabilidad del manejo de los fondos del ex gobernante a Oscar Aitken.

Si bien algunos expertos le restan relevancia, otros coinciden en que fue este documento el que obligó a la institución a retirar la demanda de indemnización de perjuicios contra el ex albacea.

En el texto, Cox señala que "el Banco de Chile sabía o debía haber sabido que Aitken manejaba negocios en representación de Pinochet y que usaba las cuentas como conductos para transferir sus fondos furtivamente (…) Cuando una institución financiera cierra los ojos frente a hechos que llaman a una investigación, le puede ser imputado el conocimiento del fraude".

Caminos no excluyentes

En apariencia, la vía del diálogo que se habría abierto puede resultar contrapuesta al fichaje de un litigante experimentado como Bennett, quien fue contratado justamente para reforzar la defensa del Banco de Chile. Pero, varios abogados coinciden en señalar que un camino no excluye al otro en este momento.

En todo caso, al interior de la institución financiera reconocen que prevalece la idea de prepararse para enfrentar un juicio arduo en la corte de Florida. Eso se desprende también del último informe que presentó el banco a la Securities and Exchange Commission (SEC) para transar sus acciones en la Bolsa.

En uno de sus párrafos se advierte que la entidad de la familia Luksic dispone de todos los argumentos necesarios para defenderse como corresponde en un tribunal de Estados Unidos.

Incluso, ha trascendido que el propio Bennett está afinando los detalles de la defensa en esa dirección. No se ha descartado, de hecho, la idea de cuestionar la viabilidad de la demanda en contra del Banco de Chile sobre la base de que la entidad no tuvo sucursales propias a partir de enero de 2008, pues las habría traspasado al Citi, después de la fusión de ambas instituciones financieras.

Sin embargo, atendido el carácter y vehemencia del ex asesor de Bill Clinton, según un abogado que lo conoce bastante, es muy probable que se desvele por demostrar  que la institución financiera chilena  "no ha hecho nada malo", como audazmente quiso advertir en su breve conversación telefónica.

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